El abogado y presidente del Instituto Paraguayo de Derecho Constitucional, Robert González, sostuvo que las elecciones generales del 30 de abril se llevaron a cabo de manera ejemplar y que la postura del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) de la no apertura del sobre 4 se ajusta al orden jurídico constitucional y los principios democráticos.
“Más allá de que sin lugar a duda es muy importante darle la mayor cantidad de control, creo que en este caso, el proceso electoral se ha llevado adelante de manera ejemplar y como consecuencia de ello, entiendo que la posición que está asumiendo hoy el TSJE es absolutamente compatible con el orden jurídico constitucional como por los principios de la misma democracia”, sostuvo el profesional del derecho.
También indicó que existen etapas y procedimientos contemplados en la ley para realizar los reclamos correspondientes, y que en este caso no se presentó ninguna impugnación. “En ese sentido ya precluyó el momento en que quienes tenían objeción puedan formular sus reclamos”, dijo González a la 1080 AM.
Además, refirió que la voluntad popular está a salvo desde el momento en que todos los actores políticos participaron de este proceso antes y durante las elecciones generales. “Así que hoy no podemos señalar que la existencia de irregulares significa que hubo fraude”, insistió el titular del Instituto Paraguayo Constitucional.
Asimismo, desde la Justicia Electoral afirman que abrir el sobre número 4, que contiene los boletines de votos de cada mesa, es ilegal y podría generar una inestabilidad jurídica. De igual manera, señalan que no existe ninguna denuncia o incidente de fraude electoral.
Es de señalar que este proceso electoral se realizó con la participación de todos los apoderados de los diferentes partidos políticos que participaron de las elecciones generales el 30 de abril, además de la presencia de observadores internaciones como la Unión Europea (UE) y la Organización de Estados Americanos (OEA), quienes también destacaron la transparencia de la jornada electoral.
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Latorre será orador en importante reunión de políticos del mundo
El presidente de la Cámara de Diputados de Paraguay, Raúl Latorre, fue invitado a participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que se desarrollará en la ciudad de Budapest, en Hungría.
El evento se celebrará los días 25 y 26 de abril próximos, ocasión en la que Latorre participará junto a otros legisladores y líderes de todos los países del mundo, en especial de Europa.
A través de sus redes sociales, el legislador, que pertenece a la bancada oficialista, confirmó que acudirá al evento en calidad de orador. “Podremos llevar la voz de Paraguay a uno de los eventos más grandes e influyentes del mundo de los líderes, que defienden los valores de la democracia”, expresó.
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A este evento asistirá también el senador colorado Gustavo Leite, quien había manifestado que el principal tema que se abordará en este encuentro es el avance de las políticas globalizadas, una preocupación de varios sectores políticos.
La Conferencia de Acción Política Conservadora es una reunión de políticos conservadores, la más grande e influyente del mundo. Esta asamblea fue lanzada en 1974, y reúne a cientos de organizaciones conservadoras, miles de activistas, millones de espectadores y a los mejores y más brillantes líderes del mundo.
La CPAC es el tercer evento político y de prensa del año, detrás del Estado de la Unión y la cena de Corresponsales de la Casa Blanca, lo que pone a la CPAC en el centro de los medios de comunicación durante los días que dura el evento.
Según publicación del Daily New Hungary, en la reunión del CPAC participarán un senador estadounidense, dos congresistas estadounidenses y los líderes de varios partidos europeos.
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Fortalecer la democracia, clave contra el populismo
El periodista y analista político argentino Eduardo Feinmann realizó el lanzamiento de su libro “10 lecciones para salir de la trampa populista”, el cual contó con la participación de referentes internacionales como el presidente argentino, Javier Milei, y el exmandatario de España, Mariano Rajoy. Este último habló de la importancia de fortalecer las democracias para escapar del populismo.
“La democracia es la mejor herramienta contra el populismo y autoritarismo”, afirmó el exjefe de Estado español, quien hizo hincapié en la necesidad de que los Gobiernos tengan una buena gestión de modo de evitar las crisis, las que se convierten en una herramienta clave para el surgimiento de corrientes populistas.
A esto añadió: “Hay que dar una batalla en defensa de la democracia, hay que gobernar bien, repartir billetes a la gente no funciona, genera empobrecimiento brutal”, advirtió Rajoy. El expresidente hizo especial énfasis en el evento presentado por Citas La Nación en la necesidad de gobernar con respeto a la democracia, dado que se ha demostrado que este modelo de gobierno ha propiciado el desarrollo en otros países del mundo.
Por su parte, Feinmann destacó la postura de Paraguay en el contexto internacional y manifestó su optimismo en que nuestro país no caiga en la trampa del populismo ni de izquierda ni derecha. “Al populismo le encanta el pobrismo y la creación de pobres”, aseveró.
El periodista y escritor resaltó la figura del presidente Santiago Peña, quien fue uno de los panelistas del acto de lanzamiento. Para Feinmann, Peña y Milei son los grandes líderes de la región para combatir contra el populismo, esto teniendo en cuanta las acciones y la visión de sus gobiernos.
