Aunque falte menos de 2 metros para que el agua sobrepase el muro de contención, los alberdeños aseguran que esta no es la primera inundación que soportan y dicen estar acostumbrados a lidiar con este tipo de situaciones. "Tengo 47 años. Desde que nací hay inundación. Siempre fue así. No vamos a dejar la ciudad, porque esto es normal", dijo una pobladora a bordo de la lancha que lleva de Formosa a Alberdi.
Los lugareños dicen que la psicosis llega desde la capital paraguaya y que si bien hay personas afectadas por la crecida del río, son más bien aquellos que están fuera del muro o viven en las compañías bajas. "Cuando dijeron que el muro se rompería, mucha gente fue internada porque les subió la presión o casi les da un infarto. Los sustos lo que nos están por matar, no la inundación", sostuvo don Cleto Fernández.
Dentro de los muros la vida transcurre con normalidad, los comercios y la gente que vive en el ejido de la ciudad trabaja como si el peligro no existiera. Si bien el muro de contención presenta serias averías debido a que en un tramo de 70 metros se hundió, la vida de los alberdeños transcurre normal y sin preocupación. Con relación a la falla que se presenta en la franja costera, culpan a las autoridades municipales y gubernamentales por no haber hecho los trabajos de mantenimiento en tiempo y forma.
Los comerciantes siguen con sus tiendas abiertas, aunque con la alarma lanzada por la Secretaría de Emergencia Nacional, empleados y empleadores trabajaron día y noche para poner a salvo las mercaderías.
"En los negocios se pusieron las mercaderías a salvo a buena altura y solo quedan las muestras en los salones", sostuvo Cristina López, dueña de una tienda de ropas.
Pese a la crecida del río Paraguay, el comercio fronterizo en la zona no se ve muy afectado, ya que tanto alberdeños cruzan a Formosa para hacer compras y viceversa.