Por Arturo Peña Villaalta.

Fotos: Agustín Acosta.

A los siete años ya ejecutaba el arpa paraguaya. De ese tiempo en su natal Villarrica, atesora una 50 composiciones que escribió usando sus primeros conocimientos en teoría y solfeo. Luego se volcó al piano. A los 17 debutó como solista de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y a los 18 recibió su título de Profesor Superior de Piano. La música ya brillaba en él. Por eso siguió el llamado y fue alcanzando objetivos, hasta dirigir por primera vez una orquesta con tan solo 20 años de edad, hasta componer obras que tienen trascendencia mundial, hasta convertirse hoy en una de las principales figuras de la música erudita en el Paraguay.

Con 25 años de trayectoria en la dirección orquestal, el maestro guaireño Diego Sánchez Haase (45) puede hablar con propiedad sobre música. De hecho, escribir un libro sobre su visión en este campo es uno de sus grandes proyectos. En esta entrevista, el actual director de la Orquesta del Congreso Nacional, presidente de la Sociedad Bach del Paraguay y director de la Casa Bicentenario de la Música, nos habla de su derrotero, de sus presente y de los desafíos que vienen.

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Este tipo de aniversario propone también un balance de lo vivido. ¿Cómo ve ese sendero hoy?

Estoy muy contento con lo logrado en estos 25 años, sobre todo porque cuando me lance a esta aventura de querer ser director -terminaba entonces el colegio en Villarrica, en 1988-, en el Paraguay era prácticamente imprensable hacer una carrera de dirección orquestal, ya que había una sola orquesta sinfónica y tenía tres directores; o sea, era muy dificil prensar en un campo laboral. Pero bueno, el camino se fue abriendo y las oportunidades se dieron, aunque fueron también dificiles de conseguir.

Cuando yo volví de hacer estudios en Italia, en 1990, y di mi primer concierto, como había pocas posibilidades de dirigir en Asunción, se me ocurrió la idea de formar mi propia orquesta en Villarrica, y ese creo que fue un paso muy importante, porque la Orquesta de Cámara de Villarrica, que fundamos a principios de 1992, prácticamente fue mi orquesta-escuela. Cuando uno sale del conservatorio, con todos los conocimientos teóricos, en el momento en que se para frente a una orquesta es cuando realmente aprende a dirigir.

Luego tuve la oportunidad de especializarme en la música de Bach (Johann Sebastian Bach) y de ahí considero realmente que mi escuela de dirección es la alemana. Estudié en Alemania entre el 92 y el 93 y me sumergí en la obra de Bach, y es como que allí encontré mi camino. A partir de entonces me declaré apóstol de la música de Bach, y del periodo anterior, que es la música barroca.

Pero ese amor a la música viene de antes

Tuve la suerte de hacer el secundario en el Colegio Don Bosco. Ahí aprecian y fomentan mucho la música. Cuando estaba en cuarto curso, con 16 años, yo ya dirigía el coro, y con ese coro practicaba armonía. Venía a estudiar a Asunción con el maestro Florentín Giménez y esas técnicas las aplicaba en el coro. Antes estudie arpa, luego piano.

Era un poco distinto del resto. Cuando mis compañeros estaban disfrutando de otro tipo de música, yo me encerraba en casa a estudiar piano. Pero no me arrepiendo absolutamente. Yo viví mi infancia y mi juventud plenas de música y eso fue maravilloso, y creo fue determinante también para abrazar esta carrera. Y no solo para mí, sino también para mi hermano, Gustavo, que es un blusero de primer nivel.

¿Aprecia otros estilos, como el blues o el jazz?

Aprecio mucho las cosas en común que tiene por el ejemplo el jazz con la música barroca, porque en ambos casos la improvisación es un elemento muy importante. Lastimosamente, en la historia de la música, a partir del siglo XIX especialmente, como que el músico se volvió esclavo de la partitura, entonces había que tocar exactamente lo que estaba escrito y con ello se pierde esa libertad de lo que es la interpretación de una recreación de la obra. Y esa es una de las cosas que más me apasiona de la música barroca, esa libertad que se le da al intérprete; el compositor escribe lo básico, el texto es solamente una referencia, y sobre ese texto el intérprete va recreando la obra, de acuerdo al conocimiento del estilo.

Suena raro hablar de improvisación en un estilo clásico.

Lo que pasa es que inclusive en los conservatorios se enseña que la improvisación no es un elemento de la música académica. Pero es al contrario, es algo que se utilizó durante muchísimo tiempo y que lastimosamente desapareció. Mozart improvisaba mucho; Beethoven improvisaba en sus cadencias y Bach fue uno de los grandes improvisadores de la historia. Y eso es en lo que tenemos que volver a insistir. La creatividad no solamente en la composición sino en la interpretación es algo fundamental.

Como docente, inculcar esa filosofía tomará su esfuerzo

Una de las grandes satisfacciones de estos 25 años de carrera fue, justamente, que mi labor de director no se centró exclusivamente en la interpretación, sino que también tuve la oportunidad de formar a una generación muy interesante de músicos, que son los que tocan siempre conmigo ahora, que tienen esa versatilidad, que conocen muy bien la interpretación de la música antigua, pero cuando se les pone una partitura de música contenporánea también pueden hacerlo con mucha solvencia. Y eso son años de trabajo, de haber crecido juntos.

¿Dónde está secreto? ¿Dónde nace el músico?

