Hoy se cumplen exactamente seis meses del brutal ataque perpetrado por el grupo terrorista palestino Hamás, que dejó más de 1.300 personas asesinadas a sangre fría.

Cuando se trata de hablar sobre el con­flicto entre pales­tinos e israelíes, uno difí­cilmente sepa por dónde comenzar, pero si nos cir­cunscribimos a lo sucedido en las primeras horas del sábado 7 de octubre de 2023, las cosas se vuelven un poco más simples por la claridad de los hechos de ese día y por lo que sucede hasta hoy.

Muchas teorías, hipóte­sis o posibilidades se hicie­ron realidad durante estos seis meses que transcurrie­ron desde el día en que miles de terroristas palestinos de Hamás lograron quebrar la valla de seguridad en un sec­tor y destruir el muro de sepa­ración en otro, para ingre­sar, saquear, violar, asesinar y secuestrar a sus anchas en poblaciones rurales del sur de Israel y a decenas de jóvenes que disfrutaban en las cerca­nías en una fiesta electrónica en el desierto.

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Una de estas hipótesis no solo fue confirmada, sino que las sospechas quedaron cortas. Hamás utilizaba a sus anchas los hospitales de la Franja de Gaza como centros de opera­ciones y actividades terroris­tas. El hallazgo de decenas de metros de túneles de ata­ques construidos bajo estas estructuras así lo confirman.

La indignación de los israelíes por el cruento ataque terrorista de Hamás también se manifestó en las paredes en muchas ciudades

TERRORISTAS DISFRAZADOS

Insólito también ha sido descubrir a funcionarios de organismos internacionales tomar parte de la matanza en suelo israelí. Doctores, enfermeros, maestros, téc­nicos y hasta comunicadores se encuentran en este grupo de terroristas disfrazados de profesionales, gran parte de los cuales hoy han perdido la vida tras los intensos bombar­deos al que somete el Ejército de Israel a este enclave pales­tino ubicado a orillas del mar Mediterráneo, limitando con el país hebreo y con Egipto.

Tras seis meses de inten­sos ataques y contraata­ques, las fuerzas israelíes hoy se encuentran bombar­deando la ciudad de Rafah, al sur de Gaza, en la frontera con Egipto, lugar que posible­mente sea el último bastión del grupo terrorista, que se vio obligado a replegarse en medio de enormes pérdidas materia­les y humanas.

La demencial acción terrorista de Hamás, equiparable al ata­que del 11 de setiembre de 2001, sembró dudas en la sociedad israelí, que reflotó recuerdos del doloroso tiempo del Holo­causto en la II Guerra Mundial.

TÚNELES DEL TERROR

Tras unos días de intensos y continuos ataques aéreos, el Ejército de Israel inició la inva­sión a Gaza, pasando de ata­ques aéreos a combates per­sonales dentro de los túneles construidos por Hamás, tan amplios y sofisticados que necesariamente debió haber consumido toda la enorme ayuda mundial que los palesti­nos recibieron en Gaza durante varios años desde organismos internacionales, gobiernos afi­nes o simples aportantes.

También seis meses luego del ataque de Hamás, que cons­tituyó un verdadero baño de sangre y costó la vida a apro­ximadamente 1.300 personas de diferentes nacionalidades, entre ellas un compatriota nuestro, cerca de 130 personas siguen secuestradas y perma­necen en poder de los terroris­tas sin que se conozca el estado en que se encuentran.

Quienes han logrado esca­par o fueron liberados dan cuenta del terror al que fue­ron sometidos por sus capto­res. A medida que transcurre el tiempo, comienzan a surgir historias de abuso sexual en contra de mujeres de todas las edades, incluso entre las más pequeñas.

Mientras tanto, gran parte de la comunidad internacional ha sido alienada por la impac­tante propaganda de medios de comunicación afines al grupo terrorista, apoyados por cuentas en redes sociales, periodistas activistas, polí­ticos y docentes radicales o simples ciudadanos fanáti­cos, muchos de ellos descono­ciendo la real situación.

Tal es así que una parte de nuestra sociedad occiden­tal asiste cómodamente al “espectáculo” de la guerra desde sus teléfonos móviles, cuestiona despiadadamente y sin filtros las acciones de un Estado obligado a proteger a sus ciudadanos.

Increíblemente, podemos ver en redes sociales y en medios masivos de comunicación la manera en que se validan los reportes del grupo terrorista Hamás, cuya única misión desde su creación es el exter­minio de la población israelí para reemplazarla con per­sonas radicales involucradas con su misión de muerte al precio que sea.

El 7 de octubre de 2023 es similar a lo sucedido el 11 de setiembre de 2001 en Estados Unidos, pero la reacción del mundo es diferente. Incluso si queremos darle entidad a los fríos números y pensa­mos en la proporcionalidad entre cantidad de víctimas y la población total de Israel y Estados Unidos, las acciones de Hamás superan de manera abismal lo que Osama bin Laden y Al Qaeda llevaron a cabo el 11-S en varias ciuda­des norteamericanas.

