París, Francia. AFP.
La crisis entre Arabia Saudita e Irán, dos de los principales protagonistas del conflicto sirio, amenaza la continuación del muy frágil proceso iniciado laboriosamente por la comunidad internacional para tratar de encontrar una solución política a esta guerra. "El conflicto arabo-iraní tendrá sin dudas un impacto negativo" en el proceso, lamentó el lunes Samir Nashar, miembro de la oposición siria en el exilio.
Las conversaciones entre representantes del régimen y de la oposición siria, bajo el auspicio de la ONU previstas a finales de enero en Ginebra, eran ya de por sí hipotéticas. "Se anunciaban ya difíciles, casi imposibles, y el conflicto entre Arabia Saudita e Irán endurecerá las posiciones", agregó.
La crisis entre la monarquía sunita y la República islámica chiíta estalló este fin de semana, tras la ejecución en Arabia Saudita de Nimr el Nimr, un clérigo chiíta, crítico del régimen saudita.
Su ajusticiamiento levantó la indignación de la comunidad chiíta y en Irán la embajada saudita fue atacada por manifestantes. En respuesta, Riad anunció la ruptura de sus relaciones diplomáticas con Teherán. El reino de Baréin, fiel aliado de su vecino saudita, y Sudán rompieron también relaciones con Irán.
PERSAS VS. ÁRABES
Esta escalada es la culminación de una crisis entre los dos grandes rivales persa y árabe, que compiten por el liderazgo regional desde hace años, interviniendo en guerras, como la de Irak, Líbano, Yemen –donde Riad está directamente involucrado militarmente contra los rebeldes chiítas hutíes apoyados por Teherán–, y por supuesto en Siria.
En ese país, Teherán apoya al régimen de Bashar al Asad y ha desplegado miles de "consejeros militares" en el terreno, mientras que Riad prometió la caída del presidente sirio y apoya financiera y militarmente a grupos rebeldes, principalmente salafistas. En esta crisis, "la rivalidad irano-saudita ha sido uno de los elementos motores desde el principio", estima Yezid Sayigh, del centro de reflexión Carnegie Middle East Center.