Una de las principales virtudes que debe tener el ser humano es respetar y cumplir con los compromisos que asume. Desde lo considerado más mínimo, como llegar a la hora señalada para una reunión, hasta aquellos que tienen relación directa con el desarrollo de un país.
Esa obligación debe extenderse en todas las áreas, no solo en el personal, sino también en el sector público, en el privado y en el de las organizaciones sociales. En los últimos días de movilizaciones en Asunción, acertadamente se habló de la necesidad de establecer mecanismos de diálogo permanentes para encontrar soluciones.
Los diálogos que se den en cualquier ámbito, incluso el familiar, no llevan a ninguna parte solo con el simple hecho de sentarse a exponer posturas. Es imprescindible, tras presentar cada uno su argumento y probablemente desprenderse de algunos reclamos, llegar a un acuerdo y, sobre todo, a partir de ese avance, comprometerse y cumplir con lo que se acordó. El incumplimiento es lo que acarrea nuevos dilemas.
Esta disyuntiva también se observa en la relación entre universidades y empresas. Las academias superiores, además de formar buenos profesionales, deben tener como uno de sus objetivos brindar al país expertos en las áreas de desarrollo. Las empresas necesitan de buenos profesionales para ser exitosas.
En el país, aunque ahora en menor medida, se creía que una compañía tendría éxito solo contando con expertos extranjeros en los puestos claves. Así, muchas importantes incorporaron a profesionales del exterior que reunían los requisitos y los perfiles que necesitaban. De ninguna manera se afirma que esa decisión fue errónea ni se tira tinta negra a los extranjeros que colaboraron a lo largo de los últimos años con el crecimiento del país. Simplemente, intentemos comprender una de las razones por las que las empresas preferían buscar profesionales en el exterior.
La respuesta más rápida a esta pregunta es porque Paraguay no contaba, especialmente en las áreas técnicas, con capacitados para cumplir con las exigencias empresariales. En los últimos años pareciera que esta tendencia va quedando atrás y cada vez más paraguayos ocupan los cargos importantes, lo que está demostrando un mejoramiento sustancial en la calidad. Pero aún hay mucho camino para recorrer. Para que los pasos sean más acelerados se debe comprender que la responsabilidad no solo está en las universidades, sino también en las empresas, que deben colaborar estrechamente para establecer cuáles son las áreas requeridas y, además, potenciar urgentemente la calidad de empleos.
Esta semana se desarrolló el primer encuentro entre universidades y empresas sobre capacitación laboral enfocada al empleo digno y el perfil de salida de las academias, impulsado por el Ministerio del Trabajo, Empleo y Seguridad Social, a través de la Oficina Nacional de Empleo, el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNNP) y la Sinafocal. Durante la actividad desarrollada en el Word Trade Center fue presentado el proyecto de alianza entre el ministerio, empresas y universidades "para articular la comunicación y trabajo conjunto entre los operadores de empleo y los que forman talento humano para potenciar el acceso al empleo". A decir de los impulsores, se pretende lograr un alto grado de involucramiento del Estado en la formación científica y tecnológica para generar empleos de calidad con proyección de crecimiento para el país.
A pesar de tener objetivos muy comunes, las universidades y las empresas marchan a velocidades diferentes y cada una va por su lado. No se percatan que esta descoordinación les afecta gravemente. A las universidades manteniendo carreras desactualizadas y formando profesionales no necesarios, y a las empresas no recibiendo trabajadores para las áreas que necesitan.
La alianza universidades-empresas es plausible y está en la fase de diálogo para llegar a un a mecanismo de cooperación, a un acuerdo. El cumplimiento del compromiso que asuman, como ocurre en todas las áreas, determinará el éxito o no de la iniciativa. Esperemos que no sea letra muerta, para que no ocurra como muchos otros compromisos que se asumen, pero quedan en el olvido generando un futuro incierto.