La Pascua o Pascua de Resurrección es una de las celebraciones más importantes dentro del calendario de los cristianos, en la cual se recuerda y celebra la pasión, muerte y resurrec­ción de Jesucristo. Para el cris­tianismo es la Semana Santa y tiene su momento más álgido con el Triduo Pascual para los católicos. Para los judíos, es la rememoración del paso por el Nilo y la liberación del pueblo de Israel y se llama Pésaj. Es una semana de reflexiones, donde se come pan ácimo.

Tanto la Semana Santa como la Pascua judía no se conme­mora en una fecha fija, sino que más bien son fechas móviles, que para los católicos va entre el 22 de marzo y el 25 de abril de cada año y para la Iglesia protestante, mientras que se conmemora entre el 4 de abril y el 8 de mayo en el calendario de las Iglesias cristianas orien­tales ortodoxas.

Según la tradición, la Pascua judía tenía lugar la noche del plenilunio (luna llena) del 14 al 15 del mes judío Nisan, primer mes de la primavera, (marzo o abril del calendario grego­riano). La fecha de la Pascua, al ser el calendario judío luni­solar, depende, pues, del movi­miento de la Luna.

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La conmemoración de la Pas­cua, si bien puede variar de una tradición religiosa a otra, en la mayoría de las ocasiones este tiempo está marcado por un importante recogimiento espi­ritual. Permite que las fami­lias y grupos religiosos se reú­nan para realizar procesiones y celebraciones litúrgicas, reme­morando los acontecimientos vividos en aquella época.

Es innegable la conexión que existe entre la Pascua judía o Pésaj y la Pascua de Resurrec­ción, celebrada por los católicos y cristianos. Para los cristia­nos, en el Nuevo Testamento, se habla de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Los judíos, regidos por el Antiguo Testamento, recuerdan la libe­ración del pueblo de Israel, que se encontraba esclavizado por los egipcios.

“Para nosotros el concepto de la Pascua es quizá un con­cepto un poco diferente de lo que significa para el cristia­nismo, pero la palabra Pascua para nosotros, en hebreo, es Pésaj, lo que se traduce como la Pascua judía. Es recordar la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud egipcia. Es la respuesta al clamor del pue­blo, Dios envía a un libertador que es Moisés, quien junto a su hermano Aarón lleva ade­lante la liberación”, indicó el rabino Gustavo Darío Katzuni, de la comunidad judía del Para­guay, en conversación con La Nación/Nación Media.

En cuanto a las tradiciones y rituales más marcados para los judíos, durante los ocho días que abarcan su celebra­ción no deben consumir ali­mentos que contengan cebada, avena, trigo, espelta y centeno. Estos productos en hebreo son llamados jamed, que son los cereales que fermentan al estar en contacto con el agua.

“Tenemos la obligación de reti­rar durante los días que dure la Semana Santa todo tipo de panificados, no podemos con­sumir nada que sea conside­rado jamed, o sea, que contenga alguno de esos cereales. Come­mos el pan ácimo, que no está leudado. Se dice que cuando el faraón echó al pueblo de Israel de Egipto, después de la muerte de los primogénitos, no tuvie­ron tiempo de esperar que la masa leude y quedó un pre­cepto para las generaciones futuras. En recuerdo a eso se come pan ácimo”, destacó el rabino Gustavo Darío Katzuni.

“Para los católicos, la Pascua es la celebración central de todo nuestro calendario, ya que en estos acontecimien­tos se basa el principio funda­mental de nuestra fe, que es la resurrección de Jesucristo luego del Triduo Pascual. Su resurrección es el punto cen­tral de festejo y gozo, puesto que con esto él nos liberó y limpio del pecado”, indicó el padre Ovidio Ortigoza, de la congregación de Misioneros Claretianos, en comunica­ción con La Nación/Nación Media.

Si bien existe un proceso previo que es la Cuaresma, el tiempo considerado de reflexión y preparación, en sí la Semana Santa comienza el Domingo de Ramos, recor­dando la entrada de Jesús a Jerusalén. Posterior a eso, la celebración central es el Triduo Pascual, que inicia el Jueves Santo, con la conme­moración de la última cena y el lavatorio de pies que Jesús hace a sus discípulos, pasando por el Viernes Santo, donde se da la pasión y muerte de Jesu­cristo. De ahí inicia el periodo que abre paso a la espera de su resurrección.

“La Semana Santa en sí tiene como punto central el Tri­duo Pascual, que va del jue­ves al sábado. Pero el punto más álgido se vive en la Vigi­lia Pascual. Esta se conme­mora con una misa extensa que comienza el sábado por la noche y termina en la madru­gada del domingo, celebrando la resurrección de nuestro señor Jesucristo”, remarcó el padre Ovidio.

Los evangélicos recuerdan el sacrifico de Jesús

En Semana Santa se conmemora con lavatorio de pies (Jueves Santo), teatro el Viernes Santo y culto especial el Domingo de Pascua.

En el marco del cristianismo, para los evangélicos la figura central es Jesús. Se rememora el gran sacrificio realizado por su pueblo para la expiación de los pecados, permitiéndoles vivir una vida renovada en la fe.

“Para nosotros la Semana Santa es una fecha muy especial por­que recordamos el sacrificio expiatorio de Jesús, que es un sacrificio sustitutivo. Le lla­mamos así porque Jesús toma nuestro lugar. Para nosotros, los cristianos, es la esencia del mensaje del evangelio”, indicó el pastor de la Iglesia Más que Vencedores, Federico Almada, en conversación con La Nación/Nación Media. Dentro de la Iglesia evangélica no existe el periodo de Cuaresma que sí se da en la Iglesia católica, ya que dentro de sus creencias consi­deran que todos los días son días dedicados a trabajar por su san­tidad y por el amor hacia Dios, buscando siempre serle fiel y permanecer a su servicio.

Durante la Semana Santa, los evangélicos se dedican a expli­car el marco teológico, el signi­ficado de la expiación, que sig­nifica volver a restablecer la relación entre Dios y el hom­bre, por medio de Jesús. En su creencia, Dios hace pasar su justicia para poder perdo­nar los pecados, remarcando toda la simbología que con­tiene y se vive en la Semana Santa. “Lo que no hacemos es el proceso del viacrucis, que tiene estaciones. Sí hacemos esa conmemoración del lava­torio de pies (Jueves Santo) y el Viernes Santo hacemos un teatro conmemorativo y ter­minamos el Domingo de Pas­cua con un culto especial, pre­dicando sobre la cruz, la Pascua y la resurrección”, remarcó el pastor Almada.

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