En esta edición del programa “Expresso”, transmitido por el canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a los historiadores Fabián Chamorro (FC) y Saúl Zaputovich (SZ), autores del libro “Masonería paraguaya - Recopilación histórica”, una investigación que busca esclarecer la influencia de esta logia en sucesos destacados de nuestra historia y combatir algunos mitos y prejuicios muy arraigados en la sociedad.

Fotos Nadia Monges

–ADS: ¿Hubo masones en la independen­cia paraguaya?

–FC: No, no hubo masones en la independencia para­guaya. El único vínculo masónico con la indepen­dencia fue cuando ocurrió la batalla del Tacuarí y gana el Ejército paraguayo rea­lista contra el porteño y ahí el comandante porteño, que era Manuel Belgrano, quien sí era masón, tiene una charla larga con los líderes del Ejér­cito paraguayo y después él tiene correspondencia con algunos de ellos. Ese fue el único vínculo masónico que de alguna manera nos une con las otras independen­cias, pero nada más.

–¿En los otros procesos independentistas sí hubo presencia masónica?

–FC: Sí. De hecho, las pri­meras logias que se crean en Europa, de las que vie­nen patriotas a independi­zar territorios específicos de Latinoamérica, se forma­ron en algunos casos para eso. San Martín y Bolívar fueron masones.

–¿Mariscal López fue masón?

–FC: No, definitivamente tampoco. De hecho, durante los procesos de San Fernando muchos fueron ajusticiados por el simple hecho de haber sido señalados como maso­nes y otros torturados tam­bién. De hecho, en una parte del libro nosotros ponemos una imagen donde se está torturando a un masón nor­teamericano, que fue salvado por el gobierno norteameri­cano, pero muchos termina­ron fusilados por la cuestión de que eran masones o ante la duda.

–SZ: Justamente nosotros empezamos explicando en el libro, porque siempre corría el mito, la fantasía de que López era masón, que la masonería ya se había ini­ciado alrededor de 1845, en época de don Carlos, y empe­zamos explicando a la gente que no hay documentación que pueda aseverar eso. Lo que sí podemos decir feha­cientemente es que la maso­nería en sí empieza en la República del Paraguay en 1869 con la invasión de las tropas aliadas a Asunción.

–Hubo gestos de muchísima humanidad en la posguerra por parte de los primeros núcleos, ¿no?

–FC: Sí, para la masone­ría la beneficencia es uno de sus pilares. Y así, a partir de masones se crea La primera Sociedad de Socorros Mutuos, de Italia, de Alemania, de España, todos comienzan con masones. Siempre apoyaron a instituciones benéficas. Hay que recordar que en Paraguay hasta el año 1914, 1915, todo lo que hoy conocemos como Hospital de Clínicas, el Lepro­comio, el Neuropsiquiátrico y eso dependían de sociedad de mujeres que se encargaban de juntar la plata y sostener esas instituciones. Después nomás vino a depender del Estado. Pero hasta 1915 los masones ayudaron mucho a sostener esas instituciones.

–SZ: El asilo que creó la Logia Fe también en 1869, en la pos­guerra, atendió a gran parte de la población cuando el Paraguay no tenía práctica­mente nada, el paraguayo no se alimentaba normalmente.

–FC: En Asunción, fallecían por día desde agosto de 1869 hasta principios de 1970 un promedio de 50 personas por inanición. Justamente la Logia Fe le llega a atender a 2.000 paraguayos de una población de 10.000. Es un número gigantesco.

–Está el tema de la frater­nidad, que parece que no funcionó muy bien en el caso paraguayo, porque la no fraternidad provocó incluso el nacimiento de partidos políticos.

–FC: Lo que pasa es que siem­pre los intereses personales van a prevalecer. Y es tan raro porque la Logia Aurora del Paraguay se fundó seis días antes de los hechos de Villa­rrica, que desencadenan la fundación de los dos parti­dos políticos tradicionales. Es más, Antonio Taboada y Bernardino Caballero com­partieron esa apertura de esa primera logia y después ter­minaron siendo presidentes de los dos partidos políticos tradicionales. O sea, eviden­temente la cuestión personal primó sobre la hermandad.

PELEA

–¿Qué pasó en Villarrica?

