Maracaibo, Venezuela | AFP

Sudando copiosamente bajo el sol abrasador que cae sobre el Lago Maracaibo, una de las zonas de mayor riqueza petrolera del mundo, José Ortega padece los rigores de una crisis económica a la que ahora se suman más de cuatro horas diarias sin electricidad. Acaba de volver la luz y está en el portal de su humilde casa levantada en pilares a la orilla del lago. Su pequeño y desvencijado taller de carpintería está a media marcha, sin funcionar la sierra y la lijadora. "Nos afecta mucho, los apagones no avisan, ¡plum y ya está!, no le da a uno tiempo de apagar nada y todo se daña". A uno de sus vecinos se le quemó el televisor, a otro la nevera, cuenta a la AFP.

En los palafitos de Santa Rosa de Agua, una comunidad de pescadores fundada hace más de 200 años en el norte de Maracaibo, el agua llega a través de una manguera cada ocho días. "Tenemos que bombear la poceta con el agua de la playa", manifestó este carpintero de 45 años, que también vive de la pesca. La luz la cortan irregularmente, y en barrios como la Trinidad faltó casi unas 20 horas a inicios de semana.

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El racionamiento que puso en vigor el lunes el presidente Nicolás Maduro en casi todo el país –excepto Caracas- ante la sequía provocada por el fenómeno El Niño ha desatado focos de protesta con saqueos en Maracaibo, segunda ciudad de Venezuela, y disturbios en otras urbes.

Ante ello, Maduro ordenó militarizar la ciudad petrolera con 3.500 efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana. "Esto está crítico. Ahorita aquí en Venezuela no hay futuro, a veces tengo que brincar y saltar para que mis dos hijos tengan sus estudios. Nos pega duro porque no conseguimos ni barato ni caro. Estamos comiendo puro plátano, aunque medio nos ayudamos con el pesca'ito que sacamos del lago", dice Ortega con marcado acento caribeño.

A pocas casas de ahí, Ramón Morillo, pescador artesanal de 58 años, muestra a la AFP el refrigerador por cuya reparación tuvo que pagar 14.000 bolívares (cerca de un salario mínimo). "Estamos jodidos con la luz, el agua, la comida,los bachaqueros (contrabandistas)", dijo el hombre, quien afirma con orgullo haber "parado a fuerza de pesca'o" a sus ocho hijos.

SE DISPARA EL MALESTAR CIUDADANO

Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del planeta, tiene la inflación más alta del mundo (180,9% en 2015) y vive una aguda escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos, que provoca larguísimas filas de horas y horas. A Maracaibo le llaman jocosamente "la ciudad más fría de Venezuela" porque las temperaturas que superan los 35 grados centígrados mantienen al tope los aires acondicionados. Los cortes de luz han disparado el malestar y la tensión en un país tropical donde, para peores, por miedo a la rampante violencia criminal se vive cada vez más encerrado. Apenas cae la noche, y en el día durante el racionamiento, muchos comercios cierran sus puertas y las gasolineras dejan de funcionar, formándose colas de autos.

"Si no hay luz ¿cómo trabajo, pago a mis cinco empleadas y el alquiler del local? Esto es un desastre. Aquí ya no se puede vivir".

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