Don Ricardo Aliana guarda las llaves de modelos clásicos a pocos metros del lago azul de Ypacaraí. Una colección de lujo en una cochera cinco estrellas.
A la vera del Lago Ypacaraí hay un muelle de San Blas que no se hizo canción. Pero tampoco olvido. En el espigón donde se asientan las garzas atracan también historias envueltas en sueños, locura y pasión, leitmotiv de la banda mexicana rockera Maná para inspirar su más conocido tema. Ese que revive una leyenda urbana que habla de una novia eterna en espera del prometido que nunca volvió.
"UN LOCO APASIONADO"
Don Ricardo Aliana (69), al volante de un Fusca en la costa del lago, nos muestra su oasis y lo que tiene bien guardado al fondo de la mansión Mborayhu, afincada en una de las zonas más exclusivas del Club Náutico Puerta del Lago (CNPL) de San Bernardino.
"Yo soy un loco apasionado por los autos viejos. Un bohemio que ama coleccionar coches antiguos. Nunca abandoné esa pasión y nunca dejé de querer lo que quise siempre", afirmó.
Todavía con la imagen del lago en la retina (así como del verdor que jalona la ribera), cruzamos el interminable patio de la suntuosa vivienda y, a lo lejos, ya se vislumbra un garaje inédito a nuestros ojos.
DE TODOS LOS TIEMPOS
A paso cada vez más lento, impactados por el paisaje que bien nos transportaría a la época de Ana Karenina, Al Capone o Charles Chaplin, contemplamos una variedad exclusiva de autos de época, algunos que datan de los años 20. Toda una reliquia bajo el techo del garaje destinado al albergue de modelos fuera de serie.
Desde ésta parcela de césped recién regado, uno se deleita holgadamente con lo que la cochera almacena. Esta serie automotriz de antología guarda chiches para los gustos más refinados. "Este Ford 1923 es el original, está en proceso de reconstrucción. Este auto trajimos de la Argentina", dice nuestro entrevistado, muy minucioso en las referencias. Se asegura de dar datos precisos. Exactos. Si hay que subir al dormitorio para traer una documentación, lo hace.
UN RINCÓN EN EL MUNDO
Es la una de la tarde y el sol cae a plomo. Con un juego de llaves en mano, donde reluce la insignia plateada del Cadillac, Ricardo Aliana está en sus dominios. A sus anchas. Rodeado por codiciadas marcas, se siente en su salsa. En su rincón del mundo.
Observa su Limousine 1928 de tono crema y sonríe, mirando de reojo su Whipped verde agua de 1926. Le brillan los ojos, conversa animadamente y el énfasis de sus dedos señala los detalles y secretos. "Casi todos están en procesos de ser restaurados y todos tienen cédula verde", apuntó. "Acá en Paraguay sale mucho más barata la restauración que en los Estados Unidos", consignó después.
CLÁSICOS CON HISTORIA
Aliana conserva una lucidez asombrosa y tiene un espíritu infatigable. De hecho llegó al Puerta del Lago manejando solito desde Asunción. "Hace varios años gané una carrera de autos antiguos", recuerda al toque. El hombre de 69 años bien llevados va y viene por los casi 100 metros que separan la cochera con la residencia. Habla pausadamente. Llama al electricista porque quiere acoplar el Cadillac El Dorado que mandó traer de Los Ángeles (EEUU). La idea es sacarlo a la orilla del lago. "A ver si lo podemos sacar a flote", indicó en su jerga.
A renglón seguido, apuntó que el clásico automóvil americano es similar al que usaba el ex presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy cuando fue asesinado en 1963 en Texas. "Tratá de levantar la capota (del Cadillac)", desafía después al periodista. Y es imposible, debe pesar fácil más de 100 kilos.
Aliana revisa el bolsillo y advierte que falta la cédula verde del Ford Finland 1956. Va por él. Mira el Fitito rojo y cuenta cómo lo consiguió: "Una vez íbamos con mi hija y al ver ese Fitito dije 'quiero ese auto'. Le pasamos y luego le esperamos. Al llegar el conductor le hicimos 'la para' y le pregunté si quería vender. Y me dijo que sí", recordó.
FUENTE: MOTOR + TECH (Suplemento de los martes del diario La Nación)