Por Juan Luis Ferreira E.

Junta directiva ADEC

Todo parece indicar que las características mundiales de políticas y economías, así como las regionales, sumadas a un comportamiento climático hostil en un país de infraestructura frágil, nos darán un 2016 donde nuestra sociedad será puesta a prueba. En ese contexto es inquietante que a veces parezca que tenemos elecciones inconclusas, permanentemente. En lugar de elegir, llevar adelante un plan, evaluarlo, corregirlo y continuarlo, estamos analizando y pensando en el próximo candidato y en los defectos por el que, supuestamente, debe irse. Quizás es un desahogo para los que vivimos décadas sin preocuparnos mucho por opciones presidenciales o por opciones de autoridades de alto rango.

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Esta primera reflexión conduce a exponer una vez más que es imperativo tener políticas de Estado, o como mínimo, acuerdos sobre prioridades que duren el tiempo necesario para producir mejoras sustentables. En general, justicia, educación y salud no pueden seguir postergados. Recordando que, por ejemplo, salud son buenos médicos, insumos, medicamentos y buenos hospitales y no rubros para viáticos de asistentes administrativos, ni combustibles para vehículos de paseo. En internet pueden consultarse distintas fuentes sobre la iniciativa de Shimon Peres de mejorar la educación en Israel. ¿Por qué? Un país que es líder mundial en innovación tecnológica quiere seguir sosteniendo ese privilegiado calificativo. Si Israel entiende que debe mejorar su educación, imagínense lo que implica para nosotros. La discusión educativa mete "el dedo en el enchufe" porque, finalmente, es la discusión de qué país queremos.

Esta segunda reflexión lleva a urgir políticas educativas y acciones concretas de corto plazo. La excelente iniciativa de enviar a jóvenes inteligentes y capaces a formarse en universidades de primer nivel mundial solo servirá si al retornar puedan devolver a la sociedad su sapiencia y no aplastarlos en oficinas burocráticas, ni insertarlos en empresas anquilosadas por posiciones de privilegio ni sumergirlos en la "máquina de picar carne" para desprestigiar sus méritos.

La última reflexión es un llamado a conciliar, dialogar, y acordar mejores escenarios de convivencia. En las redes sociales y en otros medios hay una creciente hostilidad hacia los afectados por las inundaciones. Para los que peinamos canas es una lamentable situación repetida, pero además evitable al igual que otros problemas sociales serios. Una vez más, seguramente la verdad está en algún punto medio. En un extremo, un prójimo no puede vivir flotando ni protegido por una débil madera terciada. En el otro, es hora de soluciones de fondo que cuiden que la solidaridad pública y privada no se desvíe a manos inescrupulosas ni que la necesidad ajena sirva de instrumento para egoístas beneficios.

Ya no hay margen para explicaciones ni pretextos. Es la hora de los cristianos valientes. Que el Espíritu Santo nos ilumine para tomar decisiones correctas y ejecutar las mejores acciones. ¡Felicidad cristiana para el 2016!

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