Washington, Estados Unidos | AFP | por Jean-Louis SANTINI.

Este champán, cuyas botellas están ahora entre las más antiguas de las que se tenga noticia, es además el más añejo que se haya jamás catado y analizado.

El cargamento de 168 botellas fue descubierto a 50 metros de profundidad en 2010, precisaron los investigadores franceses que analizaron su composición química y tuvieron el placer de degustar su contenido.

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Las etiquetas habían desaparecido para el momento en que las botellas fueron descubiertas, pero los expertos lograron identificar a los conocidos fabricantes Veuve Clicquot-Ponsardin, Heidsieck y Juglar, gracias a marcas en los corchos.

Los resultados de la investigación fueron publicados el lunes en la revista PNAS, de la academia estadounidense de ciencias.

Este hallazgo proporciona detalles sobre los métodos de fabricación y los gustos de los amantes de este prestigioso vino de mediados del siglo XIX.

"Después de 170 años de añejamiento en el fondo del mar en condiciones casi perfectas, estas botellas adormecidas de champaña se despertaron para contarnos un capítulo de la historia de la vitivinicultura", señaló el estudio.

"Era un muy buen vino, impresionante. Me quedé largo tiempo con su aroma en la boca", contó Philippe Jeandet, profesor de bioquímica alimentaria de la facultad de ciencias de la Universidad de Reims y principal coautor de la investigación, en una entrevista telefónica con la AFP.

Citando a enólogos profesionales que degustaron muestras de este champán luego de dejarlo respirar un poco, Jeandet calificó el vino como "muy joven, muy fresco, con una nota floral o afrutada".

"Nos sorprendió enormemente que estuviera tan perfectamente preservado, tanto en su composición química como en su aroma", añadió.

Y, contrariamente a lo que habrían esperado, los expertos determinaron que no existen grandes diferencias en los perfiles químicos de estos ejemplares sumamente añejos con respecto a los actuales.

Hábitos dulces

"Desde el punto de vista de la salud del consumidor, pienso que este champán era casi tan irreprochable como los vinos de hoy en día", aunque tenía niveles un poco altos de cobre, por la sulfatación de las viñas para combatir los hongos.

Pero, "tal vez, la característica más sorprendente de este champán báltico es su extraordinariamente alto contenido de azúcar", comentó Jeandet.

Esta dulzura puede haber venido del almíbar de uva que se añadía antes de encorchar las botellas, indicó el estudio.

El champán contenía cerca de 140 gramos de azúcar por litro, cerca del triple de lo que se estila en los tiempos modernos y tres veces el azúcar que se encuentra en una botella de Coca Cola.

Esta cantidad de azúcar suena excesiva a la luz de los gustos actuales, pero no en aquel momento.

Según los archivos de Veuve Clicquot, esto corresponde a los gustos de la época en Francia y en Alemania.

Desde que las botellas fueron halladas en las profundidades del mar Báltico ante las costas de Finlandia, muchos asumieron que el cargamento se dirigía a Rusia.

Pero la correspondencia entre Madame Clicquot y su agente en Saint Peterburg revela que el mercado ruso prefería un vino mucho más dulce aún: con 300 gramos de azúcar por litro.

En aquella región, incluso se solía añadir cucharadas de azúcar al vino que se tomaba en la mesa, según los investigadores.

Hoy en día, un champán demi-sec contiene cerca de 50 gramos de azúcar por litro, pero los más consumidos son los bruts o ultra-sec, que no tienen nada de azúcar.

La investigación también sugirió que las condiciones frías y oscuras del fondo del mar podrían ser un lugar ideal para almacenar champán.

En 2011, una botella de Veuve Clicquot que provenía de este naufragio fue vendida en subasta por un récord de 30.000 euros (32.400 dólares al cambio actual).

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