Pepa Kostianovsky

Como ya habrán notado los lectores que siguen esta columna, a mí me preocupa, y muy seriamente, el señor Milei. Leo todos los días algunas de las disparatadas conversaciones con periodistas, que obviamente le vienen haciendo el juego, porque como dice y hace cantinfladas, les mantiene la audiencia. Algo que resulta muy difícil de mantener con un Massa, con su cara de funebrero y cuyo discurso parece salido de un Diccionario de Conceptos, resultan más aburridos que concierto de sobrinita. Y una señora Bulrrich, que de lejos ya trae cara de desesperanzada (lo cual no quiere decir que no gane, de esas urnas puede salir resultando cualquier cosa).

En fin, a Milei lo tenemos hasta en la sopa, ya sea en la TV argentina, ya sea en nuestros celulares, donde obviamente, el tipo tiene adquirida la exclusividad.

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Y cada día dice cosas más absurdas y contradictorias. Lo pintoresco es que no solo dice en junio una cosa y en agosto la contraria. Sus contradicciones se han ido aproximando raudamente, y ahora, ya no solo las dice en una misma entrevista, sino que las incluye en una misma respuesta.

Elijo como ejemplo la que largó cuando le preguntaron cuál sería su primera medida (de llegar a la Presidencia) y respondió: Disolver el Congreso, ambas Cámaras, anular los ministerios y la Corte Suprema de Justicia y cerrar el Banco Central. Vale decir que de un solo lapicerazo, tirará la Constitución Nacional argentina al basurero, y se constituirá en poder único. ¿ L’Etat se Moi?. ¡No! porque Milei no quiere saber nada del Estado. De modo que es un simple y vulgar ¡Aquí mando yo!

Lógicamente, el periodista le pregunta: ¿Cómo piensa hacer para frenar todos los reclamos, protestas, saqueos y desenfrenos de los miles de desocupados y “desplanados” que generaría su revolución boligráfica?, a lo que responde: “Convocaré al Ejército, a las fuerzas de seguridad, a la Dirección de Recaudaciones, yyyyy… (disculpe el lector, pero no recuerdo cuál era el cuarto, si el portero de su edificio, su guardia personal –aunque niega tenerla– o su hermana, que es la única de su familia con quien habla, porque ya dijo que con los padres está peleado, “para mí están muertos”.

De modo que piensa valerse de la Fuerzas Armadas (que dependen del Ministerio de Defensa, al que él ya anuló con su decretazo), de las fuerzas de seguridad interna (que dependen del Ministerio del Interior, que ya también kaput), al recaudador de impuestos (que depende de Hacienda, otro kaput). “Y cada uno será responsable de lo que le corresponde”, termina diciendo, con sonrisa de “vieron que piola soy”.

Lo que todavía no escuché es que le pregunte cómo piensa asumir las deudas internacionales o qué tiene previsto ante los casos que le atañen directamente con Paraguay. ¡Y ESO ES LO QUE ME ASUSTA!

Porque este tipo es capaz de sacar otro decreto, o agregarle un artículo al Único entre Únicos en el que diga que los compromisos firmados por gobernantes anteriores son responsabilidad y deuda exclusiva de sus firmantes y pretenda que vayamos a cobrarle al finado Kirchner, o al general Belgrano.

Me lo imagino instalado en una cumbre de mandatarios. ¿No les parece que es para preocuparse?

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