El presidente Horacio Cartes, evocando las palabras del Papa Francisco cuando lo recibió en el Vaticano, recordó: "Tocá a la gente", me dijo. Son sus palabras, Santidad, agregando: "¿Y qué es la gente? ES EL REBAÑO DE DIOS!". Seguidamente, el mandatario afirmó que aquellas palabras "se han constituido en el emblema" de su gobierno: "La gente en primer lugar, la lucha frontal contra la pobreza y la marginación". Asimismo, Cartes consignó lo que Su Santidad ha dicho el primer día de su Pontificado: "NUNCA OLVIDEMOS, QUE EL VERDADERO PODER, ES EL SERVICIO".

Así manifestó el presidente Cartes en el discurso pronunciado en la noche de hoy viernes 10 ante el Sumo Pontífice, en la Explanada el Litoral del Palacio de López. Esta ceremonia tuvo lugar luego de la reunión que los dos Jefes de Estado mantuvieron en el despacho presidencial de la sede gubernativa. Seguidamente, las palabras del presidente Cartes:

"Santidad, amado Papa Francisco,

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Bienvenido al Paraguay!

Nuestros corazones están llenos de gozo, al tenerlo entre nosotros!

La bendición de su Visita Pastoral, cubre mi nación, con un manto de fe y de esperanza.

Gracias, Santidad, por honrar al Paraguay, en su peregrinar pastoral por el mundo.

Su presencia, Santo Padre, es símbolo de amor, de alegría y de unión. Y con ese espíritu, el pueblo paraguayo vivirá estos tres días gloriosos de su historia.

Es grande la emoción que sentimos, cuando Su Santidad menciona con tanta valoración, a la mujer paraguaya, que en las horas más difíciles, oscuras y dolorosas de nuestra historia, supo afirmarse en la dignidad de mujer y madre; preservar y fortalecer la familia; revivir los hogares, salvar la fe, la cultura y el idioma de nuestro pueblo.

De entre las cenizas humeantes de la tragedia, la mujer paraguaya fue factor esencial para reconstruir la patria. Gracias, Santo Padre, por dar dimensión universal al valor humano y cívico de la mujer de nuestra tierra!

He sido honrado en dos ocasiones por Su Santidad al recibirme en el Vaticano. Conservo como un tesoro sus atenciones, sus palabras y sus consejos, que ponen en primer lugar a la gente, especialmente a los más humildes, a los que más sufren angustias, marginamiento y necesidades.

"Tocá a la gente", me dijo. Son sus palabras, Santidad, agregando: "¿Y qué es la gente? ES EL REBAÑO DE DIOS!"

Han calado en mí tan hondo esas palabras, que se han constituido en el emblema de mi servicio. La gente en primer lugar, la lucha frontal contra la pobreza y la marginación.

Procuramos honrar a Dios, sintiendo como nuestra la necesidad del prójimo. Y nos empeñamos en honrar a nuestra patria, poniendo todo nuestro esfuerzo, en dignificar a nuestra gente, creando las condiciones para el Bien Común.

Los tiempos que vivimos, signados por el avance prodigioso de la ciencia y de la tecnología, esboza, sin embargo, una humanidad cada vez más indolente e indiferente con los más necesitados, con artilugios relativistas de la post modernidad.

El hombre que elude responsabilidades, solvencia moral y ética vivencial, se aleja de Dios.

Ante esto, vemos cómo el Papa levanta la enseña de los valores olvidados, y acomete con decisión contra los vicios, la corrupción, la impunidad y la falta de fe. Esa es también nuestra bandera!

Agradecemos por ello su presencia en el Paraguay, su visión y sus palabras, directas y valientes.

No necesito presentarle al Paraguay. Su Santidad sabe mucho de nuestra heroica nación, conoce de nuestros esfuerzos, sueños y esperanzas, así como de nuestras dificultades e infortunios.

Su afecto por nuestra patria, nos llena de legítimo orgullo, y es también propicia esta ocasión, para agradecer a Su Santidad, todo cuanto confortó y ayudó a nuestros hermanos paraguayos, durante su misión episcopal en Buenos Aires.

Hoy recibimos al Sumo Pontífice, en la tierra de la Virgen de Caacupé, la Madre que desde hace siglos cuida y protege a sus hijos del Paraguay.

El 16 de mayo de 1988, en su inolvidable visita a nuestra patria, el Papa Juan Pablo II, hoy San Juan Pablo II, canonizó en Ñú Guazú, al primer Santo paraguayo, San Roque González de Santacruz y sus compañeros mártires.

En la línea de esos eventos transcendentes de nuestra historia, se suma hoy la visita del Papa Francisco, mensajero de la alegría, del amor y de la solidaridad.

En estos días, hemos recibido con entusiasmo su llamado urgente a preservar el planeta. El mensaje de Su Santidad coincide con los postulados ancestrales de la cultura guaraní, sobre la importancia del tekoha guasu, la casa grande, nuestro planeta, nuestro hogar común.

La Encíclica "Laudato Sii" se erige en monumento contra la indiferencia, sobre la deuda ecológica del desarrollo.

En vano se afana el hombre en la carrera del progreso, si la fórmula de desarrollo sostenible en armonía con el ecosistema, no encabeza y condiciona el temario del diálogo global, como sugiere Su Santidad.

La apuesta al desarrollo sostenible, permanece estéril, en tanto no llega a los más necesitados. Coincidimos con Su Santidad en que además de la preservación del ambiente, el nuevo modelo para el desarrollo de los pueblos, debe embanderar el elemento inclusivo, confrontar sin temor el fenómeno de la pobreza y generar oportunidades para las poblaciones vulnerables.

Este nuevo modelo de desarrollo es improrrogable. La diferencia entre las naciones que lo incorporan, y las que no, será cada vez más notoria, con efectos directos para la comunidad.

Optamos por el desarrollo en armonía con la naturaleza, sostenible, inclusivo, sensible a los sectores más desfavorecidos y conscientes que el atractivo demográfico del Paraguay de hoy, puede convertirse en el flagelo del mañana, si no generamos cuanto antes las oportunidades de realización que demanda la joven población de nuestra patria.

El desafío que nos presenta la historia, es extraordinario, pero posible.

Y ante tamaño reto, confieso mi identificación con el mensaje de "Amor civil y político" del Santo Padre.

Es este amor, la llama que nos inspira a servir al Paraguay. El mismo amor que Jesús reivindicara para el prójimo, como fundamento de la Nueva Alianza y que en su última Encíclica, el Papa Francisco nos expone, en la dimensión política.

Santidad: Su Magisterio nos ha enseñado que Dios es dueño de nuestro tiempo, y que las personas, somos responsables de nuestros momentos.

Quiero cerrar estas palabras, recordando aquellas que con tanta generosidad y sabiduría sentenció Su Santidad el primer día de su Pontificado: "NUNCA OLVIDEMOS, QUE EL VERDADERO PODER, ES EL SERVICIO".

Con humildad agradezco a Dios la bendición de su visita, y con toda la sinceridad de mi corazón, le aseguro que uno de los más grandes honores de mi vida, es recibir en mi patria al Vicario de Cristo, al querido Papa Francisco.

Bienvenido al Paraguay!

Que Dios nos bendiga a todos.

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