–FC: El 12 de junio del año 1887 hubo una elección en Villarrica, donde hay una pelea entre los caballeristas y los taboadistas. Se pelean en el lugar electoral. Cuando eso Bernardino Caballero estaba con el poder porque estaba con el presidente Patri­cio Escobar. Todos los oposi­tores son puestos en un tren y vienen presos a Asunción. La mayoría fue apresada. Llegan a Asunción y a partir de que ellos salen libres comienzan a organizar lo que es el Cen­tro Democrático, que sería luego Partido Liberal. ¿Y qué es el Partido Colorado? Es una reacción a esa fundación. Entonces ahí el Partido Colo­rado se funda también en el mismo año. Y la Logia Aurora se había fundado el 6 de junio, o sea, seis días antes nomás de la pelea de Villarrica.

–Hay una historia enco­miable de esfuerzos que se hicieron desde Paraguay con las fraternidades de Brasil y Argentina para intentar pelear la ruinosa deuda de la guerra.

–FC: En el año 1912 se hizo el primer intento de con­donar la deuda a través de los masones. Los masones habían tenido ya una vin­culación a través de Ovidio Rebaudi, un paraguayo que residió mucho tiempo en Argentina, que tenía vincu­laciones con la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones de Argentina. Y a través de ellos se hacen las gestiones y se logra. Es más, el presidente Roque Sáenz Peña era masón y dijo “mientras yo sea presi­dente nadie va a reclamar esa deuda”. No sabemos qué pasó ahí, pero Eduardo Schaerer, que era masón también, no se animó a solicitar. Yo cal­culo que tuvo miedo de que se generara un tipo de crispa­ción con Brasil y para evitar eso entonces no se metió en la cuestión. Pero sí, los masones fueron los que hacen ese pri­mer reclamo y muchos años después también a Brasil le hacen el reclamo de los tro­feos y eso sí se logra, porque viene la espada del mariscal, viene el archivo que tenía Río Branco y otras reivindicacio­nes que se lograron también.

–Lo último sucedió ya hacia fines de la última década de la dictadura.

–FC: Sí, 1981 es la última devolución. Y Stroessner se acerca y agradece personal­mente a quienes él conocía que eran masones, porque hay que decir también que durante la hegemonía de Alfredo Stroessner le dejó a los masones libres, o sea, no hubo una persecución como con otros gobiernos porque había muchos veteranos de la Guerra del Chaco, a los que él tenía respeto porque él había sido veterano de la Guerra del Chaco.

–SZ: También con Uru­guay los masones tuvieron mucha relación con la con­donación de la deuda de gue­rra porque Máximo Santos era presidente de Uruguay en 1885, Bernardino Caba­llero presidente de Paraguay y José Segundo Decoud parte del gabinete de Bernardino Caballero, y los tres masones hacen posible que se devuel­van los trofeos de guerra y se condona la deuda.

–¿Quiénes son 10 perso­najes famosos solamente de ese tiempo que fueron masones?

–SZ: Bernardino Caballero se inició en el Brasil en 1870 y a partir de ahí todos los presidentes hasta 1912 más o menos todos fueron maso­nes. Y parte del gabinete, el 90 a 95% de todos los presiden­tes también fueron masones.

–FC: El primer presidente constitucional de la posgue­rra, Cirilo Antonio Rivarola, luego Juan Bautista Gil, Cán­dido Barreiro, Bernardino Caballero, Patricio Escobar, Juan Gualberto González, Juan Bautista de Egusquiza, todos masones. También Emilio Aceval y Eduardo Schaerer, que fue el último presidente de ese periodo que fue masón.

–¿Había más masones en el Partido Colorado o en el Partido Liberal?

–FC: Los ideólogos de ambos partidos, José Segundo Decoud y Juan Crisóstomo Centurión, del Partido Colo­rado, y Cecilio Báez y Zacarías Caminos, del Partido Liberal, fueron masones también. O sea, todas las cabezas cuando empiezan los dos partidos eran todos masones.

DISPUTA

–Hubo y persiste una mala relación entre la masonería y la Iglesia.