Tiene que haber en primer lugar talento. El músico que no es músico no va a serlo nunca. Yo creo que hay una actitud musical que se trae de la cuna y que está en cada uno formarla. Hay muchos músicos que son indisciplinados y que lastimosamente se pierden por esa falta de disciplina. La disciplina es también un rasgo central, esa persistencia en el estudio, ese entrenamiento diario que es absolutamente fundamental, no solamente en la técnica del instrumento sino también en todo el aprendizaje del contexto histórico o lo que sea de una obra. También implica renunciar a muchas cosas y para eso hay que tener una fuerza interior muy grande y una gran energía para persistir, pero los frutos son muy buenos cuando se impone una disciplina.

Ahora, con la tecnología uno puede asistir a clases magistrales mientras su maestro está en Alemania, a través de internet uno puede estar ahí presente, y esas herramientas hay que utilizarlas. Nosotros antes teníamos que comprar los discos en vinilo, si había, para saber cómo sonaba la Filarmónica de Berlín. Ahora podés ver en directo vía streaming el concierto. Porque eso es muy importante, que el músico esté siempre escuchando música. Parece increíble, pero nuestros músicos escuchan poca música.

En su obra ha tomado también elementos de la música folclórica

Sobre todo en el ámbito de la composición. Yo tengo la convicción de que los compositores de música clásica aprovecharon poco los ritmos de la música del Paraguay. Yo no digo que se escriba con un lenguaje tradicional, como lo hacían Flores o Herminio Giménez, sino que se fusionen los aspectos rítmicos de nuestra música con los elementos de la música contemporánea. Esa es la base de un lenguaje en el cual se siento muy cómodo.

Casi no hay compositores paraguayos contemporáneos que usen ese lenguaje. Es más, cuando se quiere armar un programa con música de latinoamérica, siempre falta algo del Paraguay, en el ámbito de la música contemporánea. Así surgió la idea de escribir, por ejemplo, Variaciones sobre un tema paraguayo, que se estrenó en Nueva York; también Pitogüé, que se estrenó en Grecia; así surgió Turú, que es un concierto para corno que presentamos el año pasado, y muchos otras obras.

Tiene también libros publicados. ¿Hay proyectos para este año?

Tengo tres libros publicados y estoy pensando en la reedición de los dos primeros, porque ya están algo desactualizados; el primer libro sobre todo, que es Historia de la Música del Paraguay, que es del 2003. Es un proyecto que tengo para este 2016. Otro es el de actualizar el segundo libro, La Música de Bach en la educación musical paraguaya, que es un análisis de las obras que normalmente se estudian en los años de conservatorio y que quiero actualizar con los conocimientos adquiridos en estos diez años que pasaron desde la publicación.

¿Pensó en algún libro más testimonial?

Estaba pensando el año pasado escribir algo sobre mi visión de la música, eso sí; sobre todo mi visión de la dirección orquestal, porque hay muchas cosas que me preocupan también del momento de la dirección orquestal en el Paraguay. Empecé a escribir algunas cosas, pero me quedé ahí, seguramente avanzaré este año.

¿Y a nivel de composición?

Tengo varios proyectos, este año vamos a estrenar una pieza para oboe y orquesta que estoy empezando a escribir ahora. A finales de febrero se estrena en Milán una Suite de danzas paraguayas para clavecín, que ya había tocado en los Estados Unidos en el 2010; después tenemos San Petersburgo, donde se va a presentar Variaciones sobre un tema paraguayo, pero no tengo definida la fecha, y tengo también un proyecto de grabar mis composiciones, algo que hace mucho tiempo estaba en agenda y que parece que este año vamos a concretar con la Orquesta del Congreso Nacional y algunos solistas internacionales. Vamos a grabar El luisón del Ybyturuzú, también El Turú, la Sonata paraguaya y El Pitogué. Creo que para junio vamos a tener finalizado.

¿En algún momento tuvo la oportunidad de quedarse en el exterior?

Si, tuve y hasta ahora sigo teniendo propuestas. Pero mi trabajo en este momento es más útil acá. Si bien ahora hay mucho más apoyo que hace diez o quince años, un apoyo que seguramente lo logramos también mediante el trabajo, todavía falta muchísimo, todavía tenemos que seguir golpeando puertas. Como ejemplo, está la Sociedad Bach, que es una entidad sin fines de lucro, donde prácticamente sus socios son los que la mantienen viva. Como la música de Bach no es una música que vende, es muy difícil conseguir apoyo.

Pero hay muchas cosas que compensan todo eso. Hoy, con la Orquesta del Congreso tengo la posibilidad de hacer todo tipo de repertorio. En los años que estuve con la Orquesta de la UniNorte adquirí una experiencia enorme en ópera y ballet, cosa que para un director de mi edad no es común, digamos. Y esas cosas equilibran que de repente que en Estados Unidos te puedan ofrecer más dinero para ir a vivir allá, pero que uno finalmente opte por quedarse y seguir impulsando la música aquí.

¿Piensa en algo para Villarrica?

Me gustaría hacer un proyecto en Villarrica, porque es mi casa. Allí las cosas también cambiaron mucho. Villarrica no es la misma de hace 25 o 30 años atrás y es muy difícil sostener un proyecto cultural ahora. La Asociación Filarmónica Guaireña, que fundamos en 1996, estuvo a punto de desaparecer por falta de apoyo recientemente. Por suerte, se hizo una campaña y se volvió a reflotar. Al frente está un ex alumno mío y a lo mejor a través de ellos podemos ver algún proyecto. Villarrica siempre está en mi corazón.

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