El gran taller, el tren y la estación donde se vendían los boletos de viajes.

Sapucai. Enviados Especiales. Carolina Vanni. Pánfilo Leguizamón. Sergio Villagra.

A igual que las demás ciudades que se desarrollaron a la par que el sistema férreo en nuestro país, Sapucai es una de las tantas localidades que tuvo su época de expendedor con la llegada de las locomotoras. El tren mantuvo activa a la localidad durante décadas, ya que no solo era el medio de transporte más rápido, sino, además, constituía la única vía para llegar a otros poblados y también a Asunción.

Situada en el departamento de Paraguarí, a 92 km de la capital del país, Sapucai, tiene la peculiaridad de que allí se instaló el gran taller ferroviario donde se trabajó para extender el sistema férreo hasta Encarnación.

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Con el paso del tiempo se hicieron los caminos todoterreno que hoy día conectan a Sapucai con otros poblados y se fue dejando de lado el uso del tren. Pero las

Calderas, fuente de energía para mover el engranaje del taller que producían hasta el año 2000.

antiguas casonas, las vías y las locomotoras son mudos testigos de esa época de brillo.

Hace décadas que el tren está estacionado a pocos metros del andén y forma parte del gran museo, que integran el centenario taller, las antiguas oficinas y los viejos almacenes ferroviarios.

En los grandes galpones siguen intactas las pesadas maquinarias a vapor traídas desde Inglaterra y montadas por ingenieros ingleses a fines del siglo XIX. Están para producir como antes, en cualquier momento, igual que en el siglo pasado, ya que solo algunas fueron adaptadas para que trabajen a electricidad.

En el gran taller también están guardadas las viejas locomotoras, hoy totalmente oxidadas, al igual que las tres calderas, fuente de energía para mover todo el

En los almacenes, convertido en museo, se guardan los elementos de trabajo de la estación.

engranaje de hierro que servía para reparar los desperfectos del ferrocarril.

Hoy día, los antiguos almacenes y lo que fueron las oficinas ferroviarias guardan en su interior lo que fue a principios del siglo XX, sinónimo de desarrollo y tecnología como los telégrafos, máquinas de escribir, calculadoras, los primeros teléfonos, y otras reliquias del pasado.

Asimismo, las vajillas de primera clase, los muebles, boletos, libros de contabilidad, y los planos que fueron hechos por los ingenieros ingleses que vinieron al país para continuar con el sistema ferroviario.

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