–FC: La masonería y la Igle­sia venían con una disputa ya desde mediados del siglo XIX, cuando el papa León XIII saca una encíclica que se llamó “Humanum genus”. Todos los mitos sobre la masone­ría ya van a encontrar que están escritos en “Huma­num genus”. Y a partir de ahí empieza una disputa impor­tante en todo el mundo, pero en Paraguay no. ¿Por qué? Porque la guerra de la Tri­ple Alianza había diezmado también el clero. Y tardó en reorganizarse la Iglesia para­guaya y recién comienza su periodo de consolidación con Juan Sinforiano Boga­rín. Y ya por el año 1895 él saca su carta pastoral, que es sobre la francmasonería, donde le ataca brutalmente a la masonería. Y a partir de ahí empieza una guerra sin cuar­tel entre masones e Iglesia católica, que tuvo diferentes etapas también. Porque allá por 1910 los librepensado­res de la región tenían tanta fuerza que habían logrado justamente los Estados lai­cos, matrimonio civil, divor­cio, menos acá. Eso hace que la disputa parecía que iba a ganar la masonería como ocurrió en Uruguay, por ejemplo.

–¿Con qué capítulo en par­ticular en Uruguay?

–FC: El general Máximo San­tos había sacado una ley de conventos en la que prohibía la instalación de conventos por un tiempo. Entonces eso ya había ocurrido faltando 20 años para que termine el siglo XIX allá en Uruguay.

–¿Se trata de la confronta­ción entre dogma y liber­tad?

–FC: Sí, así mismo. Es la dis­puta de la masonería con todas las religiones. Porque no es solamente con la Igle­sia católica y eso deriva en esa confrontación que te va a explicar mejor un villarri­queño.

–¿Qué pasó en tu valle?

–SZ: Estaban en boga los librepensadores que le lla­maban en esa época. Enton­ces un librepensador chi­leno vino a hacer una gira por Paraguay y le llevan también a Villarrica, que era una de las ciudades más importantes, y anuncian su presencia con diferentes temas en el club Porvenir Guaireño. Cuando se entera el párroco, justa­mente Juan Sinforiano Boga­rín estaba de gira y estaba en Caazapá. Entonces le hace llamar al párroco y le dice que esa conferencia se tiene que suspender a cualquier costo. Entonces el cura párroco no tiene mejor idea que armarle una emboscada. Hay incluso fotos de la época en las que se ve que literalmente le parten la cabeza.

–FC: Nosotros encontramos los nombres de las personas que participaron de los actos a favor del librepensador. Así pudimos encontrar que Manuel Ortiz Guerrero era masón. Nosotros no sabía­mos y con los documentos de Villarrica comenzamos a ver y encontramos una carta que revela efectivamente que Manú era masón.

–¿Cuáles son las discipli­nas que están más pobla­das históricamente por la masonería?

–FC: Desde que comienza hasta que la masonería tiene que volver a su logia definiti­vamente eran comerciantes. La mitad por lo menos eran comerciantes importantes. Después había por supuesto políticos, había cuando eso muy pocos abogados. Había muchísimos militares como José Félix Estigarribia.

DIÁLOGO

–¿Nunca hubo un diálogo Iglesia-masonería?

–FC: Sí, hubo diálogos. De hecho, en el canon que saca Juan Pablo II ya no usa el término masonería dentro de las sociedades prohibi­das. Pero después salió Rat­zinger, que era de la doctrina de la fe, dijo “no, los masones siguen siendo nuestros enemi­gos”. De hecho, Francisco le echó hace dos o tres años a un sacerdote que descubrió que era masón también. Hay toda­vía esa disputa, pero siendo sincero, ya no tiene la impor­tancia y la relevancia que sí tenía hace 100 años, donde eso afectaba a todo el Estado. Hoy en día esta disputa es de la argelería más que otra cosa porque ya estamos para pen­sar en otros términos.

–Desde la Constitu­yente del 70 hubo vesti­gios monumentales de las logias en Paraguay.

–SZ: Sí, de hecho uno de los monumentos más antiguos de la República, el que está frente a la Comandancia de la Policía y fue inaugurado en 1873, tiene alegoría masó­nica, con las columnas, con disposición hacia el Oriente, y cuyos gastos también fueron solventados prácticamente en su totalidad por la maso­nería. Todos o gran parte de los constituyentes eran masones.

–Después vamos a llegar a la guerra del Chaco, donde de este lado y de la otra ori­lla los dos comandantes eran masones.

