Por Jaime Egu?ez

Director del Club de Ejecutivos del Paraguay

Ante el escenario de un Estado aún ausente en políticas efectivas para sus obligaciones, la situación del adecuado crecimiento de los niños en su primera etapa es quizás el eje más importante para el desarrollo

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del país. Es evidente que si no tenemos personas desarrolladas mentalmente, saludables y con conocimiento, ninguno puede aspirar a que seamos una sociedad con mayores posibilidades de dejar de ser un país pobre y subdesarrollado.

Ciertamente somos un gran productor de alimentos y efectivamente estamos transitando un camino de mejora

continua, pero basta mirar alrededor de nosotros y más aún si vamos hacia el interior del país para entender

que casi el 50% de los niños de este país no están siendo bien alimentados en la etapa que permite el mayor desarrollo cerebral de éstos (cifras de estudios oficiales). Estos niños formarán parte de nuestro recurso humano disponible para generar desarrollo, bienes para generar recursos y por ende posibilidades de desarrollo para todos.

Por ello, es evidente que la visión debe ser que consigamos jalar a todos los que podamos para arriba en una

espiral de desarrollo ascendente. Los modelos de conseguir exprimir lo más que se pueda a los de arriba para

poder distribuir gratuitamente a los que no tienen abajo, es un modelo que ha intentado ser exitoso desde

hace 200 años, y aun hasta la fecha no ha arrojado resultados valederos para "sacar a los pobres de la pobreza en forma permanente". Solo los modelos más ambiciosos de políticas gubernamentales que buscaron arrancar a las generaciones nuevas de la pobreza a través de planes de nutrición altamente eficientes, planes de educación y soporte familiar efectivos y, por último, planes de salud y seguimiento de metas, han roto con años de ciclos de altas y bajas para penetrar en el pequeños círculo de países con "personas capaces de hacer la diferencia".

¿Qué son 20 años para un Estado? Pero para un niño que nace, si en estos 20 años recibe las tres cosas fundamentales como una nutrición apropiada, una atención médica de alta calidad y una educación completa, dentro de un marco familiar apropiado, ese niño será una persona adulta con igualdad de capacidades y de oportunidades que los niños que nacieron en un entorno favorable.

El Estado debe y está obligado a igualarnos para arriba. En esto queremos que se inviertan nuestros impuestos, en esto estamos seguros que el retorno será positivo y lo que recibiremos de vuelta serán personas de bien y con alta estima.

Hoy hay muchísimas organizaciones civiles sin fines de lucro que trabajan en la infancia. Nombrar a todos

sería correr el riesgo de olvidar a alguna de estas asociaciones heroicas de ciudadanos que donan tiempo

y su dinero particular para ayudar a niños a alimentarse, a educarse, a vestirse.

Estas organizaciones con mucho menos que el Estado paraguayo obtienen métricas, resultados, sonrisas y

vidas transformadas. Hoy estas organizaciones están supliendo en alguna medida el rol del Estado paraguayo.

No quiero escuchar más excusas del Ministerio de turno, no quiero escuchar más a los del Congreso usando a los niños como eslogan para sus campañas. Quiero acciones concretas, quiero métricas, quiero realidades. Es tiempo de "despertar Estado paraguayo".

No es una cuestión de gobierno, los niños son una cuestión de Estado.

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