Por Antonio López

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agua y piedra lleva. Y las aguas del río Paraguay ya avanzaron hacia los poblados ribereños y hasta el mayor vertedero del país, en el barrio Cateura (Asunción), sitio al que hoy lo ha convertido en una isla de basura. Pero las consecuencias que se esperan de este avance son totalmente desalentadoras, por lo que se espera que se tomen las medidas necesarias para paliar en cierta forma el padecer de los ribereños.

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Se dice que para las próximas semanas, la situación se irá agravando e, incluso, como en el caso de Cateura, se indica que si las aguas continúan creciendo, producto de las fuertes precipitaciones, los residuos podrían comenzar a esparcirse por las calles y casas, pero también podrían causar la contaminación de las aguas del río. Es decir, no se descarta una catástrofe ambiental, un hecho que no solo sería desastroso para los vecinos de la zona, sino para toda la capital y alrededores.

Pero mientras este peligro está latente, otro gran problema está tomando fuerza y es que esas aguas del río Paraguay están entrando en sitios altamente poblados, como los bañados, cuyos habitantes ya comienzan a clamar una urgente ayuda (con manifestaciones incluidas), creando a su vez un problema social que, de no tomarse una rápida medida, podría llegar a hacer un ambiente de fin de año de mucha tensión.

Los bañadenses reclaman ante la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), la implementación más que rápida de la ayuda humanitaria para los afectados por la crecida del río Paraguay. Se calcula que actualmente estos afectados rondan en más de 10 mil familias.

La problemática de las zonas ribereñas y sus habitantes no es nueva. Y es más, cada nuevo gobierno municipal utiliza en su discurso de campaña encarar una solución a la mencionada cuestión, pero cómo está la situación actualmente, se llega a la conclusión que las promesas quedaron en eso, solo promesas. Hoy el tema, además de en los organismos estatales, está en manos de la nueva administración municipal de la capital, liderada por Mario Ferreiro. Este, durante su carrera hacia la municipalidad, utilizó como una especie de estandarte la solución a la caótica situación que viven los bañadenses.

Y Ferreiro asume en la fecha, y no cabe la menor duda de que su principal y más fuerte desafío será encarar con todos los recursos disponibles la búsqueda de una solución al delicado tema. Deberá necesariamente dar respuestas rápidas a los reclamos de los pobladores de la ribera, ya que de lo contrario estará comenzando su gestión con palos en la rueda, hecho que a la larga será una dura dificultad a vencer.

En cuanto al caso Cateura, la cuestión tampoco es sencilla, puesto que –según los expertos– las aguas del río ya están llegando hasta al pie de la pileta de lixiviado (líquido residual, generalmente tóxico, que se filtra de un vertedero) y amerita centrarse en esta situación. Afirman que por algún accidente que ocurra allí, la pileta puede abrirse y descargar el líquido con lixiviado en el río Paraguay y generando una catástrofe ambiental con graves consecuencias.

La inundación en los barrios de los bañados, el peligro de una catástrofe ambiental, en caso de que ocurra un accidente en Cateura, son –a simple vista– dos de los problemas más graves que deben ser solucionados en forma rápida por las autoridades nacionales y municipales. Ambos casos exigen una acción urgente y sobre todo profunda, puesto que de ninguna manera se pueden permitir parches; elementos estos que en muchos casos fueron utilizados como un salida rápida –aunque para nada eficiente– por parte de los responsables de hacer que los paraguayos, en este caso los asuncenos, tengan una vida digna.

No hay mucho misterio en esto: trabajo, determinación para tomar decisiones y evitar desviar los recursos hacia otros menesteres. Ese es el camino, porque el río en este momento ya está sonando.

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