–FC: La mayoría de los comandantes paraguayos que fueron a la guerra se ini­ciaron mucho tiempo antes de la guerra. Estigarribia se inició en 1915 e inclusive era muy activo en la masonería hasta que toda la cuestión del Chaco explota en 1927 con la muerte de Adolfo Rojas Silva y a él le envían y le meten en el Chaco. Entonces él se ter­mina alejando de la cuestión masónica. Él llegó hasta el grado 18, que era muy alto, y después tuvimos el coman­dante de la aviación Daponte, de los arsenales, el capitán Mozano, el de los zapadores, o sea, varios comandantes importantes de la guerra del Chaco fueron masones.

–¿En algún momento los comandantes habrán hablado en tono de maso­nes, de fraternos?, ¿habrá existido algún tipo de nego­ciación?

–FC: Negociación no. Ter­mina la guerra y ahí recién ellos se ven. Evidentemente fueron muy fraternos ambos porque se comienzan a rega­lar cosas. Cada vez que se veían se regalaban una pis­tola, un reloj, etc. Pero antes de que termine la guerra no tuvieron ningún tipo de encuentro.

–¿Quién prohibió citar a la masonería?

–FC: No es que se prohibió. La Iglesia católica le gana a la masonería luego de la Revolu­ción de 1922, que es fundamen­tal para entender la cuestión masónica. En 1922, quienes logran la paz de alguna manera son los de la Iglesia católica y años antes había ocurrido un hecho que cambió el mundo, que fue la victoria de los bol­cheviques en Rusia, el comu­nismo. Colorados y liberales, que eran liberales ambos, pero que comenzaron a volverse más conservadores, dijeron “acá tenemos un enemigo”. Hay que decir que los dos son partidos cúpula, oligár­quicos ambos. Entonces, el comunismo es más peligroso. Entonces volvieron a juntarse más con la Iglesia porque la Iglesia tenía la misma intensa agenda anticomunista.

NACIONALISMO

–¿Hubo un nacionalismo masón?

–FC: Sí, pero posterior a la guerra del Chaco. Y eso también fue uno de los pila­res que aprovechó la Iglesia. Aunque la Iglesia tampoco adhirió completamente al discurso nacionalista, por­que había sectores de la Igle­sia que estaban todavía un poco alejados de la figura del mariscal López. Los masones no porque había muchos que habían sido legionarios. Ceci­lio Báez, por ejemplo, fue uno de los que más peleó en contra de ese discurso cuando nació.

–¿La masonería se metió en esa guerra lopizta-an­tilopizta?

–FC: Directamente como institución no. Hay referen­tes de ambos sectores. Está Manuel Domínguez, que era masón y que era nacionalista. Está Pablo Max Insfrán, que también fue un naciona­lista muy importante. Y des­pués estaban José Segundo Decoud y Cecilio Báez, quie­nes eran anti. Y había dema­siados extranjeros que no veían con buenos ojos tam­poco el discurso nacionalista paraguayo.

–¿El liderazgo deportivo estuvo marcado o no por la masonería?

–FC: Enrique L. Pinho fue mucho tiempo presidente de lo que hoy es la Asocia­ción Paraguaya de Fútbol. Y él termina construyendo el Defensores del Chaco. Desde el arquitecto pasando por el intendente municipal hasta el presidente de la República todos eran masones. ¿Por qué digo el presidente de la Repú­blica? Porque Schaerer es el que termina donando parte del predio para la construc­ción del estadio.

–SZ: William Paats (funda­dor del Club Olimpia).

–¿Los presidentes maso­nes siguieron en el tiempo o se discontinuó después?

–FC: Sí, se discontinuó con Schaerer. Termina ahí. Bus­camos mucho si Eligio Ayala era masón. No sabemos. ¿Eusebio Ayala era masón? Se dice, pero no sabemos.

–SZ: Documentación feha­ciente no encontramos. El último fue Tomás Romero Pereira, antes de Stroessner.

MUJERES

–Un tema que siempre se plantea es el de la mujer y la masonería. ¿Qué se dice al respecto?

Lo que pasa es que la Gran Logia Simbólica del Paraguay tiene su cabeza en Inglaterra, depende de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Y allá no permiten todavía. Es una cuestión de regularidad. O sea, vos cumplís las reglas que te pone la institución madre y esa institución madre toda­vía no acepta mujeres, aun­que lo vienen estudiando ya hace un tiempo. Lo que sí hay es logias masónicas de muje­res acá.

