Por Yechiel Leiter, Director de 3H GLOBAL

El Medio Oriente, Europa del Este y el Mar Meridional de la China están geográficamente alejados de Latinoamérica, pero los eventos que se desarrollan allí deberían sin embargo preocuparnos. Lo que estamos presenciando actualmente constituye un giro radical en la manera en que el mundo funciona: es la creación de un nuevo paradigma en las relaciones internacionales, cuyos resultados, según todos los indicadores, no incluirán estabilidad y calma.

Hemos iniciado el siglo veintiuno con los Estados Unidos al frente de la política internacional. La Unión Soviética había colapsado y China estaba ocupada arreglando su economía; era, en las palabras del comentarista estadounidense Charles Krauthammer, "el momento unipolar" de Estados Unidos. El momento duró sin embargo menos de dos décadas. No terminó de una manera predeterminada estadounidense, sino por una elección de conciencia de su presidente. Si la promesa de Barack Obama de "un cambio profundo en los Estados Unidos" se ha materializado o no en el frente interno podría ser un tema de debate, pero no hay duda de que a nivel internacional ya ha alterado radicalmente el papel de los Estados Unidos. El vacío en el balance de poder entre las naciones no existe; el debilitamiento de una da lugar a otra. Rusia entró marchando a Crimea y Ucrania porque Putin calculó, con razón, que los EEUU no se le opondrían. Es por la misma razón que Rusia está ahora intimidando a los Estados Bálticos, Osetia del Sur y Georgia, amenazando a Japón con respecto a las islas Kuriles y bombardeando a las milicias entrenadas por los estadounidenses que pelean contra el ejército de Hafez el Assad en Siria.

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La retirada de Estados Unidos no ha pasado desapercibida con los chinos tampoco. La flexión de sus músculos en el Mar Meridional de la China está aumentando de manera exponencial y es motivo de verdadera preocupación por la confrontación armada con muchos de sus vecinos. China compite con Taiwán, Vietnam, Malasia, Brunei y Filipinas sobre los derechos de paso, así como también en reclamos de posesión de depósitos de petróleo y gas natural. Actualmente se está imponiendo de maneras amenazantes que no se han visto en la región.

Esta es, pues, la suma total del "reinicio" de Obama con Rusia y de su "giro" hacia la China; ambas superpotencias resurgentes están extendiendo su influencia y control a través de la intimidación militarista. A pesar de las sanciones económicas para Rusia y los reveses económicos de China, los gastos para sus ejércitos están aumentando drásticamente, mientras que los EEUU están reduciendo sus capacidades militares.

¿Por qué todo esto debe ser motivo de preocupación para Latinoamérica?

A la luz de las evidencias, tal vez, no debería. Así como el "momento unipolar" ha terminado, también el período "bipolar" de la Guerra Fría ha terminado. Un mundo dividido entre los EEUU y la URSS no va a volver. Nuestro mundo post-moderno ha puesto fin a la batalla por la supremacía de las grandes ideas; la lucha entre el capitalismo y el comunismo no va a reaparecer para desgarrar una vez más a Latinoamérica.

Sin duda, todavía hay una división política de la izquierda y la derecha, pero es un argumento que se ha estabilizado. Ya no oscilan violentamente los países entre un extremo y otro con los denominadores comunes de la autocracia, la privación de la libertad y el gobierno autoritario. Transferencias saludables de poder se han convertido en la norma y las excepciones han demostrado ser poco atractivas, el mejor indicador de esto son las góndolas vacías de alimentos en los supermercados de Venezuela. (Bolivia, Ecuador y Nicaragua halagan a Venezuela y siguen hablando de izquierda –pero dirigen sus economías hacia la derecha).

La preocupación, sin embargo, debe estar en otra parte. El fin de la bipolaridad significó, por definición, un movimiento hacia la unipolaridad, pero la misma claridad no existe ahora que el momento unipolar ha llegado a su fin. ¿Será el nuevo paradigma de una naturaleza tripolar o de una forma multipolar diferente?. Es la incertidumbre de todas estas cuestiones lo que torna tan volátil la situación actual. Vale la pena recordar que fue una alteración similar del equilibrio de poderes y la incertidumbre que siguió lo que llevó a la Primera Guerra Mundial.

Un aumento de las tensiones internacionales y la amenaza de conflagraciones transregionales, naturalmente, llevarán a la demanda por materias primas accesibles incluyendo los alimentos, los minerales y las fuentes de energía. La riqueza de Latinoamérica en estas áreas hace que sea un objetivo atractivo para los poderes que compiten; esta vez son los bienes tangibles los que pueden arrastrar a Latinoamérica hacia los conflictos distantes de otros y no la ideología.

La respuesta a este desafío es que los países de la región se den cuenta de lo que han logrado en conseguir la estabilidad democrática y garantizar que los extremos no resuciten. Para mantener esta estabilidad, que se encuentra en el centro de la sociedad civil, dos cosas son de importancia capital.

La primera es la unidad, ya que en la unión está la fuerza; y, en este caso, es la fuerza necesaria para evitar las injerencias de las potencias extranjeras. La búsqueda de una nueva alianza estratégica entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico sería el punto de partida adecuado para la creación de una agenda regional unificada.

La segunda es el desarrollo económico y el fortalecimiento y la expansión de la clase media. La clave para lograr esto es la creación de instituciones, junto con la reducción de la corrupción gubernamental para que la confianza de la gente esté totalmente comprometida, y la inversión masiva en infraestructura y educación para compensar los muchos años perdidos de batallas ideológicas, corrupción y mala gestión.

Centrarse en estos dos objetivos hará que los conflictos foráneos sean poco atractivos para los latinoamericanos, y tornar Latinoamérica poco atractiva para aquellos que buscan extender sus conflictos aquí.

Y eso significa crear una Latinoamérica atractiva para la paz y la prosperidad.

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