Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

Hoy Toni Roberto despide a su gran editora de todos los domingos e invita a Nico Espinosa a rendirle un homenaje.

Un día cualquiera de los primeros años 90 me hice fan de “Ni diosas y ni panteras”, el programa de Marycruz Najle y Lita Pérez Cáceres en la vieja FM FEM en el ya cincuentenario Edificio Hoy, hoy Nación Media, sobre la avenida Mcal. López 2948. Con el tiempo, este oyente, quien escribe, empezó a conocer los gustos de las dos.

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Comprendí la afición de ellas por las historias de la realeza. Lita más tirada a la familia real inglesa, “prima del príncipe de Edimburgo”, y Marycruz decía que tenía un primo trabajando en el palacio de los de España, en la caballeriza, que se llamaba Kevin Costner de Jesús, que le informaba de todos los detalles. A partir de esa época me hice un ferviente colaborador de las dos.

MAGIA

Por aquello de la magia de la radio supe también que Marycruz era amante de las flores. Buscaba información sobre el tema. En aquella época había fallecido mi abuela y una tía abuela de las que heredé revistas como Radiolandia y Estrellas. Era normal pasar por la radio, esperar que vayan a comerciales, entregarles esas publicaciones y quedarme unos minutos en el programa.

Después de muchos años de amistad me tocó trabajar con Marycruz los últimos, casi cinco años, en ese loco proyecto al que me invitó, junto con Bea Bosio, Augusto dos Santos, que es El Gran Diario del Domingo, donde ella era la celosa editora de estas páginas. El solo hecho de pensar que ya no vamos a poder llamarnos todos los lunes a las ocho de la mañana para decirnos “¿qué inventamos para el próximo domingo?” es para mí una realidad muy dura que solo el tiempo podrá curar.

En todos estos meses del difícil camino que cruzó Marycruz recordaba las flores que ella amaba. Un día visité el jardín de Consuelo Faraone de Palazón, a quien ella admiraba, y me regaló un libro que prometí entregarle cuando se curara. Así como disfrutaba pasar por el jardín de Martha Casal Ribeiro, la señora de las rosas de la avenida España que hoy tampoco ya está.

Hoy que ella viajó a algún lugar del cielo y yo me quedé con el libro “Orquídeas silvestres y cultivadas del Paraguay” le dedico desde estas páginas, desde el libro de Consuelo, “una orquídea para Marycruz para la eternidad”.

Diosa y pantera

Nicodemus Espinosa

El lunes, como todos los días, después del desayuno activé el celular para ver los mensajes, escuchar mensajes de audio y mirar e-mails. Encontré un mensaje de Toni Roberto que decía “Se nos está yendo Marycruz”.

Afuera llovía, me senté en la cama y a través de la ventana me puse a mirar la lluvia. Por intermedio de ella, traté de comunicarme contigo para darte fuerzas, decirte “¡fuerza, Turca. Vamos, Turca, vos podés!”, como cuando hablamos la última vez y te pregunté “cómo estabas”. “Acá… peleando”, respondiste.

La lluvia siguió todo el día. Cuando entrada la noche me puse a mirar las redes, leí que ya habías partido, ya no fue una sorpresa. Así a veces vemos a Las Parcas que vienen y no queremos que lleguen a la orilla para cumplir su inexorable tarea: regresar sobre su trayecto con nuestros seres queridos a bordo.

Marycruz Najle, La Turca, para los que la conocíamos desde décadas atrás. Escritora, periodista, comentarista, coordinadora, directora de suplementos, profesional del periodismo escrito y radial, creativa. Un lujo para los medios que te tenían en su staff. Amante de su Córdoba natal y de su apellido que cruzó el océano para venir a recabar en tus documentos de identidad. Conservadora empedernida, informada, con quien se podía hablar de cualquier tema. Algunas veces llegabas a mi sección y hablabas de tu Boquita querido (Boca Juniors) con los que sabían de fútbol. Con otros hablabas de literatura, “el último libro de…”, de teatro, moda, poesía. De chismes palaciegos, ministeriales y del jet set. Alguna vez te escuché hablar de automovilismo con un compañero de redacción.

CAMINO AL INFINITO

Mi querida Turca, esposa del doctor, el Esculapio (como te referías cariñosamente a él), mamá de Belén, tu clon (pero un poco más rubia) y de Juanito, aquel ser lleno de luz y de alas invisibles, que en estos momentos estará guiándote tomado de tus manos, cruzando el infinito, el universo, hasta llegar a las estrellas que te designaron como lugar de residencia de aquí en adelante.

Recuerdo un programa de radio que tenías con Lita Pérez, tu carnal. “Ni diosas ni panteras” se llamaba, en el que ambas destilaban humor sutil. Se emitía por las siestas.

Mi Turca querida, amiga, compañera solidaria, consejera, ahora contradiciendo el nombre de aquel programa radial, te convertiste en una diosa de todos los que en algún momento transitamos a tu lado diversas redacciones, contando con tu ayuda profesional, tu puntual sugerencia… y fuiste una verdadera pantera porque luchaste con ahínco, con entereza, contra ese mal que terminó quitándote del mundo de los vivos.

No creo en aquello de “alguna vez nos volveremos a encontrar”. Solo sé que estarás siempre en el sector VIP de mis afectos… y allí habrá un cenicero, por si se te antoje fumar de nuevo.

Mi Turca querida, brilla con toda la intensidad de siempre. Que descanses en paz. Y gracias por la ayuda que alguna vez nos brindaste.


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