Por Mario Ramos Reyes

Político filósofo

La suerte está echada o, como se dice en inglés: "the dice is cast". Posiblemente, muy pocos en el electorado que votó en estos cinco estados sabe de dónde viene la famosa frase, ni que se le atribuye a Suetonio, pero, lo cierto es que varios se han hecho eco de la misma con un dejo de resignación y estupor: Trump es el virtual candidato oficial del Partido Republicano y como tal, el que tratará de arrebatar la Casa Blanca a los Demócratas luego de ocho años de gobierno. Pero la aprehensión sube de tono por la percepción de la gente de que el neoyorkino no tiene, por el momento, el apoyo de los miembros tradicionales del partido quienes, ideológicamente, están en varios aspectos en las antípodas de Trump.

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La cuestión así, no es solo de personalidad –que también lo es– sino de políticas públicas. Y también agregaría, de modelo de liderazgo político. Trump centraliza en su persona las decisiones y promete que él, por su liderazgo, llevará al país a lo que alguna vez fue. Su atracción, más que política, personal o tal vez sería más propio decir, personalista. El carácter de su liderazgo, más que confiar en instituciones que para sus votantes ya no funcionan, es lo que hará la diferencia a la hora de gobernar.

Los resultados en estos cinco estados este pasado martes no dan lugar a dudas en algunos aspectos. Trump ha acumulado 661 delegados contra 406 de su inmediato seguidor, el senador Ted Cruz, de Texas. La victoria clave fue el Estado de la Florida.

Trump ganó ahí de manera decisiva, 43 a 27 por ciento y así se llevó los 99 delegados dejando al senador Marco Rubio sin ninguna posibilidad. El senador, hijo de exiliados cubanos, se despidió de la campaña con un discurso que fue, en fondo y forma, memorable. El aplauso a Rubio fue, en este último gesto, unánime: amigos y adversarios de Rubio vaticinan un gran futuro político al senador de apenas 44 años. Los otros Estados, Illinois, Carolina del Norte y Missouri han sido también para Trump.

La única nota "discordante" fue Ohio, donde el gobernador Kasich aventajó a Trump, dándole una posibilidad –más bien remota– de ser la alternativa a Trump si la decisión se la traslada a la convención del partido en la ciudad de Cleveland, en el mes de julio. El gobernador Kasich, el político con más experiencia administrativa, legislativa y política de todos los candidatos, podría ser una alternativa a largo plazo. Es que, si el multimillonario de Nueva York pierde terreno, podría enfrentar una lucha cuesta arriba en las primarias restantes para hacerse con los 1.237 delegados necesarios para un triunfo absoluto, aumentando el espectro de una convención republicana en julio.

No obstante, una decisión política al interior de los delegados de ese tipo, cuando Trump tiene la mayoría de delegados (pero no la totalidad), podría generar una ruptura partidaria y los "populistas" podrían abandonar el partido. Arrebatarle la nominación a Trump sería políticamente inviable pues el neoyorquino podría lanzarse a un tercer partido y ahí sería la victoria demócrata segura. Ted Cruz, el senador de Texas, a pesar de no ganar ningún estado esta vez, sigue en segundo lugar en número de delegados, y también él, ha advertido que la intromisión del establishment de Washington en una negociación en la convención podría causar un "levantamiento" popular. De cualquier manera, ya se ha anunciado que la ciudad de Cleveland ha planeado tener más de 2.000 conjuntos de equipos antidisturbios por si las pasiones se desbordan en la convención.

Así como están las cosas, será Trump vs Hillary Clinton. La senadora Clinton –con sus victorias en las primarias demócratas de los cinco estados de este martes: Carolina del Norte, Ohio, Illinois, Missouri y la Florida– dejó en un distante segundo lugar, con un número de delegados insuficiente para sacarle la nominación. Pero lo que no se aquieta es la ansiedad ciudadana, y partidaria, de ambos partidos ante la herida abierta por Trump sobre la cuestión "popular". La ironía del caso es que, el autoexamen ideológico de ambos partidos, está siendo generado por un candidato pragmático, ajeno a los avatares políticos. Pero tal vez no sea tan apolítico ni menos algo excepcional como parece, pues la postura de Trump se parece demasiado a la de otros populistas, Herbert Hoover-Richard Nixon-Pat Buchanan-Ross Perot, que marcaron la historia política del país.

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