Este sábado prosigue el torneo Apertura de Primera División del Rugby masculino paraguayo. En ese sentido, se miden Cristo Rey y Jabalíes, a partir de las 18:00, en el estadio Héroes de Curupayty de la Unión de Rugby del Paraguay (URP). Las alternativas de este partido se pueden seguir en vivo y en directo por el canal GEN/Nación Media.
En otro duelo sabatino, en Tierra Santa, Santa Clara recibe a Luque, a partir de las 15:30. La ronda se completa el martes 23 de mayo, a partir de las 21:30, con el lance entre Asunción y San José, igualmente en el estadio Héroes de Curupayty.
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Jabalíes castigó a Old King 58-0
Por la cuarta fecha del Torneo Nacional de Clubes de Rugby, Jabalíes de Luque (club que participa en Primera División) fue muy superior y venció a Old King (de la División Intermedia) por 58 a 0, en juego sabatino que se cumplió en el estadio Héroes de Curupayty de la Unión de Rugby del Paraguay con transmisión del canal GEN/Nación Media.
El primer tiempo concluyó 20-0 con cuatro try a favor del ganador, que supo administrar el trámite y las energías para manejar el resultado a favor, que fue ampliado notablemente en el segundo tiempo. La gran figura del partido fue Lautaro Cabezas.
Para hoy domingo están programados los siguientes partidos: Grupo 1: Monday vs. Santa Clara (15:00, cancha Monday) y Fernando de la Mora vs. Jararas (15:30, Héroes de Curupayty); Grupo 2: Área 1 vs. Asunción (16:15, cancha Área 1); Grupo 3: Mariano vs. Villarrrica (15:30, cancha San José).
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Dijo Jesús: “Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección...” Lc 24, 46-48
- Por el Hno. Mariosvaldo Florentino
- Capuchino.
“Dijo Jesús: ‘Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección...’de entre los muertos al tercer día y la predicación que ha de hacerse en su Nombre a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, invitándoles a que se conviertan y sean perdonados de sus pecados. Y ustedes son testigos de todo esto” Lc 24, 46-48.
Queridos hermanos, estamos en el tercer domingo de la gran Fiesta de la Pascua y una vez más Cristo resucitado se presenta en nuestras vidas y nos invita a ser testigos de su resurrección.
La resurrección de Cristo era una novedad tan grande para los apóstoles, que al inicio era muy difícil para ellos creer. Aunque el propio Jesús les había intentado preparar, de igual modo era una cosa tan extraordinaria que les parecía un sueño, una fantasía. Fueron necesarias varias apariciones de Jesús y también la ayuda del Espíritu Santo para que los discípulos pudiesen abrir los ojos de la fe y descubrir en la vida particular de cada uno, así como en la comunidad, la fuerza vivificante de esta novedad: la muerte fue vencida.
Pero Jesús fue paciente con ellos. Se presentaba a los apóstoles, les mostraba las manos y el costado, les hablaba de las profecías en las escrituras, compartía en la mesa con ellos... y así despacito, lo que al inicio era un miedo, se transformaba en una contagiante alegría, e iba creando raíces. Los apóstoles empezaron a entender la grandeza de lo que significaba la resurrección de Cristo y también sus consecuencias en sus vidas. Muchas cosas estaban cambiando en sus ideas y proyectos, pues aquel hombre que el mundo creía haber derrotado en la cruz, ahora gozaba de una vida nueva y muy superior a la anterior, pues ya nada le podía hacer mal. El que parecía derrotado, era en verdad el único victorioso.
Su resurrección hacía que cada palabra que él había antes pronunciado ahora recibiera un nuevo valor. Con su resurrección, por ejemplo: “Amar a los enemigos” encontraba su real sentido, no era un consejo ingenuo, pero sí el camino justo para la victoria, así como el perdón, la caridad, la amistad, la fidelidad.
Es por eso que los apóstoles en la medida que entendían lo que realmente sucedió con Jesús se trasformaban en sus testigos, sin miedo ni cuidados, pues habían entendido que por la cruz pasaba la victoria sobre el mal, y si alguien los amenazaba, al final, solo les confirmaba en el camino.
Infelizmente hoy son pocos los que meditan en el significado de la resurrección de Cristo y paralizados por el miedo no encuentran el modo de ser sus testigos. Dejemos al Señor entrar en nuestras vidas, dejémoslo hablar a nuestros corazones, para que también nosotros podamos dar testimonio de Él.
El Señor te bendiga y te guarde-
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
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Cristo Rey superó a Asunción Club
Un atractivo encuentro marcó anoche el comienzo de la tercera fecha del Torneo Ueno Nacional de Clubes, en donde Cristo Rey se plantó mejor y derrotó al Asunción Rugby Club por 47-14. El elenco vencedor dominó desde el comienzo del compromiso, cerrando el periodo inicial con una victoria parcial de 26-7, que aumentó en el complemento para sentenciar su superioridad y el tercer triunfo en igual cantidad de partidos.