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Los autoritarios que se creen “dueños” de la democracia
No existe autoritarismo más repudiable que aquel que quiere vestirse de democracia. La perversidad y malicia de algunos medios de comunicación, aglutinados en corporaciones que corrompen las buenas costumbres del periodismo, con una inclinación constante de hacer daño a quienes han ubicado en el centro de sus inquinas particulares o empresariales, ya no sorprenden más. Y como sus arrebatos coléricos y amañados propósitos son previsibles para un público que aprendió a diferenciar la crítica sostenida por argumentos convincentes del ensañamiento, sin más fundamentos que la patraña, la ira y la falacia, ya no causan el impacto que esperan.
Ni tienen repercusiones en una ciudadanía que se hartó de las falsedades que distorsionan y cercenan los hechos tales como son. Montan, por tanto, un espectáculo lamentable, donde los únicos que aplauden son aquellos con los que están políticamente en sintonía por circunstancias que no tienen al pueblo como el foco de sus preocupaciones. Y no nos estamos refiriendo a la política en su esencia filosófica, como teoría del Estado y expresión del bien común, sino a aquella mezquina, ruin, miserable, que es promovida por quienes ambicionan recuperar sus bastardos privilegios y la aniquilación de quienes vinieron a poner las cosas en su lugar, como siempre debió ser.
Este gobierno no se dejó amedrentar por la jauría de los destetados del Tesoro y de las binacionales Itaipú y Yacyretá, que cobraban millones de guaraníes en conceptos de publicidad, pagos por tediosas entrevistas (las publinotas) y contratos por servicios prestados a los que estaban en el poder. Donde el plato de fondo solía constituir la impresión de libros de textos que dejaban cuantiosas ganancias, por un lado, y jugosas comisiones, por el otro. Pero, sin pudor alguno, al día siguiente condenan la corrupción que contribuyeron a fomentar y perpetuar. Aclaremos que la furia de los autoproclamados impolutos caía sobre los vicios ajenos (algunos fraguados en contra de sus enemigos), mientras callaban con un miserable y premeditado silencio los robos más descarados al Estado, que no tienen parangón en las últimas décadas, como fueron los perpetrados durante la administración del exmandatario Mario Abdo Benítez. Uno de los hombres más nefastos, igual que su entorno, que tuvo nuestro país en toda la transición democrática. Mas, como son aliados, hay que levantar el humo en otro sector para distraer la atención de los más horrendos crímenes en contra de miles de humildes familias, cuyos miembros murieron durante la pandemia, porque la angurria devoró los millones de dólares que podrían haber salvado sus vidas. Sin embargo, nada de esas atrocidades les conmueve ni indigna. Conviven, entonces, asociados al contubernio que intenta desesperadamente obtener impunidad para los descarados saqueos a las arcas públicas.
Tampoco ya asombra al lector, oyente o espectador que los que se creían dueños de la verdad ahora quieran, también, convertirse en los propietarios de la democracia. Pero no la democracia que es concebida y definida como tal, sino aquella que estos medios consideran que debe ser. Una que se ajuste a sus medidas y ambiciones. Los que piensan y opinan en sentido contrario son, para ellos, los autoritarios, cuando que esa pretendida hegemonía es la que traslada el concepto y la práctica de la intransigencia prepotente sobre sus espaldas y hacia sus territorios.
Días atrás, el diario Abc Color –hay que nombrarlo– recordando los 40 años de su clausura, publicó en tapa que “el autoritarismo acecha de nuevo”. A decir verdad, fue este periódico –durante diez largos años– el mayor propagandista que tuvo el ominoso gobierno del dictador Alfredo Stroessner. Acompañó con grandes titulares la enmienda de la Constitución Nacional para consagrar la perpetuidad del sátrapa en el poder. La historia hay que escribirla sin saltar las páginas que no les favorecen. Cuando su entonces director consideró que el régimen estronista estaba a punto de agonizar, recién ahí se acordó de cuál era la verdadera función del periodismo. Y luego vino el recusable cierre que cada año suelen utilizar como bandera para cubrir la masacre de los jóvenes ocurrida en marzo de 1999. Hay que condenar todas las barbaries, no solamente algunas.
Tanto la democracia como el autoritarismo son enfatizados no con la lupa de las ciencias políticas y el derecho, sino desde el cristal de sus sectarios intereses. La ciudadanía todavía recuerda cómo ese diario defendió el embrión dictatorial que representaba el general Lino César Oviedo (ya fallecido) durante el luctuoso Marzo Paraguayo. El mismo que había prometido que, si llegaba a la Presidencia de la República, iba a “alinear como velas” a los directores de los medios que no respondían a su proyecto fascista. Pero nada de eso inmutó el fundador de Abc Color para iniciar esa inmoral campaña a favor de quien podría ser su nuevo socio –igual que lo fue Stroessner en el pasado– en el manejo del poder. Podríamos decir que no aprendió las lecciones de la historia. Y en esa sucia maniobra mancilló la memoria del doctor Luis María Argaña, quien murió en un criminal atentado el 23 de marzo de 1999. Ayer hizo exactamente 25 años del magnicidio. Sus escribas más despreciables hasta desarrollaron la tesis de que murió en otro lugar y que sus propios adherentes simularon el asesinato trasladándole –ya cadáver– al sitio de la emboscada mortal. Fue la degradación más vil y ruin de dicho medio y sus directivos.
