Por Juan Luis Ferreira E., ADEC, Junta Directiva

En el capítulo 5 del Evangelio de San Lucas, Jesús instruye a los pescadores para que echen sus redes, a pesar de que llevaban tiempo haciéndolo, sin éxito. El pasaje es un canto a la fe, a la perseverancia y al trabajo duro. Es muy difícil a veces saber hasta dónde persistir, hasta cuándo esperar, o hasta cuándo luchar. Si bien la fe es un don que vale la pena pedir siempre proveniente de la predicación, la perseverancia es una cualidad indispensable en la mayoría de nuestros objetivos cotidianos.

A fines del año pasado el ex presidente estadounidense Jimmy Carter anunció que no había señales del cáncer melanoma que se había extendido a su hígado y cerebro. Cuando una persona de más de 90 años hace una declaración de este tipo es llamativo, aun suponiendo que dispone de recursos y alternativas muy superiores al promedio, empezando por su probable muy buena condición física. Detrás del anuncio hay una milenaria historia de la humanidad principalmente desde India y China en considerar al sistema inmunitario como un aliado esencial para sanar, o estar sano. También hay una centenaria paciencia de tomar los trabajos y hallazgos de fines del siglo 19 y a pesar de ensayos poco alentadores, fracasos y resultados ambiguos, retomar el camino y con tecnologías modernas, producir una extraordinaria ayuda clínica. Cuando en 1893, el Dr. William Coley mezcló toxinas bacterianas para fulminar el tumor inoperable de un paciente, hizo una contribución que el tiempo y el tenaz esfuerzo de muchos, la haría aún más trascendental.

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Albert Einstein propuso las ondas gravitacionales hace más de 100 años. En 1993 Hulse y Taylor recibieron el Nobel de Física por un experimento vinculado. Recientemente se ha anunciado evidencia científica estudiando el choque de dos agujeros negros hace 1 millón 300 mil años. ¿Es útil entender la curvatura del espacio-tiempo? Con trabajo y paciencia lo sabremos más adelante.

Sin embargo, mi anécdota reciente de perseverancia es el encuentro entre el papa Francisco y el patriarca Kirill. "¡Finalmente!" y "Somos hermanos" son saludos apropiados para una reunión que demoró 1.000 años desde que los ortodoxos orientales se alejaron de Roma. Es encomiable el esfuerzo para reunirse a pesar de todo y de todos. Mis dos primeros ejemplos son casos científicos, este último involucra muchos aspectos espirituales y emocionales.

Echemos las redes, otra vez, para buscar la conciliación en nuestros hogares, en nuestras oficinas, en nuestros barrios y comunidades, y así llegar hasta políticas de Estado.

Es al superar el fracaso que aparece la grandeza. Que Dios nos ilumine para perseverar en lograr hacer bien las cosas, reparar lo que dañamos, y servir a los demás con alegría.

Fuentes:www.theguardian.com

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