En un giro impensable hace unas semanas e inimaginable hace un año, el ex presidente brasileño Luiz Inácio "Lula" da Silva se apresta, según varios medios brasileños, a entrar en el gobierno de Dilma Rousseff, la persona a la que él mismo eligió para sucederle. Es un capítulo rocambolesco más de la crisis política en la que cada día se hunde más Brasil.

"Lula", el hasta hace años el político más valorado de la historia brasileña, acusado ahora por la Fiscalía de aceptar regalos de empresas vinculadas a la trama de Petrobras, aceptará ser ministro por dos razones concretas: conseguir un aforamiento que le proteja de la acción judicial desencadenada contra él y ayudar, con su probada capacidad de negociación, a aglutinar en torno a él el número suficiente de diputados y senadores que evite la cada vez más amenazante destitución parlamentaria (impeachment), que podría apartar del gobierno a Rousseff en dos meses. Bastó que la noticia de que "Lula" se prepara para aceptar un cargo en el Gobierno saltara a los periódicos de Brasil para que la bolsa brasileña bajara más de un 3,5% y el dólar subiera más de un 3%. Un síntoma más de la desconfianza que muestran los mercados hacia "Lula", Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT).

"Lula" negociaba ayer en Brasilia con Dilma Rousseff los detalles del nuevo cargo. "Estamos en un periodo que depende de un ajuste fino en política, y todo el mundo sabe que la mayor capacidad de Lula es la de la política", explicó ayer el ministro de la Casa Civil Jacques Wagner. En principio, todo estaba previsto para que el nuevo cargo de "Lula" se hiciera público también ayer. Pero el anuncio se retrasó por la explosiva divulgación de la declaración ante la policía del senador Delcídio do Amaral, implicado en el Caso Petrobras, en la que acusa al ministro de Educación, Aloizio Mercadande, de ofrecerle dinero a cambio de su silencio.

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Un "súper Juez" le pisa los talones

El juez encargado de investigar el Caso Petrobras, Sérgio Moro, convertido en una especie de héroe por parte de la población brasileña (y ampliamente alabado por los cientos de miles de personas que el domingo salieron a la calle), tiene en sus manos la capacidad de enviar a "Lula" a la cárcel en cualquier momento. Y muchos aseguran que no va a dudar en hacerlo.

"Lula" pasará a ser juzgado por el Supremo Tribunal Federal (STF). Detrás de la decisión de Lula de entrar en el gobierno de Dilma late otra razón de peso: evitar que la propia presidenta caiga dentro de dos meses, arrastrada por el impeachment. Tras las multitudinarias manifestaciones del domingo, buena parte de los hasta ahora aliados del Gobierno miran para otro lado y a la presidenta le costará encontrar los 171 diputados necesarios para bloquear el proceso de destitución parlamentaria, en este marzo. El único político brasileño capaz de convencer a ese grupo de parlamentarios del centrista PMDB, partido aliado del Gobierno, es el propio "Lula".

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