El servicio de Emergencias del Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS) está colapsado. Allí no solo son atendidos pacientes con trauma, sino además llegan otros enfermos, con dolencias de todo tipo. La falta de camas en las diversas áreas hace que los enfermos deban ser asistidos en las camillas situadas en los pasillos a la espera de un lugar para trasladarlos hasta las salas dentro del hospital.

Para una mejor atención las autoridades de la previsional dispusieron que las personas convalecientes con cuadros febriles sean atendidas en el primer piso, en tanto en la planta baja llegan a diario decenas de pacientes, algunos con problemas de deshidratación, derrames cerebrales, hipertensión y sus complicaciones, edema pulmonar, infección urinaria grave y otras descompensaciones.

Mientras que los pacientes son atendidos, los familiares deben aguardar afuera. Uno de los mayores problemas radica en que no se permite la entrada de los acompañantes, inclusive cuando se lleva comida. La gente no se queja de la atención que reciben sus parientes, ya que los médicos son "muy deferentes con los enfermos" y también porque es poco o nada lo que compran.

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SIN ACOMPAÑANTES

No obstante, el mayor problema radica con los guardias de seguridad, que muchas veces no entienden el dolor y la angustia de los familiares, más aún cuando tienen pacientes adultos mayores, que en su mayoría, claman por un acompañante.

"Nos quedamos todos acá a esperar. Traemos la comida, porque acá no sale el alimento y muchas veces se enfría todo, porque no nos dejan entrar. Los guardias nos tratan como animales", dijo don Zacarías.

El equipo periodístico de La Nación intentó conversar con el médico responsable del servicio de guardia, para conocer cuáles son los casos más frecuentes que se presentan en el mencionado servicio, pero fue imposible debido a la sobrecarga de trabajo que tenía, teniendo en cuenta los muchos pacientes por cuidar.

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