Santiago Peña es un presidente legal y legítimo. Llegó al Palacio de López dentro de los procedimientos establecidos por la Constitución Nacional, el Código Electoral y las resoluciones de un Tribunal Superior de Justicia Electoral integrado con mayoría de opositores. Peña ha respetado todas las atribuciones y competencias de los otros poderes del Estado. Así, pues, aquí el único autoritarismo claro y presente es el que quieren imponer quienes asumieron que la dictadura de la opinión pública es un fin que justifica los medios.
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El futuro de la democracia no depende de hacer más elecciones
Desarrollaré en esta nota dos temas. 1) Que el futuro de la democracia no depende de tener más elecciones. Y aclaro que no está mal hacer elecciones porque es el modo de sacarnos encima a aquellos que nos han defraudado y mentido; 2) Que las instituciones políticas y económicas de la libertad son los únicos modos de dar sentido a la democracia que debe ser de orden constitucional.
Sobre el primer punto. La democracia es un medio para sacarnos de encima a aquellos políticos y gobiernos que no nos gustan, de modo que esto le otorga valor en la toma de decisiones individuales donde, a su vez, se relaciona con: a) la ley electoral; b) los partidos políticos; c) oficialismo y oposición; y d) unitarismo.
Si la ley electoral desvincula al elector con su ya elegido gobernante entonces hay problemas. Esto ocurre cuando el voto no se lleva a cabo mediante circunscripciones electorales de espacios geográficos más pequeños por el cual el candidato que accede al poder está obligado a rendir cuentas a su electorado periódicamente.
Los partidos políticos, por su parte, deben desligarse del Estado. Craso error el de considerar al partido político como de derecho público, situación que los convierte en agencias burocráticas al efecto de cumplir requisitos que no tienen razón de ser.
Es suficiente que un partido político exponga ante la ciudadanía su línea de ideas y programas mediante el apoyo de una cantidad mínima de ciudadanos dispuestos a ofrecer sus candidaturas para que el pueblo los vote. Es de suma importancia desligar los subsidios de los partidos para que se financien con el aporte de sus simpatizantes. Dadas sus existencias legales, los subsidios y el aporte electoral, deben destinarse exclusivamente para la formación cívica de los adherentes con la certificación de una institución privada.
No me extenderé sobre esto por el espacio de esta nota. Los partidos políticos son como la polea de transmisión de una democracia, razón por la cual el debate permanente con propuestas concretas sobre la realidad nacional e internacional deben sobresalir. Cada partido se diferencia de otro para que el ciudadano conozca fuera de toda duda a qué y para qué forma parte del mismo.
Acerca del oficialismo y la oposición. El partido oficialista que gana la elección lleva a cabo su programa votado por el pueblo y no usa al Estado como botín de guerra. Esto perpetúa el estatismo porque al acceder al poder sin una filosofía y programa concretos, entonces el Estado seguirá pagando favores a sus seguidores y aportantes que se alzan con licitaciones amañadas.
La oposición, a su vez, debe diferenciarse del oficialismo. Apoyar lo que favorece a la población y criticar lo que está mal, siendo contralor de la gestión del Gobierno con medidas de políticas públicas a consideración del electorado. Y acerca del unitarismo como organización política es la forma de mantener el estatismo, los privilegios y la corrupción. La descentralización verdadera y no la falsa como tenemos es el camino correcto.
Paso ahora al segundo punto de esta nota: las instituciones de la libertad económica y la Constitución. Primero la libertad económica. El hombre para formar parte de la sociedad política previamente tiene derechos superiores al mismo Estado, de modo que para colaborar con otros, producir e intercambiar desde un producto hasta la educación como un servicio, previamente es libre de elegir.
Luego está la Constitución con dos únicos objetivos: garantizar nuestros derechos individuales (vida, libertad y propiedad privada) y limitar al Gobierno y organizar su poder; más allá de esto ese documento no tiene razón de ser.
A la fecha, el mundo está asistiendo a la democracia formalista sin contenido. Así como vamos la democracia no sobrevivirá haciendo solo elecciones que perpetúan el centralismo político, paso previo hacia una nueva forma de tiranía.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”, “Cartas sobre el liberalismo”, “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes”, y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la República”.
Los partidos políticos, por su parte, deben desligarse del Estado. Craso error el de considerar al partido político como de derecho público, situación que los convierte en agencias burocráticas al efecto de cumplir requisitos que no tienen razón de ser.
Es de suma importancia desligar los subsidios de los partidos para que se financien con el aporte de sus simpatizantes. Dadas su existencias legales, los subsidios y el aporte electoral deben destinarse exclusivamente para la formación cívica de los adherentes con la certificación de una institución privada.