• POR IRENEO ACOSTA R.

Cuando terminó su contrato con Guaraní se fue a Cerro Por­teño y ahí se consolidó en el fút­bol paraguayo. Claudio Aquino se instaló en Barrio Obrero y fue uno de los artífices de la consagración en el Clausura.

No se despega de su familia y trabaja todos los días pen­sando en ella. Cuando se con­quistó la 34 “tuve una emo­ción increíble, porque no siempre se da una definición de esta manera”, dijo en su diálogo con La Nación. Ase­diado en la noche del sábado por aficionados que coparon Dos Bocas y en Barrio Obrero, la celebración siguió con su familia el domingo.

Cuando se le preguntó acerca de la dedicatoria a la hora de la definición, Claudio no se guardó nada: “Le dedico a mi familia, a mi mujer, por todo lo que nos aguantó. Le dije a un amigo que viniera de Buenos Aires y desde que vino no se fue más. Estamos todos con­tentos por lo que vivimos en la noche del sábado. Fue una noche memorable”.

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El habilidoso jugador recu­peró su nivel y guió a la nave a la gran consagración. “Siem­pre remarqué el tema de no estar bien, de no hacer las cosas como yo quería. Hay momentos que salen bien y otros no, el cuerpo técnico siempre me apoyó, con los compañeros, la familia acá y en la Argentina. Cuando esta­mos bien es difícil ganarnos y más aún cuando nos ponemos las pilas. Nos reencontramos con mis compañeros en un momento crucial del torneo”.

Recordó al mismo tiempo que “este año la remamos desde el comienzo y nos recuperamos de varias caídas. Cristaliza­mos dos jugadas de gol en los tramos finales y estamos dis­frutando de este título”, ase­guró el argentino.

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