Mario Ramos-Reyes

Filósofo político

¿Vas a ir a "caucusear"? es una expresión común, pero el verbo no es correcto. Está muy forzado. Caucus es un sustantivo que refiere a una asamblea electoral. Pero, en realidad es una acción: la de ir a una asamblea política en el vecindario, a defender y discutir al candidato preferido del partido en las elecciones primarias. La idea del "caucus" como asamblea de vecinos viene de lejos, posiblemente, de las reuniones de tribus de los primeros habitantes para decidir cuestiones fundamentales para la comunidad.

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Caucus es así, la primera de las etapas en la elección presidencial que pretende dilucidar candidatos para luego ir confirmándose o no en otras elecciones posteriores. En todo caso, cada cuatro años, los ciudadanos del pequeño estado de Iowa mantienen el privilegio de testar las aguas políticas –sobre todo ideológicas– y dar su beneplácito o no a los candidatos de los partidos tradicionales: el Republicano y el Demócrata, en un concurso que muestra el humor o las tendencias al interior de los mismos.

Los caucus tienen su rito, conforman toda una liturgia. Es un modo de ver lo que piensan las bases más "ortodoxas" de los partidos. En el caso de los republicanos, la base "conservadora" es vital, así como, para los demócratas, la base "liberal". Por eso, en la mayoría de los casos, son reuniones exclusivas de afiliados, y no abiertas al ciudadano en general. Lo que no deja de ser instructivo e interesante: se trata, en la medida de lo posible, de alejar la elección de los intereses económicos y centrarse en la valoración que hacen los ciudadanos de los candidatos. La pelea es voto a voto, casa por casa, donde los militantes van puerta a puerta y llamando teléfono a teléfono para entusiasmarse por su candidato. Es una venta al detalle, cansadora, una verdadera caja de sorpresas.

Debe notarse que, en el proceso electoral americano, la elección no es directa, sino que en los caucus y luego en las primarias que le seguirán, se eligen a los delegados que –en el día de la convención del partido– elegirán al candidato nominado para representar al Partido en la elección final. Así, un buen resultado en Iowa es un signo positivo. Puede ser un trampolín, como la sorpresiva victoria de Obama hace siete años o las pérdidas de Bill Clinton en 1992 (saliendo tercero), o antes, la derrota de Ronald Reagan en 1980. Iowa siempre ha dado sorpresas con sus resultados.

Muchas veces, los ganadores no han estado en las encuestas así como, los mismos –al final– no han sido electos presidentes. Pero, muestra el límite ideológico de la base política de los candidatos. Lo de este lunes pasado no fue, en ese sentido, una gran sorpresa. Por el lado republicano, el ganador –por un escaso margen– ha sido Ted Cruz, senador por Texas, con un 28 por ciento; seguido muy de cerca por el favorito –según las encuestas– billonario populista Donald Trump, con un 24 por ciento. En tercer lugar, y esa parece ser la noticia del día, fue el excelente resultado obtenido por el senador de la Florida, Marco Rubio, quien se acercó a Trump de manera sorpresiva con un 23 por ciento.

Este es un momento crítico de la campaña. Y lo concreto es que dos hispanos, Cruz y Rubio, se encuentran con posibilidades de la nominación. Falta aún mucho por recorrer, pero ese dato no ha pasado desapercibido a nadie. Como este otro: los resultados de esta elección son los más cercanos en la historia de las caucus en Iowa, para republicanos y, sobre todo, los demócratas. Y los abandonos comienzan: ya suman dos, Martin O'Malley, en el campo demócrata, como Mike Huckabee, ex gobernador de Arkansas, del lado republicano.

En el caucus demócrata, con 44 delegados en disputa, la senadora Clinton tiene un 49,9%; seguida por un ínfimo porcentaje por el Senador Sanders, con un 49,5%. Este resultado, que parecería positivo para Clinton, no lo es políticamente: el ascenso paulatino de Sanders muestra que la izquierda atrincherada en las bases del partido, no quiere a la candidata del Establishment. Esta es una revolución, dijo Sanders, que espera con optimismo el próximo paso en New Hampshire donde encabeza las encuestas.

¿Qué decir de este resultado? Yo diría dos cosas: la primera, es que una elección, como la de Iowa no se puede directamente "comprar" como algunos escépticos lo habían vaticinado. La plutocracia, el gran dinero, perdió. Lo segundo; el ascenso de Sanders y la difícil victoria, agonizante, de Clinton con treinta años de vida política e influencia no significó mucho. Lo mismo en el caso republicano: candidatos como Trump, u otros como Jeb Bush, a pesar del apoyo económico, no resultaron suficientes para cambiar la historia. Hubo otros elementos en juego que, uno los comparta o no, hacen a este caucus, más genuinamente comunitario que otras elecciones. Pero el mapa electoral también da lugar a la fuerza y el poder de la publicidad. El próximo test, en esa lucha agonal, es en apenas unos días: las primarias de New Hampshire. Es mejor, entonces, esperar. Las cartas están todavía sobre la mesa.

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