Emma Paoli

Magíster en Educación

Desde un trascendental trabajo del epistemólogo educativo, Jorge González González se puede poner en perspectiva que la evolución genuina del sistema educativo, del país que fuere, y en particular en el Paraguay, no ha de ser posible si no se organiza: (1) la infraestructura: tecnológica, edilicia o de servicios logísticos en general; (2) la estructura: de los recursos y talentos humanos, y los sistemas organizacionales; y estos asentados sobre y en la dirección de los lineamientos de la (3) la superestructura.

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En efecto, el mencionado ensayo analiza los conceptos de "calidad" y "acreditación" educativas con sus diferentes acepciones, y propone definiciones integrales que han sido llevadas a la práctica desde un enfoque que prioriza el "Análisis estructural integrativo de organizaciones universitarias". En América Latina y el Caribe, y consecuentemente en Paraguay, como miembro de esta comunidad supranacional, estos problemas se ven agravados por las complejas relaciones de las universidades con el poder político, lo que ha contribuido, por una parte, a la tendencia en el modelo nacional para establecer normas en el otorgamiento de apoyo económico o en el propio proceso de acreditación, bajo ciertas reglas de evaluación de resultados y de rendición de cuentas; y por otra, no sin interpretación sectaria de lo establecido en la propia CN de Paraguay (1992), especialmente en cuanto al Art. 79: sobre la autonomía universitaria; a la necesidad de contar con parámetros de cualificación y comparación de instituciones y programas. Si el concepto parte de la institución y el sistema educativo, la calidad se entenderá como el cumplimiento de requisitos y reglamentos establecidos, por ejemplo, sea en términos de costo–beneficio, infraestructura avanzada y optimización de recursos, eficiencia terminal y calificación del personal académico.

Si el punto de comparación es el conocimiento, la calidad tendrá que ver con la actualización de las disciplinas y la adopción de planes de estudio que se encuentren en la frontera del saber, y en aquello internacionalmente relevante. Si el interés está en el mercado de trabajo, la adquisición de competencias que respondan a los requerimientos del sector productivo será el factor característico de una institución o programa de calidad; y si partimos del ámbito social, la pertinencia se convertirá en su elemento distintivo.

En relación con el carácter polisémico del concepto de calidad, los expertos en educación coinciden en que este es de difícil consenso y varía dependiendo de los contextos, los actores y los elementos que considera, por lo que se hace necesario buscar la vinculación entre los diversos puntos de vista y componentes que se toman de manera desagregada, para construir una perspectiva integrada de la noción de calidad. La calidad de la enseñanza superior comprende todas sus funciones y actividades: enseñanza y programas académicos, investigación, beneficios para estudiantes y egresados, personal, edificios, instalaciones, equipamiento y servicios a la comunidad y al mundo universitario.

La calidad requiere que la educación superior esté caracterizada por su dimensión internacional: el intercambio de conocimientos, la creación de sistemas interactivos, la movilidad de profesores y estudiantes y los proyectos de investigación internacionales, sin perjuicio de los valores culturales y las situaciones nacionales.

(Colaboración: Profesor Eugenio González Aquino)

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