Por Pablo Noe

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Responder las inquisidoras preguntas de los hijos quizá sea una de las tareas más desafiantes que todo padre debe superar. Principalmente aquellas que invitan a la reflexión por el hecho de tener respuestas rutinarias y que son difíciles de satisfacer, porque su elaboración discursiva es hartamente compleja. La amplitud de las mismas es otro factor, puesto que van desde la salida y puesta del sol, hasta temas que hubieran robado horas de cavilación a los antiguos filósofos griegos. Con la particularidad que tiene la inquieta actitud infantil, no parar con los cuestionamientos hasta que la insaciable sed de conocimiento sea satisfecha.

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La sociedad paraguaya, compuesta mayoritariamente por jóvenes, presenta un rasgo muy notorio en su funcionamiento. A pesar del bajo promedio en edad, nos volvemos viejos muy rápido. Nos aburguesamos, pensando que los grandes temas nacionales son problemas de otro, como si estuviéramos ajenos al desarrollo de nuestro destino. Rápido queda adormecido el impaciente niño interior que interpela ante diversos escenarios.

Este razonamiento se observa cuando se plantea la detención de la suba de las tarifas básicas, energía y agua, hasta que las instituciones transparenten su gestión, eliminen los planilleros y se revean los contratos colectivos de trabajo. Todos conformes con el anuncio, no nos preguntamos, cual infante curioso que intenta conocer más sobre su realidad, la manera en la que se vienen gestionando desde el gobierno las administraciones de estos entes. Ni esbozamos una crítica hacia quienes contratan planilleros. Menos aún nos detenemos a solicitar que se investigue a quienes mal administraron nuestros recursos, despilfarrados en la gestión de estos servicios básicos. Apelamos a lo fácil, nos quedamos conformes con el anuncio, que satisface nuestros intereses.

Algo similar se pudo observar con la noticia del proyecto de reconversión del centro de Asunción, en el espacio ocupado actualmente por el puerto. Se firmó un convenio en el que seis ministerios, sumado a proyectos de inversión privada, estación de metrobús y ferry se situarán en un punto clave de la capital. El anuncio, ampliamente difundido, tuvo una respuesta satisfactoria de la población que no reparó mayormente en preguntarse la financiación, las condiciones de desarrollo urbanístico del proyecto, la factibilidad de la realización, el impacto que tendrá para la zona. Menos aún se hizo hincapié en la coherencia de este plan con otras iniciativas similares que vienen desarrollándose para recuperar el centro histórico.

Actuamos de esta forma, lo que facilita mantener el status quo. La memoria es tan flaca, que una vez que olvidamos estos temas, pasamos a otro foco de atención, sin priorizar lo importante de una buena vez. Mientras continuemos con este tipo de conductas, facilitamos la tarea de los que gestionan los destinos de nuestro país, desde el propio Presidente, pasando por ministros, parlamentarios, ministros de Corte, intendentes, concejales, gobernadores; que juegan un partido en el que la cancha casi siempre está vacía. Los oponentes, en este caso la ciudadanía, dejan el arco libre y los goles se suceden con el resultado que es ampliamente conocido, perder por goleada.

Una ciudadanía informada es aquella que exige calidad de gestión a sus gobernantes. Este proceso de involucramiento no necesariamente es equivalente a una negación a conseguir mejoras en la sociedad, sino todo lo contrario. En la medida que aumente la elaboración de los cuestionamientos, aumentará la exigencia de quienes toman las decisiones. También ayudará a que los grandes proyectos, ya sea de infraestructura o de transformación del país, cuenten con la participación activa de los diferentes estamentos de la sociedad. Un debate clave, en el que la población no puede ni debe seguir ausente.

Es fácil alcanzar este objetivo, dar una mirada más profunda a la simple noticia, una postura que nos empuje a escarbar, para notar lo que hay detrás de la información pura y dura. Recordar el niño que vive dentro nuestro. Aquel que pregunta, pregunta y pregunta. Porque quiere, como corresponde, alcanzar un objetivo: intentar conocer más.

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