Por Juan Carlos Zárate Lázaro - MBA

Hace poco estuve leyendo un artículo en el que preguntaban si la escalada alcista observada desde hace ya varios meses en la cotización del dólar dentro de nuestro mercado de divisas que se ha devaluado en un 25% en el 2015, podría o no ser beneficioso para los exportadores.

Haciendo un simple ejercicio matemático de multiplicación vemos que a mayor cotización del dólar, también los ingresos en guaraníes se incrementan.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Pero aquí no solo tenemos que mirar "los árboles, sino todo el bosque en su conjunto".

Tengamos en cuenta que los precios de las materias primas en el mercado internacional en el 2015 se han reducido sensiblemente, incluso en un porcentaje mucho más que proporcional vs. lo que ha sido el incremento de la cotización del dólar por lo que no creo que los exportadores en general de productos del agro (principalmente cereales y oleaginosas) y carne bovina, por ejemplo, tengan que estar "bailando en una pata" porque el dólar sube cada vez más en su cotización y ni tan siquiera el "freno de mano funciona".

Y doy 2 ejemplos concretos: La soja en grano y la carne bovina.

Los volúmenes exportados en el 2015 no estuvieron al mismo nivel que en el 2014. En el caso de la soja en grano el precio de venta promedio por Tn ha descendido casi en un 100% vs. el que regía en dicho año y con tendencia a la baja, dado que los mayores compradores a nivel mundial también están atravesando por problemas económicos, lo que redujo sus niveles habituales de compras. Aunque dicen por ahí que eventualmente podría incrementarse su cotización a un promedio de US$ 330 la TM, pero insuficiente para aspirar a márgenes rentables.

Lo único que hasta cierto punto podría beneficiar a nuestros agroexportadores de la oleaginosa es que los rendimientos promedios por Há no sean menores en la cosecha de este año a los 3.000 kg, pues de darse ello, más una elevada cotización del dólar sí podrían estar pensando en potenciales mejores niveles de rentabilidad o al menos poder superar levemente "el punto de equilibrio". Pero hasta ahora todo esto es "mera futurología".

Lo mismo ocurre con la carne bovina, aunque en menor proporción si bien también se observan menores volúmenes demandados de los mercados compradores tradicionales. Es así que solo tomando ambos rubros, en el 2015 han dejado de ingresar al país más de US$ 1.350 millones por los factores enunciados precedentemente.

En contrapartida, a nivel local la estructura de costos y gastos de siembra y cosecha de soja en grano además de maíz y trigo y de faenamiento y mantenimiento de ganado vacuno, gastos en logística hasta poner los productos en los puertos de embarques, etcétera, casi no han disminuido, lo que de por sí explica que el alza de la cotización del dólar "pudo haber sido un paliativo", pero no una solución de fondo para los exportadores a no ser que hagan una reingeniería global este año a través de negociaciones de costos más accesibles para ambos sectores.

En este 2016 así como están las cosas se vuelve a presentar un panorama bastante complicado, o con "pronóstico reservado" como dirían los médicos, pues hasta ahora al menos nada nos puede decir que los precios de las materias primas en el mercado internacional irían repuntando. Pero obviamente, expresiones de deseo "de labios para afuera" no están ausentes.

Al contrario, la situación se va complicando por los menores niveles de demanda y en contrapartida la oferta se mantiene o incluso se estaría intensificando y dinamizando mucho más aún por parte de los exportadores argentinos quienes por fin "han empezado a ver la luz al final del túnel", y se sienten bastante motivados los que sin ninguna duda serán activos competidores y "huesos duro de roer" como siempre lo han sido en "sus mejores épocas".

Por suerte, tanto los agroexportadores como los empresarios ganaderos, desde el año pasado han empezado con mayor fuerza junto con el MIC, el MAG, la Capeco, entre otros entes, una campaña de captación de nuevos mercados en el exterior, de tal forma a poder diversificar y atomizar convenientemente nuestra oferta exportable.

Es sin duda un paso importante que se ha dado y que está teniendo continuidad hoy día y que esperemos "no se suelte".

Pero para que como país agroexportador y ganadero que somos, bien sabemos que el único camino que nos podría llevar a no estar viviendo con "el Jesús en la boca" es la intensificación de la industrialización de nuestros principales productos, que nos permitan no estar pendientes permanentemente de los impactos que causan las volatilidades de precios a nivel internacional y aprovechar esa inmensa riqueza en recursos naturales que tenemos dándole un mayor valor agregado, que nos daría la posibilidad potencial de obtener precios mucho más remunerativos y al menos relativamente estables.

Y ya que hablamos del dólar, mirando "la otra cara de la moneda" vemos el impacto negativo que causa el incremento en su cotización en los precios de los productos importados (autovehículos, maquinarias agrícolas, electrodomésticos, entre otros), haciendo que nuestro ya limitado poder adquisitivo se vea resentido cada vez en mayor magnitud, pues si bien es dable reconocer por suerte seguimos teniendo una macroeconomía relativamente estable y controlada, con niveles de inflación aún "manejables", en contrapartida nuestra microeconomía sigue en segunda velocidad y precisamos "meterle pata" y cambiarlo a tercera o cuarta velocidad, de ser posible, para que realmente en algún momento podamos hablar de un círculo virtuoso de nuestra economía que hasta ahora al menos no se refleja en el bolsillo de la mayoría de la gente, salvo excepciones seguramente.

Mientras tanto muchas cosas continuarán en stand by en espera del famoso "efecto multiplicador o derrame" como los denominan en términos técnicos los economistas.

Aquí no "hay tu tía" ni vueltas que dar.

Déjanos tus comentarios en Voiz