Por Ticio Escobar

Escritor, crítico de arte

y ex ministro de Cultura

La reciente muerte de José Antonio Lasheras, ocurrida en un accidente de tránsito en España, involucra el devenir de la cultura del Paraguay y requiere un rápido recuento del aporte esencial que hiciera a nuestro país; un repaso que entraña, además, un homenaje a su persona. Rememorar a un personaje de la talla de Lasheras implica no solo recordarlo con respeto y afecto, sino reflexionar brevemente acerca del sentido de su obra, la relacionada al menos con nuestro país, ya que su tarea en general trasciende los límites de estos textos.

Hasta el momento de su partida, José Antonio Lasheras se desempeñaba como director del Museo y Centro de Investigaciones de Altamira, España. Como tal, encaró el proyecto de registro e inventario del arte rupestre de Paraguay, hasta entonces prácticamente ignorado o sujeto a interpretaciones fantásticas, carentes de toda base científica: una mitología antojadiza que relacionaba las inscripciones rupestres con la acción de vikingos o extraterrestres (1). Sumado a otros factores, la ausencia de arqueólogos en nuestro país ha promovido el olvido de nada menos que el fundamento de nuestra historia. Antes de los trabajos de Lasheras habían existido conjeturas, bien orientadas algunas de ellas, pero nunca se había datado científicamente la existencia de las primeras poblaciones: las correspondientes al periodo Arcaico, antecedentes directos de los guaraní del Paraguay y, tras ellos, de la población de nuestro país, básicamente mestiza, en su sentido más amplio. Los procedimientos realizados por Lasheras y su equipo en Itaguy Guasu, determinaron por el método de termoluminiscencia (sistema de datación absoluta y de radiología) una antigüedad de 5.212 años, hecho que abre e inscribe la prehistoria del Paraguay, hasta entonces sumida en nebulosas presunciones.

El informe de Lasheras presentado a la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay en abril se sienten parte de ese tiempo-espacio fundacional, no solo en cuanto han tenido intervención directa en el proyecto, sino porque ellos vinculan los signos rupestres con su concepción del mundo; es decir, los relacionan con sus construcciones de sentido, su explicación de la continuidad de la realidad y su justificación de la unidad eco-cosmológica.ltamira?, la Asociación de Comunidades Indígenas Pá? Tavyterã, Pa'i Retã Joaju, y la Secretaría del Ambiente (SEAM), de Paraguay.

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Lasheras apunta que, al comienzo, los pa'i tavyterã se mostraban reacios a que el suelo original fuera excavado, socavado. La citada asociación p'a'i tavyterã, partícipe del proyecto desde las primeras exploraciones (2004 y 2006), demostraba cierta resistencia a los procedimientos arqueológicos por considerarlos invasivos, pero en el año 2008, estimaron que los beneficios de la datación y el inventario justificaban las intervenciones, que habrían de ser realizadas, como de hecho lo fueron, bajo la estricta supervisión de la asociación pa'i.

Tanto como el aspecto científico, es destacable el hecho de que los actuales pa'i tavyterã se sienten parte de ese tiempo-espacio fundacional, no solo en cuanto han tenido intervención directa en el proyecto, sino porque ellos vinculan los signos rupestres con su concepción del mundo; es decir, los relacionan con sus construcciones de sentido, su explicación de la continuidad de la realidad y su justificación de la unidad eco-cosmológica. Los pa'i tavyterã se sienten continuadores de un tiempo primigenio, iniciado en "el ombligo del mundo", en Jasuka Venda: justamente el lugar consagrado por excelencia es el sitio-cifra del arte rupestre. En una entrevista radial (2), Lasheras conjetura que la sabiduría pa'i tavyterã permitiría hacer coincidir la figura mítica del centro de la tierra con la hipótesis arqueológica según la cual las inscripciones del Amambay habrían constituido un núcleo fundamental de dispersión del estilo llamado "Pisadas" en el resto de la región sudamericana.