–SZ: Lo que pasa es que his­tóricamente los masones eran constructores. Estos eran los constructores de las grandes catedrales, que ellos tenían los conocimientos en esa época para construir ese tipo de obras, ya que no exis­tía facultad de ingeniería o de arquitectura. Entonces todo el simbolismo masónico se basa en construcciones. Y las construcciones antigua­mente eran realizadas sola­mente por hombres. Enton­ces históricamente viene esa rama.

–FC: Pero hay logias en Para­guay solamente de mujeres y logias mixtas, con las cuales la Gran Logia tiene las mejo­res relaciones.

–¿Cuánto de realidad hay en que cualquier aspirante a la burocracia, especial­mente en el Poder Judi­cial, tiene que enrolarse a la masonería?

–SZ: Hasta donde yo sé, la masonería es una institu­ción filosófica, filantrópica, progresista. Entonces trata de elevar al hombre desde otro punto de vista. Hay nomás, en cuanto a la maso­nería, mucho mito. Entonces puede también pertenecer a uno u otro partido, pero hay que salvar también la institu­ción de los individuos.

–FC: Nos dimos cuenta con el tema del libro que hay mucha estigmatización con la maso­nería. Entonces hay todavía mucho que tiene que ver con esa disputa de la que habla­mos con la Iglesia, que ins­taló muchos mitos hacia la masonería. Y quiero aclarar ya de que este no es un libro anticlerical. Lo que nosotros hicimos es contar lo que fue pasando. Contamos también las cosas que los masones le hacían a la Iglesia católica. ¿Por qué lo hicieron ambos? Le condenaban moralmente al otro simplemente por ser parte de una institución dife­rente. Y lo hicieron los maso­nes también. De hecho, los masones querían que se pro­hibiera que entren sacerdotes a Paraguay. Una locura. Pala­dines de la libertad pidiendo que no ingrese alguien por pertenecer a otra institución. Entonces, queremos lo más claro de eso porque la gente nos dice “ah, no, estos van a venir a hablar mal de la Igle­sia”.

APERTURA

–¿Qué desafíos tiene de futuro la masonería a pro­pósito de aggiornarse a los nuevos tiempos?

–SZ: Yo creo que este libro es un primer paso para que la masonería se vuelva a abrir a la sociedad, así como era en 1900. Entonces y justa­mente la señal que recibi­mos desde el lanzamiento del libro, con la participa­ción de la gente, con las dife­rentes opiniones, yo creo que fue altamente positiva de abrir nuevamente lo que es la curiosidad de la maso­nería, a contar y desmitificar muchas cosas y abrir defini­tivamente, repito, como era en un principio.

–FC: De hecho, la sociedad servía de contralor de esos masones. Al ser públicos, servía también la sociedad de contralora. Hoy en día, el masón trata de ocultar su condición; la mayoría, no todos. Tratan de ocultar su condición porque justamente hay un estigma. El material nace con la idea de abrirse a la sociedad y de hecho se va a preparar un museo ahora en función al libro y después se van a abrir los templos. O sea, los templos de la Gran Logia, donde se va a hablar de maso­nería, historia para el público en general que quiera partici­par. Hay una idea de mostrar más apertura y lo que hacen los masones todavía por la sociedad paraguaya. La idea es matar los mitos y tratar de generar también puentes con instituciones como la Igle­sia católica, con la que sigue habiendo esa pelea, que ya me parece intrascendente.

–No se puede explicar la evolución de la historia política paraguaya sin la masonería como no se puede explicar la historia paraguaya sin la Iglesia.

–SZ: Justamente veníamos comentando días atrás que si bien el libro tiene el nom­bre de “Masonería para­guaya - Recopilación histó­rica”, es un libro de historia paraguaya. Al que le guste la historia paraguaya, al que quiera conocer la historia paraguaya, muchas cosas va a comprender leyendo este libro.

Saúl Zaputovich: “Si bien el libro tiene el nombre de “Masonería paraguaya - Recopilación histórica”, es un libro de historia paraguaya. Al que le guste la historia paraguaya, al que quiera conocer la historia paraguaya, muchas cosas va a comprender leyendo este libro”.

Fabián Chamorro: “Hay una idea de mostrar más apertura y lo que hacen los masones todavía por la sociedad paraguaya. La idea es matar los mitos y tratar de generar también puentes con instituciones como la Iglesia católica, con la que sigue habiendo esa pelea, que ya me parece intrascendente.

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