“Hoy recordamos tres acontecimientos propios del Jueves Santo y expresiones de la voluntad de Jesucristo hacia sus discípulos y hacia la Iglesia de siempre: la institución de la caridad, en el lavado de los pies; la institución de la eucaristía, en la última cena del Señor; y la institución del sacerdocio “hagan esto en memoria mía”, fueron las palabras iniciales de la homilía de monseñor Edmundo Valenzuela, quien oficia la misa de la Última Cena del Señor y Lavatorio de los Pies.
Al poco de arrancar la celebración, se leyó un mensaje enviado por el papa Francisco al arzobispo metropolitano, quien en estos días celebra 50 años de ordenación sacerdotal. La misa se oficia con muy pocos fieles, quienes cumplen el distanciamiento correspondiente en el protocolo sanitario. En las afueras de la catedral, se colocaron pantallas gigantes y sillas para quienes deseen seguir la celebración desde su auto o en la explanada.
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En su mensaje, monseñor Valenzuela dijo que es bueno ponerse en actitud de agradecimiento a Dios porque en “su Hijo Jesucristo nos manifiesta su proyecto realizado con tanto amor y tanta sabiduría”, dijo y agregó: “De mi parte, quiero compartir con ustedes el don recibido en la ordenación sacerdotal de hace 50 años”, indicó.
Recordó que con el Jueves Santo se da inicio del triduo pascual. Agregó que en la fecha se conmemora el acto de lavar los pies, hecho que se consideraba una tarea de esclavos, pero que también tenía un significado para demostrar acogida, hospitalidad, o deferencia. “Al ponerse Jesús, Dios entre los hombres, a los pies de sus discípulos, destruye la idea de Dios soberano, fuera del alcance de los hombres, se hace servidor del hombre”, explicó.
Asimismo, se refirió a los gestos de caridad en tiempo de pandemia, pues cientos de hombres y mujeres lavan los pies, simbólicamente, a los necesitados, a los enfermos, a los que quedaron sin trabajo, a los que han perdido el horizonte de la fe y del servicio solidario.
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Sostuvo que la Iglesia, cercana a la gente humilde y necesitada, mediante su pastoral social, ha sido el paño de lágrimas y ha sabido “lavar los pies” en el servicio generoso de comedores populares, de cercanía a los enfermos con los pocos medicamentos valiosos disponibles, gracias a la generosidad de muchísima gente que ha sabido colaborar con sus bienes para que la pastoral social realice, en nombre de todos, los gestos de Jesús a sus hermanos que claman salud y vida.
“Reconocemos que lavar los pies es una tarea difícil y penosa, pues exige humildad en el servicio, generosidad en los gestos realizados, perseverancia en el bien hecho”, indicó.