Atenas, Grecia | AFP | por Odile DUPERRY.

Los representantes de las instituciones acreedoras de Grecia llegarán este miércoles a Atenas para negociar un nuevo rescate, en un clima político tenso por los desacuerdos en el seno del ala izquierda de Syriza, en el poder, sobre las duras condiciones de esta ayuda.

Las negociaciones sobre el tercer rescate, acordado el pasado 13 de julio en Bruselas y estimado en entre 82.000 y 86.000 millones de euros, empezaron a nivel técnico a principios de esta semana, por ahora sin dificultades.

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"Por ahora no ha habido ningún problema de organización", indicaron el martes las autoridades griegas. Por su parte el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, confirmo el miércoles a la radio Europe 1 que "la negociación se está llevando a cabo en buenas condiciones de cooperación".

El trabajo de los técnicos terminará el viernes, según el gobierno del primer ministro Alexis Tsipras.

Mientras tanto se espera la llegada este miércoles de los representantes de las cuatro instituciones acreedoras: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

Los representantes de los acreedores no venían a Grecia desde el año pasado, cuando todavía estaba en el poder la coalición entre conservadores y socialistas de Antonis Samaras.

Declan Costello seguirá representando a la Comisión y estará acompañado en su visita por Rasmus Rüffer (BCE), Delia Velculescu (FMI) y Nicola Giammarioli (MEDE).

La portavoz del gobierno Olga Gerovassili dijo a la radio Real FM que los acreedores retomarán sus inspecciones trimestrales, como hacen desde 2010, y que la primera de ellas podría ser dentro de tres meses.

Previsiones a la baja

Según el periódico Kathimerini, los acreedores prevén que el PIB caerá entre un 2 y un 3% este año, mucho más que la previsión de crecimiento del 0,5% del gobierno griego, y que las finanzas públicas tendrán un déficit primario (que no incluye el pago de intereses) de 1% frente a la previsión del excedente del 1%.

En total estas cifras supondrían pérdidas de 3.600 millones de euros con respecto a las previsiones del gobierno griego.

La mala coyuntura es la consecuencia de las largas negociaciones entre Grecia y sus acreedores desde la llegada al poder en enero del partido de izquierda Syriza.

Pero la situación se ha agravado todavía más con el control de capitales que el gobierno impuso el 29 de junio para evitar la caída del sistema bancario. Aunque algunas medidas han sido levantadas, la retirada de dinero sigue estando limitada a 420 euros por semana.

La bolsa de Atenas también está cerrada desde el 29 de junio. El martes el BCE dio su autorización para volverla a abrir pero de momento el gobierno no ha precisado cómo ni en qué fecha.

El gobierno descarta nuevas medidas

A pesar de que las relaciones entre Grecia y sus acreedores son mucho menos tensas desde el acuerdo, podría haber puntos de fricción porque Atenas descarta votar nuevas medidas antes de obtener el rescate.

"Ni el pacto en la cumbre del euro del 12 de julio (...) ni las conversaciones con el MEDE ni los primeros contactos con las instituciones justifican las informaciones de prensa que hablan de la necesidad de aprobar nuevas medidas preliminares" antes de obtener el rescate, dijo el martes el gobierno.

Sin embargo existen informaciones según las cuales el FMI quiere que el parlamento griego apruebe nuevas medidas de ajuste como las que votó el 15 y el 22 de julio.

Esas dos votaciones pusieron en evidencia las tensiones dentro de Syriza y 30 de los 149 diputados del partido no votaron a favor de las medidas.

El exministro de energía, Panagiotis Lafazanis, uno de los disidentes del partido, aboga explícitamente por volver al dracma y recuerda que en el referéndum del 5 de julio se impuso el "no" a medidas menos duras que las que ahora se están aplicando.

El comité central de Syriza se reúne este jueves y fijará probablemente una fecha para su congreso mientras la prensa ve cada vez más probable unas elecciones anticipadas con las que Tsipras, todavía muy popular, intentaría consolidar su mayoría.

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