Por Roberto Izurieta - Catedrático de la George Washington University. Columnista exclusivo del diario La Nación

Trabajo y me considero amigo del Presidente Cartes y su familia. Y en justa conciencia no tengo conflicto de intereses para escribir este artículo.

Los grandes líderes se forjan en los tiempos difíciles; se conoce verdaderamente a las personas en los tiempos difíciles. Sin duda, la pérdida de las elecciones de la ANR fue un duro golpe para su partido y también para el Presidente. La reacción natural de cualquier persona al perder es negar la derrota o culpar a otros. La primera respuesta en una derrota es el sentirse vencido, rechazar a los ganadores y resentirse con los ganadores. Pero cuando el presidente Cartes decidió llamar por teléfono y felicitar a Mario Ferreiro por su triunfo la misma noche de la elección, se puso a la misma altura que cuando el presidente Zedillo llamó por teléfono a Vicente Fox para felicitarlo por su triunfo. Cuando Zedillo llamó a Fox, dejó claro que el fin del dominio político de 70 años del PRI no era su responsabilidad; pero si fue su responsabilidad con la historia garantizar que la democracia en México sea plena y se dé una transición ordenada.

El Presidente lo ha dicho con claridad: se jugó por su partido y lo hizo con lealtad y con decisión; aún a costa de dejar, aunque sea por un momento, de ser el Presidente de todos para ser, en la práctica, el Presidente de un partido. Es parte de una tradición Paraguaya que también se da en muchos otros países. En Estados Unidos de América se ve al presidente en actos de recolección de fondos de su partido y eventos políticos de sus partidarios. Pero esta práctica confunde a la ciudadanía en el límite y la responsabilidad entre ser Presidente de todos o líder de un partido. Lo bueno es que el Presidente ha cerrado esa página y ha tomado la decisión de continuar con lo que es su primera responsabilidad: servir a todos y principalmente a los más necesitados.

Hay mucho por hacer en el Paraguay. El Paraguay tiene un déficit de infraestructura que no es aceptable y es uno de los grandes cuellos de botella para su desarrollo pleno. Por eso, el Presidente debe seguir concentrado en que se dé la gran obra del Metrobús que deberá beneficiar a cientos de miles de pasajeros al día; en iniciar el tren de cercanías, en terminar la Ruta 2 y 6, la Costanera Norte, Ñu Guasu, el viaducto Madame Lynch; en seguir con el dragado para aumentar el comercio. El Presidente debe seguir con las obras de agua y saneamiento y seguir batiendo el récord histórico de viviendas construidas por Senavitat y aumentar los créditos para la AFD y Fonavis.

Todo palacio de gobierno que conozco (y posiblemente conozco casi todos los de la región y he tenido el honor de servir ya a cinco Presidentes) son lugares que necesitan oxigenación. No hay mejor oxigenación la que viene de la gente que se le puede acercar a su Presidente para agradecerle, pedirle algo o hacerse escuchar. Falta mucho por hacer en el Paraguay y faltará por muchos años más; pero lo importante es poder decir si se camina en la dirección correcta o vamos para atrás. Las obras mencionadas, la mayor transparencia y apoyo a los programas sociales, la mejora en la educación y salud, manejadas éstas con mucho más honestidad y transparencia que antes, son muestras de caminar en la dirección correcta. Falta mucho por hacer en el Paraguay, pero estoy convencido que se camina en la dirección correcta. Y si el Presidente dedica ahora toda su atención a los retos de gobierno; estoy convencido de que se caminará en la misma dirección pero de mejor manera y de manera más rápida. Eso es lo que quiero para el bien del Paraguay y su gobierno.

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