La preocupación por la cada vez más difícil situación derivada del avance implacable de las aguas de los ríos, además de las constantes y abundantes lluvias, nos pone ante el compromiso de ir más allá de las palabras para pasar a las acciones urgentes.

Sabemos que las instituciones del Estado, las autoridades municipales y la ciudadanía organizada en grupos de apoyo, como los bomberos voluntarios y otros sectores de la sociedad civil, se desviven noche y día para llevar ayuda de emergencia a las miles de personas afectadas que ya casi desbordan los refugios transitorios.

La naturaleza parece más que dispuesta a demostrarnos su poder destructor y, en varias semanas, hemos visto cómo las tormentas se hacen cada vez más violentas y los vientos atacan con fuerza produciendo daños materiales en toda la geografía nacional y hasta se cobra vidas humanas, haciéndonos padecer la angustia y el duelo de las familias y comunidades más afectadas.

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La capital del país sufre el ataque impiadoso de tormentas fuertes y los raudales peligrosos se multiplican con cada lluvia torrencial. Barrios que ya sienten la amenaza de las aguas en sus propias casas; historias que se muestran a través de los medios, como muestra de lo que significa el drama de no tener un techo que proteja a la familia y brinde seguridad mínima a quienes deben dejar que el agua tome como rehenes a las pocas cosas que han logrado en años, para huir con lo puesto hacia las zonas altas.

Árboles que caen peligrosamente, sepultando bajo sus fuertes ramas a personas y viviendas; que dejan extensas zonas sin energía eléctrica con las consiguientes incomodidades y pérdidas de mercaderías y elementos. Gente que lo pierde todo y deambula por las calles en busca de refugio; que debe sortear como puede los peligros que afectan a la salud, especialmente de los más pequeños, que sufren problemas respiratorios, de la piel y otras enfermedades ligadas a la emergencia.

Ayer de mañana se anunciaba que el nivel de las aguas en Asunción siguió subiendo a un implacable ritmo y que la situación puede derivar a la necesidad de evacuación total de las zonas ribereñas. La altura del río estaba ya a centímetros de los 8 metros, considerados críticos y que marcan la necesidad de evacuar zonas como la Chacarita y otros barrios como Blanco Cue y la zona del Mbiguá, entre otros.

La inundación también se ha adueñado de zonas portuarias y de las Aduanas. La zona primaria de Puerto Falcón ya está totalmente inundada y en Clorinda ya hay unos 2.500 damnificados y la zona no tiene agua potable.

La situación dramática amerita que se tomen en serio acciones como la puesta en marcha de obras destinadas a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y evitar que las crecidas tengan un efecto tan devastador. En otras zonas, como el litoral argentino, la situación es también crítica.

En Concordia, Entre Ríos, se habla de la peor inundación en 50 años y hay miles de evacuados por la crecida del río Uruguay. También Corrientes, Chaco y Formosa tienen zonas anegadas y miles de evacuados y los pronósticos no son nada alentadores. Se esperan, como aquí, más lluvias y tormentas al amparo del fenómeno de El Niño, durante el verano que recién comienza.

La propia vicepresidenta de Argentina, Gabriela Michetti, de visita en Entre Ríos, dijo que "es un desastre; le pido a Dios que deje de llover", un ruego que a ambos lados de la frontera se escucha en los labios de miles y miles de afectados de todas las condiciones.

Según los anuncios realizados por el MOPC en conjunto con el municipio asunceno, las obras de la Franja Costera en su fase 2 comenzarán pronto. No será una solución total del problema, pero sí un primer e importante paso para comenzar a caminar hacia la organización de las ciudades de una manera más racional.

Un tema que debe debatir la sociedad, para que comencemos a evaluar y diseñar cada espacio, barrio o urbanización, con un criterio más adecuado a la realidad en la que vivimos y con el apoyo y dirección de los técnicos y especialistas que realmente saben del tema.

Más allá de trabajar duro para paliar la situación de emergencia que hoy afecta a nuestros compatriotas de diversas zonas, es hora de mirar hacia adelante y construir el futuro con bases sólidas y transparentes.

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