Por Pablo Noe

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La salida fácil es una alternativa que tiene un atractivo casi irresistible, principalmente cuando se convierte en la vía por la que alcanzamos a sacarnos de encima las responsabilidades que no nos interesan honrar. Es una forma de priorizar lo urgente, sin detenernos en analizar a profundidad las consecuencias de nuestros actos. Traducido a un lenguaje futbolístico, es rechazar para lejos el balón, desviando el peligro del arco, dejando pocos argumentos contra esta práctica, porque resulta efectiva, aparta los compromisos que pudiéramos tener en ese momento, e incluso nos ayuda a obtener o asegurar un resultado positivo.

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Como el fútbol, indudablemente el deporte más popular, sirve para graficar una serie de hechos que ocurren en la vida; para ejemplificar esta aseveración, la de buscar la alternativa más simple, en la sociedad paraguaya podemos emplear varias analogías para explicar esta idea.

La primera nos remite a los limpiavidrios y cuidacoches. Un tema que sin una lógica racional, aparece y desaparece de la opinión pública, porque interesa a gran parte de la población, generando todo tipo de comentarios y debates, pero al que nunca se le encuentra una salida real. La última opción que se plantea es impedir la presencia de estos en las calles, incluso amenazando con medidas drásticas como la prisión preventiva para quien quebrante el planteamiento de la Junta Municipal capitalina. Para fortalecer esta solicitud se suman una serie de voces que cuestionan sus servicios, con una serie de argumentos absolutamente entendibles.

Sin embargo, en el planteamiento de fondo se ignoran las causas que llevan a que niños, adolescentes, adultos e incluso personas de la tercera edad estén empeñadas en esta actividad, a la que consideran un trabajo. Cuando hablamos de este drama social, nos ponemos en una postura soberbia ignorando el origen de este esquema, que desencadena en este verdadero drama cotidiano. Al desechar la chance de escarbar en los procesos que desembocan en este inconveniente, salvamos el ocasional peligro que merodea nuestro espíritu de aparente tranquilidad y nos embarcamos en otros conflictos.

Es el mismo bosquejo se describe mirando al pasado reciente recordando la situación de los inundados. En aquel tiempo se planteó un versus entre vecinos y damnificados. La convivencia entre los mismos fue la alternativa forzosa a la que se tuvo que llevar, porque no se analizó una solución de fondo que pudiera satisfacer a ambas partes. Como el tema se tranquilizó temporalmente, la insatisfacción que se reflejó en los medios, dejó su lugar a otros problemas como el planteado anteriormente, sin que se tenga una medida real que garantice un mejor pasar para todos en un futuro para nada lejano, cuando las aguas vuelvan a ganar terreno.

Mirando al futuro, se puede ver que la disputa por una posibilidad de reelección presidencial copará los espacios informativos. Con certera seguridad podemos considerar que no se reparará en el respeto de las leyes como premisa fundamental en este punto. La discusión se centrará en nombres y partidos políticos, dejando a un costado la incorporación o no la figura de la reelección como una alternativa para respaldar políticas públicas que se estén implementando en gobiernos que tengan el apoyo mayoritario de la población. Lo urgente vuelve a marcar su implacable presencia, desechando el puesto que debe ocupar lo importante en todo marco que tenga al país como eje central de debate.

En Paraguay estamos acostumbrados a sufrir, y no siempre entendemos que ese sufrimiento está vinculado al poco espacio que le dedicamos a pensar en construir proyectos auténticos desde espacios, en donde la reflexión ocupe un lugar de privilegio, elaborando propuestas amplias y consensuadas, en la que se incluyan todos los factores que intervienen en un complejo entramado, como lo es nuestra sociedad.

Pateamos al balón con fuerza a cualquier dirección, y lo celebramos. Con esta práctica creemos que estamos cumpliendo con nuestro compromiso ciudadano. La verdadera complicación es que olvidamos que la pelota vuelve y que los contragolpes que soportamos suelen ser letales, dejándonos patas para arriba, con lo difícil que es revertir resultados cuando el marcador es desfavorable.

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