Por: Carolina Vanni - Periodista, Diario La Nación

La primera comunión la recibí de un gran luchador contra la dictadura, el pa'i jesuita, Vicente Barreto. El era el cura párroco en mi querida cuidad Santa María de Fé. No se si por lo liviano de mis pecados de ese entonces, o porque era su forma misionar, pero siempre daba gusto confesarse con él. Jamás juzgaba.

En mi adolescencia conocí a otro gran jesuita, el Pa'i Alberto Luna, hoy Provincial de la Compañía de Jesús en Paraguay. Desde que lo conozco, es una persona amable, bondadosa y con la palabra exacta, en el momento justo. Sin dudas es una persona excepcional.

Con él, en mi cuidad natal, yo y todos los que acudíamos a Misa los domingos en la Iglesia de Santa María, aprendimos el Padre Nuestro en guaraní, ya que él siempre oficiaba la Misa en el idioma nativo y es uno de los propulsores de la celebración de la eucaristía en Guaraní y sus innovaciones.

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Hoy todos quieren aprender el Ore Ru, para rezar con el Papa Francisco, pero nosotros, los que escuchábamos la misa del Pa'i Luna ya lo sabemos, aunque ayer me vine a enterar que la versión que aprendí en mi adolescencia sufrió modificaciones.

Pai Luna también estuvo en un momento importante de mi vida: el bautismo de Athina y Jesús María, mi hija e hijo. La ceremonia fue muy emotiva, un jueves 23 de abril del 2009, en la Capilla San Roque Gonzalez de Santa Cruz de San Lorenzo.

En el 2013, cuando eligieron al cardenal Mario Jorge Bergoglio como Papa me alegré mucho al saber que era de la congregación de la Compañía de Jesús, porque sé que los Jesuitas son bastante abiertos. Y no pasó mucho tiempo para darme cuenta que no estaba equivocada.

Además de hablar tan naturalmente de las personas de opción sexual diferente, de las madres solteras y la necesidad de bautizar a sus hijos sin que la Iglesia sea una aduana, entre otras cosas, quedé impresionada cuando supe el cariño que él sentía hacia los paraguayos y en especial, su admiración por la mujer paraguaya.

Todo podía imaginarme de este Papa, pero lo que jamás me soñé siquiera era que alguna vez, estaría en el mismo avión que él, tan cerca y con la posibilidad de hablarle y pedir la bendición, especialmente para mis seres queridos, amigos y conocidos.

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