POR ALEX NOGUERA
Editor / Periodista
El rey muerto 2015 no solo sirve de recuerdo, sino también como material de análisis a hechos trascendentes
que ya son pasado. Y como con un racimo de uvas, unos prefieren saborear lentamente cada fruta, cada
uno de los mejores momentos vividos durante el año; otros simplemente descerrajan la garganta y tragan sin
rememorar nada. Y también están aquellos que hacen de la uva vino y se embriagan adrede para no recordar.
Sería el caso de los franceses, quienes el 13 de noviembre pasado vieron la eterna noche de luces parisina
teñida de rojo y confundida entre estrellas fugaces y furiosos destellos de AK-47. No menos infausta fue la
marea de miles de refugiados que huyeron de la región siria, aplastada bajo el peso del demencial ejército islámico.
En el álbum que deja el lapso anual fenecido podemos rescatar varias fotos únicas y maravillosas, como
joyas irrepetibles. Sería lógico suponer que un buen porcentaje de paraguayos elegirá la venida del Papa
como la imagen ganadora. Sentir su presencia y más su prédica y amor hacia el país y, sobre todo, el respeto y
admiración hacia la mujer guaraní le valieron el cariño popular.
Otros resaltarán la chispa iniciada por los alumnos de secundaria, que luego desencadenó las llamas de la insurrección universitaria. El entusiasmo de los jóvenes dio resultados insospechados: unos consiguieron que
se modifique el PGN 2016 en favor de una mejor educación; otros lograron renuncias de autoridades enraizadas en la UNA como si esta fuera de su propiedad.
Una tercera foto obligada en el podio imaginario es la de la inundación. ¿Pero cuál? ¿La de los bañados
desapareciendo centímetro a centímetro, día a día, debajo de esa sábana marrón de agua fangosa? ¿La del
señor sentado en el sofá con botas de lluvia? ¿La pileta de lixiviados de Cateura siendo asediada por ese enemigo impiadoso que bombardea desde las nubes millones de gotas para impugnar su maltrecha virtud? ¿La visión aérea de Alberdi convertida en isla? ¿El esfuerzo de los vecinos, hermanados en un mismo sentimiento de desesperación o la mirada de vergu?enza de los desahuciados que reman desde los botes, como los que abandonan el Titanic, hacia tierras más altas?
Hay una en particular que llama la atención. Una en la que se ve a un hombre que resiste sobre el techo de
su casa. Las aguas son horizonte, su continente el tejado y su palmera, una chimenea. Pequeño su mundo y
grande su pena. Y, sin embargo, su resolución atemorizaría al más feroz de los leones, ya que en su alma siente que nada más puede perder.
Incomprensible para los demás, el náufrago voluntario queda para convertirse en vigilante de las cucharas
sin valor y peineta sin dientes que forman parte de su ajuar de hombre digno. Sin reparar en el clima, que si
llueve o sale el sol, que si la humedad o los mosquitos, que si el hambre o el sueño, el pobre gigante se adhiere
a su única propiedad.
Este valeroso guerrero teme. Teme la rapiña. Teme el producto de la falta de educación cívica, aquella por la
que los jóvenes han luchado, y cuya carencia desemboca en la falta de respeto y moral, en llevar lo ajeno muchas veces sin siquiera por necesidad, sino por picardía.
Paraguay se abre a un 2016 con pronóstico ambivalente. Por un lado, oscuro como las nubes de tormentas
del "Niñazo", que expertos vaticinan irá hasta mitad de año; o con la amenaza de una posible suba de tasas de
interés de la Reserva Federal de EEUU, que haría decrecer el proyectado desarrollo de los países emergentes.
Sin embargo, por el otro, vemos buenos augurios con una economía local sólida, a pesar de las caídas de las
economías de los vecinos, incluso con empresas que analizan desembarcar próximamente y con el precio del
petróleo debilitado.
El 2016 ya está aquí y no trae pan bajo el brazo, pero sí mucha esperanza. Esperemos que la bendición sea
para todos y no solo para algunos oportunistas.