Hasta los organismos inter­nacionales más importan­tes juegan su papel a favor del terrorismo, lo que nos lleva a reflexionar de qué lado están. Han sido plenamente identifi­cados decenas de funcionarios de agencias de las Naciones Unidas que cumplen o cum­plían diferentes funciones en la Franja de Gaza, territorio donde gobernaba de facto el grupo terrorista Hamás.

En el kibutz Be’eri, la totalidad de las estructuras quedaron destruidas y cerca del 10 % de sus residentes fueron asesinados o secuestrados

EL TERRORISMO BRINDA “DATOS OFICIALES”

Hoy se habla de más de 30.000 muertos por los ataques israelíes en varios puntos de la Franja de Gaza, núme­ros “oficiales” que lanza un grupo terrorista. Estos datos son distribuidos sin siquiera ser analizados por las grandes cadenas de medios en todo el mundo, normalizando abso­lutamente la existencia de un grupo terrorista que busca someter a todos aquellos que se le opongan, no piensen o crean como ellos.

Nadie acaso se puso a pen­sar que, en el supuesto caso de la veracidad de los 30.000 muertos a seis meses del ini­cio de esta situación, ¿cuán­tos de ellos eran miembros del grupo terrorista?, ¿cuán­tos de ellos murieron enfren­tando al Ejército de Israel? o ¿cuántos de ellos celebra­ron la masacre de niños, el secuestro de ancianos y las violaciones de adolescentes y mujeres?

SECUESTRADOS Y ABUSADOS

A diferencia del 11-S en Esta­dos Unidos, hoy más de 130 personas siguen secuestra­das por los terroristas, desde niños hasta ancianos, y el mundo parece haberlos olvi­dado. Las imágenes de acti­vistas propalestinos en varias ciudades de países occiden­tales rompiendo los afiches donde pedían por la libera­ción de estos secuestrados se multiplicaron durante estos seis meses, demostrando más que nada que estas personas ya fueron contagiadas por el odio de los terroristas y la ignoran­cia sobre la situación, que fue­ron el combustible que ayudó a propagar estos hechos.

Los colectivos feministas también se han sumado a la causa del terrorismo, olvi­dando que bajo el régimen islámico radical que propone Hamás las mujeres se con­vertirían en poco menos que objetos para uso y abuso de los hombres. El odio supera a la ignorancia.

Viví en carne propia durante una semana lo que los israe­líes viven durante todo el año desde hace décadas. La rutina diaria está sometida a los caprichos de terroristas, que bien pueden activar sus cohetes desde algún lugar cer­cano o bien un lobo solitario puede terminar clavando un puñal en el cuello, disparando en cualquier mercado o atropellando una parada de buses.

Los afiches con el rostro de los cerca de 250 secuestrados no solo israelíes, sino de varias otras nacionalidades, inundaron las ciudades de Israel

¿CULPABLES POR NO DEJARSE MATAR?

La obligación de todo Estado es cuidar a sus ciudadanos y eso es lo que en muchos lugares, incluidos organismos interna­cionales, le reclaman a Israel. Da la sensación de que culpan a los israelíes por no dejarse matar por el terrorismo. El propio secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha obviado delibe­radamente el 7 de octubre de 2023 expresando su indig­nación por la represalia del Ejército israelí sin mencionar la masacre perpetrada por el grupo terrorista.

Solo varias semanas después el portugués parecía haber recapacitado e hizo mención a las víctimas de varios países (hay un paraguayo entre los asesinados), que sufrieron y siguen sufriendo a causa de este ataque terrorista y pos­terior secuestro.

Fue luego de haber visto el video de 47 minutos, cuyas imágenes grabadas por los propios terroristas que murie­ron durante el ataque del 7 de octubre son expuestas a los líderes mundiales para que tengan una idea de la magni­tud de lo sucedido. Los perio­distas que llegan a Israel para realizar una cobertura del conflicto también acceden a ver estas terribles imáge­nes. Para muchos no duran 47 minutos porque simplemente no lo soportan o, en casos como el mío, muchas veces hubo que desviar la mirada para no pre­senciar en su total dimensión estas imágenes.

El diputado Raúl Latorre, invitado por el Parlamento de Israel a finales del año pasado, presenció la proyec­ción del video y durante una entrevista me dijo que “fue­ron los peores 47 minutos de mi vida y posiblemente me arrepienta el resto de ella por haberlo observado”.

La guerra en Gaza continúa e Israel está empeñado en que nunca más una situa­ción como esta se repita, al menos no desde ese lugar. Para ello deberá destruir a Hamás y esperar un cambio de los países árabes en su acti­tud hacia ese pequeño terri­torio. Los reinos sunitas del golfo Pérsico tienen la clave y los recursos para que esto suceda.


El 7 de octubre de 2023 es similar a lo sucedido el 11 de setiembre de 2001 en Estados Unidos, pero la reacción del mundo es otra y a diferencia del 11-S, hoy más de 130 personas siguen secuestradas por los terroristas de Hamás, desde niños hasta ancianos, y el mundo parece haberlos olvidados.


“Maestros, médicos, enfermeros, técnicos y hasta periodistas acreditados por renombradas cadenas internacionales formaron parte de la horda descontrolada que ingresó a Israel y volcó su odio sobre otros seres humanos, asesinando con saña y violencia, causando todo el dolor y daño posibles”.

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