Por Emma Paoli

La búsqueda y el aseguramiento de la calidad en el campo educativo, se constituyen en vectores desencadenantes de debates, discusiones e investigación en los últimos tiempos.

Si bien la calidad es un concepto con determinados atributos de complejidad, que ha sido definido desde múltiples perspectivas y ha generado polémicas, los escenarios actuales dan cuenta que las organizaciones asumen un compromiso permanente para alcanzarla; mediante la utilización de estrategias para la implementación de procesos transformadores que respondan a los desafíos de la sociedad contemporánea en permanente transformación, desarrollo y evolución.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Porque la posibilidad de alcanzar una educación de calidad para todas las personas, es y será una de las estrategias de transformación, colectiva e individual, hacia el devenir de una humanidad más justa, inclusiva y equitativa. La calidad está vinculada a la pertinencia y la responsabilidad con el desarrollo sostenible de la sociedad. En este sentido, se expresa que "es necesario promover mecanismos que permitan, sin menoscabo de la autonomía, la participación de distintos actores sociales en la definición de prioridades y políticas educativas, así como en la evaluación de éstas" (CRES 2008).

Las prácticas evaluativas serán un proceso valioso en la medida que permita a los propios miembros de la Universidad reflexionar colectivamente; contribuyendo a la mejora de la propia comunidad institucional. En tal contexto, Fernández Lamarra (2010:51), explica que "el concepto de calidad debe ser considerado desde su estructura multidimensional y desde su relatividad en tanto depende de la misión, de los objetivos y de los actores de cada sistema universitario por lo cual, el panorama conceptual sobre calidad es muy amplio y heterogéneo".

De allí el desafío de diseñar y llevar a la práctica dispositivos que permitan garantizar la calidad educativa con criterios que reflejen los objetivos globales de la educación superior, en particular, la meta de cultivar en los alumnos el pensamiento crítico e independiente, así como la capacidad de aprender a lo largo de toda la vida. Dichos criterios deberían estimular la innovación y la diversidad.

Garantizar la calidad de los Centros de Educación Superior Universitarios, sobre la base de los criterios establecidos por los órganos de Evaluación y Acreditación de nivel nacional, se presenta como una tarea compleja que no permitirá el diagnóstico y la comprensión para diseñar estrategias, proponer nuevas propuestas y efectuar mejoras para la calidad educativa institucional, sino se deja el sentido miope de la autoreferencia, para abrir las compuertas de una verdadera y genuina internacionalización de la Educación Superior con especial énfasis en lo referente a que: "… el ejercicio de la autonomía universitaria se constituya en la palanca para garantizar la Calidad y la Excelencia Educativa".

Entonces, suscribimos que no se trata de un salto al "mentado cambio de mentalidad", sino de un paso hacia una "modesta mentalidad de cambio".

(Colaboración: Profesor Eugenio González Aquino)

Déjanos tus comentarios en Voiz