Una dura crítica a los mercaderes de la muerte y al flagelo de la corrupción hizo el obispo castrense monseñor Adalberto Martínez, durante la celebración de la misa en el cuarto día del novenario en honor a la Inmaculada Concepción de María, la Virgen de los Milagros de Caacupé.

Durante su sermón, el obispo castrense recordó a los secuestrados por el grupo guerrillero Ejército del Pueblo Paraguayo, Edelio Morínigo y Abrahan Fehr. Monseñor Martínez pidió, además, a los captores que finalmente los liberen y que les dejen pasar las fiestas de Navidad y Año Nuevo con sus familias.

Denominó "mercaderes de la muerte" al referirse a los narcotraficantes y lamentó que muchas personas caigan víctimas de las acciones, no solo de las drogas, sino además del alcohol y del cigarrillo, a los que calificó como drogas legales, pero que igualmente destruyen las familias.

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"Se debe poner fin a la mafia del narcotráfico, a los mercaderes de la muerte y la destrucción", expresó.

Al hablar del flagelo de la corrupción en la sociedad, dijo que "el corrupto roba al pueblo, que con dinero sucio y lavado, compra voluntades con estrategias poco honestas".

En otro momento habló sobre el VIH y dijo que es la discriminación la que mata, no la enfermedad. Pidió políticas públicas para fortalecer las campañas de lucha contra el sida, que sean accesible a todos, sobre todo a los más pobres.

"La Iglesia misma debe incrementar su compromiso con la salud integral y la educación de los jóvenes", sentenció.

Al hacer una mirada hacia la Iglesia, el obispo castrense dijo que ésta se debe involucrar más con la sociedad para ayudar a los jóvenes.

"La propia Iglesia necesita una profunda conversión pastoral para dejar de ser autorreferencial, debe ir a la periferia, salir de sus instituciones. Toda la Iglesia debe asumir la actitud y el comportamiento del buen samaritano", sostuvo.

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