• Por Josías Enciso Romero

Nada es tan viejo que no pueda ser refritado como nuevo. O tan nuevo que ya no venga con el rancio aroma de lo viejo. Eso pasa en el periodismo, en la política y en el deporte. Y los lugares más comunes de los que se nutre el periodismo son justamente la política y el deporte, principalmente el fútbol. La receta es muy simple: al guisado del día anterior se le agregan ingredientes frescos.

En un clásico, como el del sábado anterior, no hay réferi que no haya perjudicado a uno de los equipos, según la perspectiva del afectado. Cambiarán los epítetos y los protagonistas, pero la discusión seguirá siendo la misma desde la época en que el abuelo le llevó por primera vez a su hijo, que ahora es su padre, a ver un partido de once contra once en que, por lo general, en algún lado hay expulsados y, entonces, los otros terminan con doce porque se les sumó el árbitro.

¿Ya lo escuchó alguna vez? Convencido estoy de que sí. Lo mismo ocurre en el mundo de esa actividad humana que empieza con “P” y que, según Mafalda, de Quino, es una mala palabra. Fue después de que Manolito lo pronunciara como ejemplo a pedido de la profesora, generando un gesto de fastidio en nuestra inmortal protagonista. Pase adelante y vamos a ilustrarlos con ejemplos, que es la forma más sencilla de aprender. No importa el día en que usted lee el diario, escucha la radio o mira la televisión para enterarse de que la culpa de todos los males y penurias de Efraín Alegre es el titular de la Junta de Gobierno de la Asociación Nacional Republicana, Horacio Cartes. No importa que la mitad de los afiliados del Partido Liberal Radical Auténtico y también la otra mitad pidan que renuncie a la presidencia del PLRA después de su estruendoso fracaso en las elecciones generales del 30 de abril. Él se atrinchera en su cargo porque “no nos va a echar el cartismo”, he’imi la tipo.

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Durante toda la campaña proselitista su discurso giró en torno al presidente de la ANR. Por supuesto, los disparatados ingredientes se cocinan en la vieja marmita de la cadena mediática de la frustrada hechicera lectora del futuro, Natalia Zuccolillo. Y, naturalmente, aunque en menor frecuencia, en la cacerola de los Vierci boys. Así, en una de sus delirantes incursiones, Efraín Alegre, sin que nadie le contradiga o repregunte, afirmó que el entonces candidato del Partido Colorado, Santiago Peña (hoy ya electo presidente), era “el puente para la reelección de Cartes”. Luego le pasaron un libreto que marcaba la inocultable desesperación de todo su equipo, tratando de proyectar en sus adversarios aquella emoción provocada por la impotencia o la ira: “La desesperación del proyecto Cartes-Peña es el control del poder, pero no como un proyecto político, sino como una salvación personal de Cartes.

El cree que puede negociar desde el Gobierno su salvación con los Estados Unidos, por sobre los intereses del Paraguay”. Alguien le habrá soplado compasivamente lo descabellado de sus declaraciones que esta segunda versión ya es una modificación de la primera. Ahora decía “el cree”, pero en el capítulo anterior de su interminable novela había asegurado rotundamente: “Va a negociar con Brasil a costa de los intereses del Paraguay en Itaipú”. Y retozando como cabra rumbo al monte, añadía: “Va a negociar con los Estados Unidos a costa de Paraguay”. Y bueno, sus palabras cayeron en saco roto y los votos fueron para los otros. Y se quedó hablando solo.

Esta vez Efraín Alegre reconoció su derrota, aunque sin felicitar a los vencedores, para luego sumarse a las huestes de Paraguayo Cubas reclamando que hubo fraude. El presidente del PLRA y candidato de la Concertación Nacional fue hartamente monotemático. Igual que el oficialismo marista durante las internas del Partido Colorado: el oponente a destruir era Cartes. Pero el resultado fue tan adverso que solo podemos presumir que el efecto fue contrario a lo deseado por los opositores. Dejaron de lado la “ANR nunca más” y los “70 años de coloradismo” para disparar su artillería verbal contra el cartismo, el enemigo acérrimo. Y los cobijó el signo del fracaso electoral. Un desastre, en realidad. No lo decimos nosotros, sino figuras del liberalismo que fueron electas para cargos relevantes en el periodo 2023-2028. Como diría aquel insigne paraguayo: “La cuestión no es nosotros”.

En el ramo surtido del periodismo nacional el ambiente de resentimiento y furia aminoró un tanto, pero no desapareció. El diario de la calle Yegros sigue destilando bilis. Después de que publicáramos que la Itaipú Binacional estaba llamando a concurso apurado para seleccionar personal (220 en total), con características de amaño para ubicar a los leales de los que se están yendo, y con fuertes sospechas de que estaría detrás el inefable Gerardo Soria, integrante de la selecta fauna de Marito, Abc Color se prendió del tema, con pruebas concretas de que los requisitos estaban ajustados de acuerdo con los intereses de bien identificados pasantes.

Ahora sale con el cuento de que “el cartismo pide frenar concurso de Itaipú buscando asegurar cupos para hurreros”. O sea, se desmiente a sí mismo. ¿De quién es la denuncia? Del hurrero number one, Gerardo Soria, asesor de Responsabilidad Social, cuyo cargo deberá dejar en breve. Y eso que el mismo medio impreso publicó que, después de su “descubrimiento”, la hidroeléctrica modificó subrepticiamente las condiciones para acceder a los cargos. ¿Cuál es el apuro para tal convocatoria? Solo podemos encontrar respuestas desde la inmoralidad que fue el sello característico de este gobierno. Y si el diario que nació bajo el amparo de la dictadura estronista pusiera más empeños podrá encontrarse con nuevas sorpresas. De un nepotismo que da calambre. Pero como el cartismo está detrás, según sus antojadizas conclusiones, es preferible caer en contradicciones. Utilizar el codo como borrador. Decime esquizofrenia. Y, de paso, bipolaridad. Si el refritado Kure Caldo es tu fuente, dejá nomás así. La verdad viene marchando.

Esta vez Efraín Alegre reconoció su derrota, aunque sin felicitar a los vencedores, para luego sumarse a las huestes de Paraguayo Cubas reclamando que hubo fraude.

En el ramo surtido del periodismo nacional el ambiente de resentimiento y furia aminoró un tanto, pero no desapareció. El diario de la calle Yegros sigue destilando bilis.

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