Por Enrique Vargas Peña

En estos días leí en CNN la historia de Samy Amimour, uno de los autores de los atentados de París que se voló a sí mismo en el teatro Bataclan, matando a más de ochenta personas (http://cnn.it/21jY2Km).

Lamentablemente, es la historia de demasiada gente que va buscando llenar su vacío existencial hasta que se encuentra con los agentes del proselitismo religioso, entrenados en aprovechar las debilidades de aquellas personas, que las contactan como quien no quiere la cosa para, en el menor descuido y en la menor ocasión, invitarlas con calculada amabilidad a "intentar un camino de plenitud" ("a mí me hizo mucho bien, deberías venir a ver"); luego vienen ya los "pastores", en realidad especialistas en marketing y lavado de cerebro, que ofrecen la absolución, la respetabilidad y la salvación a través de la aceptación de la religión.

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Las confesiones religiosas necesitan reclutas porque su objetivo es imponerse a la sociedad (http://bit.ly/1jojsnD) (http://ind.pn/1jojFqM). Uso deliberadamente la palabra "reclutas" para definir a los prosélitos, porque la condición del reclutamiento es la aceptación de la obediencia ciega y la renuncia a todo razonamiento no escolástico (http://bit.ly/1NTc9N9).

Los jihadistas islámicos (http://bit.ly/1OlEVdP) (http://bit.ly/20TYcYU) (http://bit.ly/1lmenxs) no inventaron nada. Simplemente están repitiendo lo que hicieron los primeros cristianos para conquistar el poder en el Imperio Romano: El suicidio por la fe, cosa que ya entonces los propaganistas denominaban "martirio", fue masivamente usado entre los siglos primero y cuarto de la era cristiana. Es cuestión de leer la Epístola de San Pablo a los Filipenses, 2:17.

Son esas pobres personas de vidas vacías, vacío que llenan con obediencia pero no con contenido, a las que los líderes religiosos reclutan para enviarlas hoy a la violencia (http://bit.ly/1NTW0a5) y al "martirio" como los enviaban entonces.

Cuando logran, las confesiones religiosas, una masa crítica de prosélitos, reclutas que no piensan sino que solamente obedecen, asaltan el poder y eliminan la libertad, instituyendo regímenes totalitarios. Paul Johnson lo ilustra de modo delicioso en su "Historia del Cristianismo" (http://amzn.to/1Rbv4rG). Es el sendero común de todas las religiones pero especialmente de las religiones monoteístas (http://bit.ly/1XmKLBf).

Este perverso proceso religioso de reclutar carne de cañón –útil para cualquier misión, desde recibir órdenes de por quién votar hasta volarse en el teatro Bataclan, o atacar clínicas de aborto en Estados Unidos (http://bit.ly/1MW8nT8) (http://bbc.in/1So071O), pues a los prosélitos se les niega el derecho a pensar, a disentir, a discutir, a ejercer las funciones cerebrales distintivas de la condición humana– es lo que llevó a los grandes humanistas de todos los tiempos y de todos los países a insistir en la necesidad de restringir o prohibir que los religiosos controlen la enseñanza.

Jules Ferry y Emile Combes en Francia (http://bit.ly/1jp7YAa) (http://bit.ly/1OOraUd); José Pedro Varela y José Battle y Ordoñez en Uruguay (http://bit.ly/1IoMom3) (http://bit.ly/1PhRAzJ); James Madison y Thomas Jefferson en Estados Unidos (http://abt.cm/1Neghqm) (http://bit.ly/1NegBW6), Mustafá Kemal, Ataturk, en Turquía (http://bit.ly/1lmqTgi), por citar casos exitosos, lograron liberar a sus sociedades del odio teológico (http://bit.ly/1TiRzu5) incubado desde el sistema educativo, aunque en Estados Unidos y en Turquía los religiosos están haciendo todo lo que pueden para abolir y demoler las restricciones sobre la enseñanza confesional.

Los religiosos controlan la educación en muchos países y los musulmanes la imparten en las madrazas. Aunque ciertamente deben existir madrazas decentes (http://bit.ly/1BEsHZw), ciertamente también muchas de ellas son las principales formadoras de los "mártires" que se andan matando por el mundo asesinando gente en sus suicidios (http://bit.ly/1lmrXkj).

Es un peligro serio e inminente para la libertad, para la convivencia, para la tolerancia, para la democracia y para la paz, que los religiosos controlen o influyan en la educación. Porque no enseñan libertad sino sumisión; no enseñan convivencia sino confrontación; no enseñan tolerancia sino intolerancia; no enseñan democracia sino obediencia; mientras hablan de paz incitan a la violencia. Por eso no deben tener ninguna palabra en la elaboración de los contenidos, porque los contenidos deben ser diseñados para consolidar la tolerancia y la libertad.

Ninguna escuela, colegio, universidad, o centro de estudios que involucre a menores de edad debe funcionar con contenidos elaborados por religiosos. Todos los que existan deben ser rigurosamente fiscalizados por el Estado para asegurar que promuevan la tolerancia y la libertad.

Estados Unidos está fracasando en esta lucha porque se encuentra paralizado por sus propios religiosos que no pueden reconocer el problema sin que se vea que ellos y los fundamentalistas islámicos son variantes de la misma cosa, el fenómeno religioso; sin que se vea que los remedios reales para detener a los "mártires" islámicos los dejarán a ellos también sin sus propios fanáticos; sin que se vea que la religión es el problema de fondo en esta cuestión y que ellos son parte del problema y no parte de la solución.

Pero, aunque es pernicioso que Estados Unidos esté paralizado, nosotros no deberíamos quedarnos a esperar que las cosas se deterioren en nuestro país: El Viceministerio de Culto y el Ministerio de Educación desde el Ejecutivo y las cámaras del Congreso desde el Legislativo deben empezar de inmediato a intervenir todos los contenidos de las escuelas religiosas de todas las confesiones para eliminar de inmediato todos los llamados a la intolerancia y contra la convivencia que contengan. Los ataques al pluralismo desde las creencias religiosas deben ser drásticamente desalentados: "Nadie debe argüir sus creencias para impedir a otros el ejercicio de sus derechos".

Si los responsables no actúan ahora, no pasará mucho tiempo hasta que aparezcan nuevos prosélitos paraguayos de diversos cultos llamando la atención con crímenes horrendos como los que afectaron a Francia y Rusia en las últimas semanas.

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