Marcelo A. Pedroza

COACH – mpedroza20@hotmail.com

Fue Destutt de Tracy, filósofo francés de la Ilustración, quien en el año 1796 utilizó el término ideología para estudiar las formas sociales en donde se manifestaban las ideas, que daban origen a las relaciones que se entablaban en la comunidad. La denominó ciencia y con ella surgieron las leyes que generaban su ámbito de aplicación. Después desde lo epistemológico se produce el aporte de Karl Marx, enmarcando su concepción sobre la base de la influencia que ejerce el engranaje de la producción en cada sociedad; estrechando un vínculo necesario entre sistemas y realidades sociales que construyen estructuras jurídicas y políticas conforme a una conciencia social.

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Las ideas están presentes en todos los escenarios que existen en la estructura social. Lo ambiental, lo científico, lo cultural, lo financiero, lo político, lo deportivo, lo agropecuario, a modo de ejemplo y de manera enunciativa, se constituyen desde lo ideológico. Para ello es básico tener ideas claras que permitan representar el sistema en donde se aplican y por lo tanto una planificación de las acciones que se requieren realizar. Hay que conocer qué razones justifican que se actúe de una forma y no de otra; es relevante el cómo y su porqué del proceder. La distinción permite la posibilidad de juzgar qué es lo que más beneficia hacer para vivenciar el bienestar de los involucrados.

La ideología está unida a las creencias, a lo que se considera susceptible de ser interpretado, a los criterios que nacen del conocimiento adquirido. La mirada amplia y profunda de una sociedad puede ayudar a comprender qué bases generales identifican al tejido social y qué prácticas existen en dicho contexto. Es relevante lo que se hace y también puede ser lo que se deja de hacer, más si esto último afecta a otros; así la omisión comienza a alejar el discurso con la realidad. Es cuando empiezan a producirse las diferencias que separan, que desvirtúan las palabras, que entorpecen los caminos.

Una idea puede formar parte de un conjunto de ideas, así se crean idearios acerca de un tema concreto, que se vive en una realidad concreta y que es evidente para quienes están inmiscuidos en la misma. Es determinante crear ideas que se sostengan de valores. Si el equipo de ideas pregona el crecimiento de los integrantes que participan del encuentro de las mismas, hay grandes posibilidades de lograr los objetivos que los convocan.

El compromiso individual encuentra un impulso cuando se transforma en responsable de llevar a cabo las propias y buenas ideas en el entorno que lo tiene como protagonista. Como así también en realizar con otros las ideas que han decidido sostener a través de las acciones. Además debe existir un apoyo contextual y grupal para estimular la consecución de las ideas que los vinculan. El respeto de las ideas de los demás debe ser la base para crear los espacios de diálogo entre quienes forman parte de una sociedad.

El mundo práctico es el espacio en donde deben brillar las ideas positivas. La vivencia de una ideología requiere un pleno conocimiento de lo que ella pregona, de lo que representa, de sus fundamentos y del ideario completo que contempla el génesis de su existencia. Cuando los intereses personales confrontan con las nobles causas de su razón de ser sucede un resquebrajamiento de la identidad ideológica. Y puede ocasionar la inserción de lo ficticio, de lo creído sin un válido sustento, de lo superficialmente interesado, del quiebre del sentido del esfuerzo de vivir coherentemente el valor de esa idea.

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