Por Roberto Izurieta

Las elecciones primarias son el principal instrumento para que la política se renueve y depure. Sin elecciones primarias, las viejas cúpulas del poder se perpetúan en el Estado. Sin elecciones primarias, los líderes políticos le deben su puesto a los jerarcas políticos, y no a sus bases electorales, o más aún, a los ciudadanos.

Las elecciones en EEUU son un ejemplo de apertura y tienen dos características que las hacen muy efectivas. Primero son secuenciales, es decir no se vota en todos los estados en un solo día, se vota estado por estado. Esto produce dos efectos, el primero hace que los candidatos no tengan que luchar hasta el final (o sea hasta la muerte). Es un juego de fuerzas de poder y cuando se quedan sin fuerza, negocian.

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La segunda característica que es consecuencia de esta es más importante aún: las campañas se vuelven más fáciles de financiar, porque los candidatos no necesitan financiar toda una campaña nacional, sino solo tener el financiamiento para comenzar y medir sus fuerzas en esta contienda secuencial. Esto se vuelve mucho más importante, si se considera que las dos primeras elecciones son en estados pequeños y de bajo costo para realizar campañas: Iowa y New Hampshire. Dependiendo del éxito en estos dos estados, la visibilidad y el reconocimiento del nombre del candidato ganador cobran notoriedad nacional y con ello vienen los recursos para el resto de la campaña.

Al ser secuencial, también hace que la campaña sea lo suficientemente larga para dar la oportunidad a los ciudadanos, estado por estado, a conocer a sus candidatos. Esto permite que los candidatos "nuevos" y "sin experiencia", como lo fue Barack Obama en su momento, prueben en esta larga lid que tienen lo que se necesita para que un candidato nuevo esté probado, antes de llegar a la Presidencia.

Conozco poco de la historia del Paraguay, pero admiro sus elecciones primarias abiertas. Sin ellas, el Partido Colorado seguiría siendo gobernado por las viejas estructuras del poder, o sus hijos. Horacio Cartes, que no es un político de la vieja guardia, nunca habría llegado a la Presidencia a no ser por las elecciones internas. Sin él, el Partido y el Gobierno estarían a cargo de viejos y conocidos nombres como Juan Carlos Galaverna, Nicanor Duarte, entre otros.

Me parece también muy positivo que ambos candidatos sean los más jóvenes que han aspirado a dirigir al partido. Hago votos porque ese proceso de renovación y alejamiento de la sombra del pasado y de las prácticas de la "vieja política" continúen este domingo. Me gustaría que el proceso no fuera clientelar, aunque lo es, en ambos lados.

Espero y aspiro que la elección de este domingo sea el capítulo final donde se rompa el cordón umbilical con un pasado que poco bien le ha hecho al Paraguay. Este domingo el ganador le deberá el triunfo a sus bases electorales. Y mañana, a los ciudadanos. Pero es el camino correcto.

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