Por Alex Noguera
Es interesante observar cómo ciertos fenómenos, como el miedo, hacen que las sociedades se unan y busquen soluciones para enfrentar determinadas situaciones. Esta actitud no es nueva y se da desde que la humanidad se organizó en clanes y se abroqueló en cavernas para protegerse de los grandes animales. Así surgieron los líderes, individuos que dirigían a su manada hacia objetivos nobles y positivos, pero también nacieron los histriónicos que engañaban para beneficio personal y escalaban en la organización para llevar una vida privilegiada.
Estos "brujos" hasta predecían el futuro. Con el poder sobrenatural que poseían eran capaces de advertir, por ejemplo, que tras la tormenta vendría la calma. Y la calma venía. Y los hombres maravillados, al ver que tenían razón, los idolatraban. Pero estos seres primitivos muchas veces no se contentaban con comer y vivir bien, sino que exigían su cuota de sangre a costa de algún inocente. Y la manada sacrificaba animales y a veces hasta a niños.
Pensamos que el modelo de sociedad actual es mucho mejor y sin embargo, tras siglos de evolución, haciendo un análisis objetivo, nos damos cuenta -con pesar- de que la organización social no varió mucho. Lo único que cambió fue la ciencia, pero hoy siguen existiendo soldados, que antes eran llamados guerreros, que eran los encargados de proteger (y abusar) de la población; también están los comerciantes a los que en la actualidad se los llama empresarios; los reyes y su corte fueron reemplazados por urnas y políticos; los sacerdotes y artesanos siguen igual que hace 5.000 años atrás.
Gracias a la ciencia, el chapucero ya no nos chantajea con que no saldrá el sol mañana si no le entregamos su saco de granos. Con el desarrollo de la ciencia, una parte del velo de la ignorancia y el miedo quedaron atrás.
Y a pesar de que hoy las personas no se esconden en cavernas, sí lo hacen en su casa con miedo a los animales, esta vez ya no grandes, sino pequeños, como el mosquito.
La ola de terror comenzó desde antes que naciéramos, con enfermedades como la fiebre amarilla, que se cobró la vida de cientos de miles hasta que se descubrió la vacuna. Pero desde hace un par de décadas, el aedes aegypti trajo en nuevas oleadas el miedo a, primero el dengue en sus varias versiones; el chikungunya; y ahora el mal de moda es el Zika. Cada una de las variables es una nueva caja de Pandora, que al abrirla solo causa más dolor y desesperación.
Los brujos advierten la relación que existe entre el Zika y la microcefalia y la manada aterrorizada corre hacia los centros clandestinos de aborto. El miedo hace que la manada dé el primer grito de solución con el sacrificio de los inocentes, como hace milenios.
Los brujos también recomiendan fumigar y la manada rocía veneno a diestra y siniestra matando arañas, lagartijas y cuantos depredadores naturales de los mosquitos pudieran ayudar en la lucha, causando más daño que beneficio.
Ciertos fenómenos, como el miedo, hacen que las sociedades se unan y busquen soluciones. Esto se ve en las mingas generalizadas que se realizan en todos los municipios del país, con voluntarios que recorren las casas de los vecinos para eliminar los criaderos, inculcando conciencia.
Gracias a la ciencia, el hombre llegó a las profundidades de los océanos, pudo incluso volar y salir fuera del planeta y recorrer millones de kilómetros por el espacio sideral.
Pero a veces el hombre no necesita moverse. A veces es mejor que se detenga y que piense, que reflexione y busque dentro de sí mismo. Tal vez se de cuenta de que no debe envenenar su medio, ni hacer sacrificios, sino que simplemente le basta con limpiar. Y eso es lo que cuesta. Es mejor sacrificar inocentes, como lo recomienda el brujo desde el principio de los tiempos.