Un sistema de signos e imágenes equivale a un orden discursivo, un régimen de pensamientos e ideas traducido o figurado gráficamente. Es decir, en ese lugar, "el origen del mundo", se gestó una cosmovisión que, representada mediante imágenes, luego se habría propagado hacia el norte y el sur del continente constituyendo un estilo gráfico sostenido por cierta sensibilidad y una determinada dimensión conceptual. Por otra parte, los signos rupestres del estilo "Pisadas" registrados en el Paraguay, que parecen encontrar su epicentro en el Departamento de Amambay y otros sitios de la Región Oriental del país, detentan los mayores índices de concentración, diversidad y cuantía entre los distribuidos por el resto de la región. El estilo "Pisadas" hace referencia al característico motivo que parece aludir a la huella de animales o personas; pero al lado de este tema recurrente aparecen otros muchos, como geometrizadas figuras de sexo femenino; formas de espigas, tridentes, cruces; círculos de múltiples radios, estrellas, parrillas, líneas y puntos, así como imágenes esquemáticas, que, en el límite de la abstracción, recuerdan representaciones antropomorfas.

Lasheras llama "El primer arte del Paraguay" a los signos rupestres y reconoce en ellos el inaugural patrimonio cultural del país, sin duda parte del patrimonio prehistórico mundial (3). El arte rupestre comprende pinturas y grabados realizados por comunidades ágrafas en paredes de cuevas o rocas ubicadas a la intemperie. Lasheras las considera bajo la categoría de "arte" no solo porque traducen un sentido de destreza y virtuosismo en la factura, sino porque "acompañan el discurso de lo importante o lo trascendente": son obras de arte porque implican un intento de ordenar el mundo y asignarle un sentido mediante imágenes. "Imágenes de lo inexplicable", pero también conceptos que definen los ámbitos que no pueden ser alcanzados por ellos mismos y necesitan la ficción de la apariencia para vislumbrar significaciones más intensas. En esa dirección, Lasheras descree del clásico concepto de Arnoldo Hauser según el cual el arte paleolítico correspondía a un intento mágico de atrapar las presas de caza mediante su representación simbólica. Una representación-presentación que identificaría el signo y la cosa. Lasheras sugiere que el sistema del arte rupestre trasciende la mera pragmática de la caza (aunque podría no excluirla) para responder al complejo sistema del arte, que recalca la forma para ajustar significaciones de alcance inabarcable. Hablar de un "arte" rupestre significa entonces un desafío para la historia del arte del Paraguay, que no puede ya ignorar una demandante prehistoria suya, una oscura pero densa base de temporalidades superpuestas; un fundamento abierto, en el sentido heideggeriano del término (un cimiento no clausurado).

Cuando presentó su informe en abril de 2012, Lasheras sostuvo que las investigaciones e inventarios debían proseguir en muchos sitios que aún no han sido trabajados. Su ausencia plantea ahora el reto de asumir, de diversas maneras, las cifras enigmáticas de un tiempo fuera-del-tiempo que complejiza la comprensión de nuestra historia: tanto la sucedida como la que se proyecta hacia porvenires que no por inciertos deben ser ignorados.

El hombre

José Antonio Lasheras nació en Barcelona en 1956. Era director del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira desde 1991 y fue impulsor del proyecto "Neocueva", en el 2001, considerada la reproducción más fiel de la famosa cueva de Altamira. Licenciado en Filosofía y Letras, también formó parte del Museo de Zaragoza, dedicado a la arqueología provincial romana y fue museólogo en la Subdirección de Museos Estatales del Ministerio de Cultura de España hasta 1990. Conservador de Museos del Estado, es autor de múltiples publicaciones científicas sobre arte rupestre, el paleolítico superior y sobre museología. Falleció en España, el 26 de febrero del 2016.

Citas:

1 La única documentación seria referente al tema consiste en un avance de trabajo: Pallestrini, Luciana y Perasso, José Antonio: Arqueología: métodos y técnicas en superficies amplias. Biblioteca Paraguaya de Antropología, vol. 4, Ed. Universidad Católica, Asunción, 1984.

2 Radio Exterior de España. http://www.ivoox.com/hora-america-cuatro-mil-millas-arte-rupestre-audios-mp3_rf_1328464_1.html

3 José Antonio Lasheras, Pilar Fatás, Fernando Allen. Jasykañy. El libro de piedra. Arte rupestre en el Paraguay. Museo de Altamira. Fotosíntesis, Asunción, mayo de 2012.

Fuente: IDEAS + PALABRAS (Suplemento de los domingos de La Nación).

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