En el año 2015, "La chiperita" se convirtió en la segunda película paraguaya que más público atrajo. Estrenada el 25 de setiembre, durante cinco semanas, unas 4.647 personas disfrutaron de la comedia romántica en guaraní, en todos los cines nacionales.

La obra de Hugo Cataldo vuelve el próximo miércoles a las 21:00, y el jueves a las 19:00, en la Semana de Ficción del Ciclo de Cine Paraguayo del Centro Cultural Paraguayo Americano (José Berges 297), compartiendo cartelera con "Mangoré". El ciclo incluye a "Latas vacías" y "Felices los que lloran".

"Para mí el número no es importante", sentenció Cataldo, al hablar de cifras de taquilla. "Si tu película genera reacción, esa es la alquimia, lo más difícil del mundo; que una película así chiquitita, sin pretensiones, genere todas las veces eso, ese es el milagro, lo que a mí me llena".

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"Lo que tiene 'La chiperita' es que con un presupuesto mínimo, casi nada, para lo que es una película; una historia supersimple, con una idea original, en el sentido de mostrar la obviedad, algo tan nuestro como es la chipera, ahí reside su fuerza", agregó. "La película trata de mostrar de que las chiperas son personas que tienen muchas adversidades, pasan muchas cosas alrededor de sus vidas, pero siguen siendo absolutamente alegres en su forma de trabajo, y eso se nota". Además, Cataldo recalcó que "La chiperita" recuperó toda su inversión de 90 mil dólares.

Limitaciones/virtudes

"Todas mis experiencias anteriores fueron de máximo 4 días de grabación. Me concentro mucho en lo actoral, entonces tuve casi tres meses solamente de trabajo de guión, de coloreografía, de investigación, y lo que tenía que ver con el guaraní mismo. Yo no soy guaraní parlante, entonces había que ser muy estricto a la hora de trabajar el idioma, para no ser deshonesto. Mucho tiempo se fue ahí; y por costos de producción, que siempre me pasan a mí, porque soy muy acelerado, quiero hacer ya", explicó el cineasta.

Siguió: "Redujimos los días; nos acercamos hacia Asunción para no tener costos de, por ejemplo, movilidad, catering, alojamiento, de todo el equipo. Hicimos que nuestras limitaciones sean nuestras virtudes. El hecho de no tener algo, no era algo que nos bajoneaba: Cómo hacemos para que esto funcione creativamente… con nada", era la consigna.

El aprendizaje

"Yo no hablo guaraní. El guión estaba en español, y trabajamos con cinco traductores. El guaraní fue el desafío más grande, y también el aprendizaje más hermoso de la película", relató Catalto. "A mí, personalmente, llegó un punto en que yo, por lo menos lo que era el guaraní del guión, ya sabía las impresiones. Los actores mismos, a la hora de interpretar, decían: 'esto no se siente tan bien, puedo probar otra cosa'. Le tenía a Víctor Sosa, que fue mi oreja de guaraní, él era el couch de guaraní. Tuvimos cinco versiones del guión, por cinco diferentes traductores. Ahí se fue mucho de nuestras energías y de nuestro tiempo, porque la idea siempre fue sacar todo y dejarlo lo más simple posible, para que funcione la historia de amor".

Puesta en escena

"Yo vengo de la animación, entonces hago mucho storyboard, y el storyboard que tengo no necesariamente terminó en la película, porque al llegar al lugar se planteaban miles de problemas, y miles de soluciones también. De repente no podía tener el plano exacto como yo quería, pero si me daba la vuelta y veía el otro lado, veía algo mucho más interesante. Se basó también mucho en: cómo puedo hacer que sea simple… yo le admiro mucho a Woody Allen, él tiene grandes actores y directores de fotografías, pero hace siempre que el DF se amolde a la puesta en escena que él arma con los actores, que para mí es la mejor forma de trabajo. Entonces, como yo sabía que no tenía muchos días de grabación, tenía que ser muy económico a la hora de decidir cómo iba a trabajar. Muchos planos fijos son abiertos, justamente para tener un cierto margen de movimiento, libertad para el actor. Yo me adapté mucho con mi DF a mis actores", comentó.

"Sí sabía que quería trabajar cierta estética más parecida a lo que es una pintura de Michael Burt, o de Edith Jiménez, ellos fueron mis referentes plásticos para la película. Edith Jiménez tiene mucho que casi es un desenfoque sus últimos cuadros, y a mí me gustó eso por el lado del desenfoque como algo almidonado, entonces la película tiene mucho eso; y los peajes se vuelven mucho más violentos, inclusive. Ese contraste entre: mucho corte en los peajes y movimiento, versus 'me voy al trabajo… vuelvo en el camino', y la casa, hay uno o dos cortes entre plano y plano. Generalmente en la casa grababa mucho plano medio, entonces tenías también una linda composición y una buena luz, y no te complicabas después tanto en la edición. Igual donde más tardamos fue en edición, para que funcione la película. El primer corte tenía 82 minutos", añadió quien también hace pinturas.

La animación

"Me encantaría tener dinero para hacer algo grande, pero no por el hecho de contar una historia grande, por el mero hecho de contar, si no para tener más libertad y más tiempo, porque lo más difícil y el lujo más grande es el tiempo.

Podés hacer cosas mucho más meticulosa", reflexionó.

Consultado si volvería a la animación, dijo: En mi caso particular, nunca se sabe. Hay dos o tres personas que quieren que vuelva a la animación, pero es caro y necesitamos mucha gente. Yo no tengo ninguna idea planeada para animación, tenía… Tengo una serie, que es para niños, que mezcla animación con actores reales, pero todavía no está desarrollada. Hay una carpeta… como hay varias".

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