• Por Augusto dos Santos
  • Asesor político, analista

La palabra diversión tiene una acepción militar que es muy rica. Así como en el “uso civil” significa entrete­ner...caramba, en el militar también. En rigor, en tér­minos militares la estrate­gia de diversión es generar una simulación en deter­minado rumbo o sentido y operar en la realidad en el otro.

Sin embargo, en donde esta estrategia centenaria tiene su escenario más propicio es la política, donde todo lo que pasa no será nunca sino una parte, y una parte de lo que sucede se presentara siempre como de lo más absoluto. Si la “diversión” en términos de generar dos versiones, una real y una de mentira, funciona para la campaña política no deja de estar presente también en las artes del relato pos­terior, las dichosas razo­nes de la victoria o de la derrota, ese arrugado dia­rio del día siguiente que no deja de leerse así pasan los años y las generaciones.

Vamos a salir a detectar mentiras en tales balances:

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MENTIRA 1

El PLRA no puede ganar las elecciones con candidatos propios, tiene que recurrir afuera como cuando ganó Lugo.

Esta deducción es una falta de respeto al volu­men y la presencia nacio­nal de un partido como el PLRA, en tanto la ecuación al respecto de un candidato ganador se puede ver desde una perspectiva interna sin ningún problema.

Bastaría con formular como candidato ideal del PLRA a aquel candidato que, teniendo la plena con­fianza del pueblo liberal, es capaz, al mismo tiempo, de captar votos por afuera de esta agrupación política y en otros partidos, parti­cularmente en la ANR y en los bolsones independien­tes. ¿Por qué habría de este espécimen en diversos sec­tores, incluyendo la ANR y no en el PLRA?

El hecho de que en este momento a consecuencia de la impronta ultraopo­sitora de Efraín Alegre no exista tal perfil visi­blemente no significa que no pudiera existir de cara al futuro. En este orden, una misión partidaria del PLRA debería ser la bús­queda de tal performance, antes que pensar en la idea facilista de buscar por afuera que –además– no es fácil de digerir para sus sectores más identitarios.

MENTIRA 2

Los votos colorados se enrolan incluyendo diri­gentes colorados en la propuesta electoral opo­sitora.

Esto es probadamente falso. Es una eterna fór­mula que fracasó siem­pre. Bueno, no siempre. No fracasó una y única vez en que hubo fuerte presen­cia colorada, pero no fue para el alarde, sino para reforzar con pensamiento de calidad electoral, una campaña: la victoria de Fernando Lugo. Detrás de esa victoria hubo un fuerte núcleo colorado, encabezado por el exse­nador Kencho Rodríguez. Pero su valor fue estraté­gico no promocional.

Las últimas dos expe­riencias de eleccio­nes en este orden ha sido decepcionante para los intereses del PLRA, tanto por la inclusión de diri­gentes colorados de cuarto orden y mani­fiesta impopulari­dad a los que no vota­rían ni sus madres, como por una razón de hierro: el que debe empatar con votos de distintas banderas es el candidato y nadie más. La política, como el teatro, es un arte de representación. El que representa es el candi­dato y tal representa­tividad y representa­ción deben conjugarse con la simpatía de elec­tores. No importa que los acompañe la reen­carnación de Telémaco Silvera; si el candidato no abre puertas, no abre puertas.

MENTIRA 3

A la ANR le funcionó muy bien posicionarse en contra de la Embajada de EE. UU. con el discurso provida, profamilia.

La campaña de la ANR jamás se posicionó en con­tra de la Embajada. Fue un tema que se evitó siempre. Se pronunciaron miles de discursos desde octubre hasta abril, es imposible encontrar sino dos o tres en los que se aludió a tal representación y nunca de boca del candidato.

Era clarísima para la estra­tegia de la ANR que el apoyo extranjero a un sec­tor tiene por naturaleza una histórica carga nega­tiva y con eso les bastaba enfrentarse, además, iba a ser una torpeza.

En cuanto al discurso conservador provida, etc., si bien se lo escuchó en las internas, estuvo muy ausente del discurso del candidato a presidente en las generales, cuando se centró su alocución en los cuatro ejes centrales: segu­ridad, empleo, salud, edu­cación.

