Mario Abdo Benítez está tirando toda la carne al asador. Y no hablamos de la carne para las milanesas que tiene para comer él, sus hijos, nietos y bisnietos. Esa la tiene guardada en el freezer del banco. Está tirando al asador de su campaña electoral, la carne que es de todos. De hecho, dicen que uno de los principales motivos por el cual su cada día más pequeño círculo lo convenció de candidatarse a la presidencia de la Asociación Nacional Republicana es porque su candidatura implicaba que las canillas del Estado se mantengan abiertas y el agua salga con mucha presión de manera permanente. Además, el que el oficialismo no tiene una ficha mejor para poner a competir y si su mejor carta es un presidente de la República que está de salida, que se sabe perdidoso, con niveles estratosféricos de impopularidad y que encima no tiene un heredero dentro de su propio movimiento, no estamos ante un primer mandatario, sino que ante un ave de paso de la política paraguaya. No habrá proyección posible o alguien que asuma el liderazgo de ese sector. Si ahora le cuesta conseguir quien lo defienda en las Cámaras del Congreso Nacional, quien lo seguirá en la llanura. Llega el 15 de agosto y se acaba el abdismo. No hay abdismo sin Abdo.
En este plan de tirar todo el Estado por la ventana para financiar su capricho de niño malcriado, el presidente de la República promete un aguinaldo a los beneficiarios de Tekoporã (uno de los segmentos más pobres de la población), al mismo tiempo se olvida de los adultos mayores, su presidenta del Indert promueve y alienta a invasores de tierra; sus parlamentarios hacen vito del Presupuesto General de Gastos del 2023 ofreciendo recategorizaciones, nombramientos y otros beneficios para sus operadores; su precandidato a vicepresidente de la República ofrece un plus de un millón quinientos mil a los docentes que voten por el oficialismo, usa las licitaciones de las cacareadas rutas (que por cierto él mismo asfalta con su empresa) para hacer videos para sus candidatos y pedir votos para su lista en la interna de la ANR. Versiones de que al menos un 20% de cada licitación millonaria va a la campaña del movimiento oficialista. ¿De cuánta plata hablamos en total? Imposible cuantificar. Y todo esto no es que lo hace a escondidas ni mucho menos. Al contrario, lo hace ante los ojos de todos, de manera absolutamente desvergonzada.
No se ha visto un solo posicionamiento de alguna de las oenegés que se dedican en cada elección a verificar, controlar, auditar y exponer los gastos de campaña electoral y a denunciar el uso de fondos públicos en campaña. Hasta el grupo de medios de comunicación más abyecto, el de Natalia, llegó a cuestionar este pornográfico y pantagruélico uso de plata pública para financiar la campaña del oficialismo. Pero de organizaciones como Semillas por la Democracia u otras tantas que se llenan la boca de transparencia y que pedían a gritos la aprobación de la ley de financiamiento político, ni una sola palabra. Nada. Lo mismo con los observadores internacionales de elecciones. Los partidos de oposición ni hablar, por esas casualidades de la vida, este no es un tema en la agenda del otro experto en videítos,, Efraín Alegre. O tal vez, él también esté siendo beneficiado. Quién sabe.
Que este Contexto quede en los archivos para alertar sobre el silencio que guardaron todos mientras se cometía el latrocinio mas grande de la democracia.
Hasta el grupo de medios de comunicación más abyecto, el de Natalia, llegó a cuestionar este pornográfico y pantagruélico uso de plata pública para financiar la campaña del oficialismo.
En este plan de tirar todo el Estado por la ventana para financiar su capricho de niño malcriado, el presidente de la República promete un aguinaldo a los beneficiarios de Tekoporã.