Más allá del momento del día, el hábito de lavarse el rostro debería tomarse con más responsabilidad atendiendo a que es indispensable para la higiene y el cuidado de la piel. Adoptar una rutina de limpieza del rostro, según el tipo de piel, y realizarla de manera regular ayudará a tener una piel sana, fuerte y sin arrugas.

A la hora de lavarse la cara, lo más habitual es hacerlo dos veces al día: temprano al levantarse y a la noche antes de dormir. No obstante, la frecuencia varía según las características de cada piel, según estudios dermatológicos. Por ejemplo, la piel grasa es más propensa a tener acné y es posible que las personas que tienen este tipo de piel necesiten dos o más lavados al día.

En caso de tener piel seca, puede ser que más de dos lavados al día generen irritación con facilidad. Lo mismo sucede con las pieles más maduras, que son más propensas a la sequedad, por lo que lo ideal es lavarlas una vez al día para no eliminar los aceites esenciales de la capa dérmica.

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Para limpiarse la cara, no solo se debe utilizar agua, sino también limpiadores de rostro. Sin los productos adecuados no se pueden eliminar por completo la suciedad, la grasa y las impurezas del día, que se impregnan en la piel. También es ideal recurrir a especialistas para que determinen qué tipo de piel tiene uno, qué pasos y qué productos hay que utilizar para la limpieza y cuidados del rostro.

A la par de cuidar la piel y protegerla de las impurezas, el lavado del rostro también es imprescindible para mejorar la absorción de cualquier producto que se vaya a aplicar luego, ya sean cremas o maquillaje.

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