MENTIRA 4

Paraguayo Cubas fue fun­cional a la ANR, restando votos a la oposición

Por cierto, Efraín Alegre fue mucho más funcional a la ANR que lo que pudo haber sido Paraguayo Cubas. En rigor, Cubas fue el gran protagonista en las elecciones 2023, fue “el que multiplicó” llegando a un volumen de votos que un candidato no perteneciente a un partido político tradi­cional no alcanzaba desde el 2008.

No existen dudas sobre que Paraguayo Cubas tenía muy clara la proyección sobre su búsqueda y captura de la posición número tres en el escenario político nacio­nal. Los que lo conocen saben que el mismo mane­jaba esos números mucho antes que las propias elec­ciones internas.

Aquí radicó otro claro error del efrainismo, el pavoroso temor al contraste interno, que está claramente pre­sente hasta hoy. Cubas es demasiada competencia para tenerlo en un espacio común, aunque una vez afuera se lo aplaude y se le expresa solidaridad.

MENTIRA 5

El discurso anticartista es suficiente para capturar opositores

Objetivamente el discurso anticartista es suficiente para capturar la simpa­tía de los grupos mediáti­cos Vierci y Zuccolillo. El efecto es inmediato como cuando el tío Oblongo, de Les Luthiers, enseña la frase “singuí ngtumi” a su astuto sobrino Yoghurtu Nghé. Pero tal empatía no se transfiere a las mayo­rías opinadoras en los even­tos comiciales y eso está demostrado.

Esta es una bandera con la que perdió 10 años de tiempo electoral el libera­lismo con Efraín Alegre. Estableciendo a HC como el enemigo, el dragón a derrotar. Pero ese dragón no le daba pelea nunca, no le respondía, no le contro­versiaba; y al funcionar así, las hachas se transforman en bumerán. Siempre.

(Aquí vale recordar que uno de los dogmas en una campaña es encontrar un “enemigo” para que el dis­curso principista se corpo­rice en alguien o en algo, de la búsqueda de tal enemigo estamos hablando).

MENTIRA 6

La gente ya no cree en los medios, sino en las redes sociales

Esta es una defensa a los medios que parecerá un ataque. Sucede que el poder de influencia de los medios al modelo del “Abc de Aldo Zuccolillo” es una leyenda hoy sobredimensionada; además, ya no existen razo­nes para tener una con­fianza absoluta en medios totalmente sectarizados (todos, incluso este). Las audiencias saben que los grupos mediáticos repre­sentan una idea política y defienden determinados intereses. Lo cual es una pena porque los medios han dejado de ser medios para ser fines de comunicación, hecho que acrecienta el temor del filósofo Byung-Chul Han, cuando mani­fiesta sus temores al res­pecto de las redes sociales como expresión de creen­cias y no de razones. Allí es donde los medios debían ser aquella fuente inagota­ble de razones.

Pero, aun así, y en medio de la grieta y como referen­tes sectoriales, los medios concitan cierta confianza de las audiencias. Es muy probable que los adheren­tes de Efraín y Soledad con­fiaran en las posiciones de figuras del Grupo Vierci. De hecho, estaban segu­ros de la victoria de Efraín, pese a las advertencias en contrario. Igualmente, es probable que los adheren­tes del sector que obtuvo la mayoría nacional para ganar las elecciones (con colorados y no colorados) confiara más en el canal GEN, que no es una casua­lidad que fuera el medio televisivo más visto en su rubro en tal jornada elec­toral. Por lo mismo que se expresaba más arriba, la comunicación también es un arte de representación.

Pero pese a todo el despres­tigio, los medios televisi­vos siguen siendo el medio más confiable según todas las encuestas de opinión, y se encuentra lejos, muy lejos, de medios ubicados en plataformas, como Face­book, que compite a todos en masividad. Por lo tanto, es mentira que las redes fueran más influyentes, lo siguen siendo los medios tradicionales, por lo menos por algún tiempo más.

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