El encuentro se escenificó en el estadio Héroes de Curupayty de Luque y tuvo la transmisión de GEN Tackle. La tercera fecha del certamen prosigue hoy con los siguientes encuentros: Encarnación vs. Old King Club, en la Perla del Sur, desde las 15:00. Área 1 vs. Ypané, en el Este (15:00); Villarrica vs. Jabalíes en la capital espiritual, desde las 15:15; Franco vs. Santa Clara en la cancha Nobile (15:30), y Fernando vs. Monday en el estadio URP (15:130).
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Santo Tomás y sus dudas sobre la resurrección de Cristo
- Por el Hno. Mariosvaldo Florentino
- Capuchino
En el evangelio de este domingo la Iglesia nos presenta la interesante figura de santo Tomás en su duda sobre la resurrección de Jesús. Era demasiado fuerte, para él, creer que aquel hombre que fue torturado, desfigurado, clavado en una cruz y por fin, hasta perforado con una lanza, pudiera estar vivo de nuevo. Humanamente esto era imposible. Solamente el Dios, que puede hacer nueva todas las cosas, podría realizar una maravilla tan grande.
Sus compañeros le dijeron que habían visto al Señor en el día mismo de Pascua, pero Tomás tenía dudas. A lo mejor pensaba que los demás apóstoles, tan abalados por lo acontecido habían tenido una visión o estaban intentando encontrar algún consuelo, huyendo de la triste realidad de la terrible muerte de Jesús. El hecho es que él se muestra muy incrédulo: “No creeré sino cuando vea la marca de los clavos en sus manos, meta mis dedos en el lugar de los clavos y palpe la herida del costado.”
En su incredulidad Tomás hasta se parece a muchas personas de nuestro mundo de hoy, a quienes les cuesta mucho creer en las verdades de la fe. Son muchos los que aun hoy piden pruebas concretas para que “puedan” creer.
Con todo, tenemos que saber que existen dos tipos de incrédulos: unos son aquellos que no creen, pero están abiertos y hasta les gustaría creer, o mejor, están en la búsqueda de la verdad; y otros son incrédulos, que decidieron ser así, que están cerrados, que se construyeron una protección ideológica y tienen miedo de todo lo que les pueda desinstalar. Se hacen ciegos e incapaces de ver hasta las evidencias más concretas. Delante de todas las pruebas, siempre encontrarán un pero. Son fanáticos de su incredulidad y la defienden con obstinación.
Tomás es ciertamente uno de los incrédulos del primer tipo, de aquellos que quiere creer. Él desea sinceramente estar seguro de que Jesús está vivo y resucitado. Su voluntad de colocar el dedo en las heridas de Jesús no es para hacerle mal al Señor, sino para sanar su duda, pues al final el profeta Isaías ya había dicho que “en sus heridas nosotros seremos sanados”.
Tomás no conseguía a sus compañeros, pero quería mucho encontrarse con Cristo resucitado. Es por eso que ocho días después él también estaba allí, en el mismo lugar, en la reunión de los apóstoles. Él no había creído, pero igual se fue al nuevo encuentro el domingo siguiente. Él no estaba huyendo del Señor, al contrario, aun con dudas, lo estaba buscando. Es impresionante la sinceridad de este hombre. Y Jesús vino a su encuentro y le dijo: “Ven acá, mira mis manos, extiende tu mano y palpa mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
El evangelio no nos dice si realmente Tomás lo tocó, o si bastaron lo que sus ojos vieron, pero sí nos dice su profesión de fe: “Mi Señor y mi Dios”. Es la primera vez que los evangelios narran que uno de los apóstoles expresa con claridad la fe de que este Jesús, que vivió y caminó con ellos, es Dios y Señor.
Creo que todos nosotros tenemos o debemos tener un poco de santo Tomás. Nadie de nosotros debería contentarse solamente con lo que los otros dicen. Nadie de nosotros debería creer que Cristo está vivo y resucitado solo porque nuestros padres o los catequistas o los curas un día nos dijeron, sino que debemos creerlo porque hemos comprobado en nuestras vidas la fuerza de su resurrección y porque lo hemos encontrado en nuestros caminos y nos dijo a través de los hechos: “En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Y, si tenemos dudas, pero de verdad queremos creer, debemos hacer como santo Tomás: colocarnos en su camino, buscar la reunión de la Iglesia, participar en la misa y en las oraciones y decir a todos “yo quiero sentirlo, yo también quiero tocar sus heridas, yo también quiero ser hombre de fe”. Pues solamente así cada uno de nosotros podrá confesar con todo el corazón que Jesús de Nazaret es “Mi Señor y mi Dios”.
El Señor te bendiga y te guarde.
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la paz.