El Festival de Cannes vivió este martes otra lluvia de estrellas con “Asteroid City”, la nueva película del director estadounidense Wes Anderson, un realizador que tiene una rara habilidad para convocar a los actores más rutilantes de Hollywood. Tom Hanks, Scarlett Johansson, Matt Dillon, Adrien Brody, Bryan Cranston, Maya Hawke... En la alfombra roja de Cannes apenas había espacio para la veintena de estrellas que desfilaron bajo los flashes.

La lista es casi interminable para esta comedia con la que Anderson compite por tercera vez por la Palma de Oro. Como en otras películas de este director, “Asteroid City” se basa en una puesta en escena kitsch y detallista, que parece tener tanta o más importancia que la historia en sí.

“Asteroid City” es una obra de teatro sobre una ciudad ficticia en el desierto, lugar de encuentro de aficionados al espacio que compiten para demostrar sus conocimientos e inventos. El espectador pasa de las explicaciones (en blanco y negro) de un presentador a la explosión de colores flash de la película en sí, en un ejercicio de “película dentro de una obra teatral”.

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Anderson tiene afición a los niños algo sabiondos, que no pueden impedir desparramar sus conocimientos sobre los demás, mientras sus padres se miran mutuamente de reojo. Es un director que siempre mira hacia atrás, en este caso a una América de los años 1950 llena de optimismo y de música country, pero también atemorizada por la posibilidad de que desembarquen... los extraterrestres.

Wes Anderson desembarcó por vez primera en Cannes en 2012 con “Moonrise Kingdom” y volvió en 2021 con “La crónica francesa”. En 2014 se llevó el Gran Premio del Jurado en el festival de Berlín por “El gran hotel Budapest” y en 2018 el Oso de Plata al mejor realizador por “Isla de perros”, también en Berlín.

Una conversión forzada

El otro candidato que presenta película es el italiano Marco Bellocchio, de 83 años, con “Rapito”, basada en la historia real de Edgardo Mortara, un niño judío de seis años secuestrado y convertido a la fuerza al catolicismo en el siglo XIX. Bellocchio recibió una Palma de Oro de honor en 2021 y es autor de obras como “El traidor” o “El sueño de la mariposa”.

El italiano tiene en su haber dos premios en Venecia (premio del jurado de crítica internacional en 1967 y al mejor guión en 2003), y un Oso de Plata en Berlín por “La condena”, en 1991. Más allá del tono simpático de Anderson o la denuncia social de Bellocchio, en Cannes siempre hay espacio para el escándalo.

En este caso, la serie televisiva “The Idol”, con desnudos y masturbaciones explícitas de la actriz Lily-Rose Depp (hija de Johnny Depp), en una una supuesta denuncia del mundo del espectáculo. La serie será estrenada en junio en la plataforma HBO.

El festival ya ha cruzado su rubicón. El sábado entrega la Palma de Oro, a la que concurren 21 películas, siete de ellas dirigidas por mujeres, un récord. Y en secciones paralelas, la jornada se declinó en portugués: por un lado, “Crowra”, del portugués Joao Salaviza y la brasileña Renée Nader, centrada en la vida de la tribu kraho y en su lucha por la supervivencia, en el corazón de la selva brasileña (sección Una Cierta Mirada.

En la Semana de la Crítica, la ítalobrasileña Lillah Halla presentó su ópera prima “Levante”, sobre una adolescente cuyo prometedor futuro en el voleibol puede quedar truncado cuando descubre que está embarazada. Y “Légua”, de los portugueses Filipa Reis y João Miller Guerra, sobre una vieja mansión en el norte de Portugal habitada por tres mujeres, se presentó en la Quincena de Cineastas.

Cuestionan a la iglesia

Steven Spielberg se había interesado por el caso, pero fue finalmente el italiano Marco Bellocchio quien rodó la película. “Rapito” es la crónica de un caso verídico, el secuestro de un niño judío para educarlo como católico, por orden papal. El cineasta italiano de 83 años reabre una página oscura del antisemitismo de la Iglesia con una película que compite por la Palma de Oro y que fue presentada en la noche del martes. “El secuestro” narra el caso de Edgardo Mortara, nacido a mediados en 1851 en una familia de la comunidad judía de Bolonia.

Fue supuestamente bautizado en secreto por una sirvienta y por ello, por orden papal, arrebatado a sus padres en 1858, a los siete años, para educarlo en la fe católica. El papa Pío IX era por entonces soberano de Bolonia, antes de que estallara el movimiento nacionalista que reunificó Italia. Bellocchio es uno de los nombres importantes del cine italiano, y a lo largo de décadas de carrera ha abordado otros episodios negros de la historia de su país, como la reciente miniserie “Exterior noche”, sobre el terrorismo de extrema izquierda de las Brigadas Rojas, o la lucha antimafia con “El traidor”.

Secuestro en nombre de la Iglesia

“Este es un episodio importante en la historia italiana porque es uno de los últimos secuestros llevados a cabo en nombre de la Iglesia”, dice Bellocchio, cuya película denuncia tanto la infalibilidad del dogma como el proselitismo. “Las fuerzas liberales y progresistas denunciaron la barbaridad del caso, que causó un gran escándalo en todo el mundo”, añade el cineasta, seleccionado más de una docena de veces en Cannes y que fue miembro del jurado en 2007.

A modo de fresco histórico, la película retrata la lucha de la familia Mortara contra la Iglesia para recuperar al pequeño Edgardo. Con la revolución nacionalista, las autoridades seculares del país llegaron a denunciar al antiguo inquisidor de la ciudad, organizador del secuestro.

Además del aspecto político, hay un drama íntimo que desgarra en esta familia que sufre los vaivenes del Risorgimento, el proceso de unificación del país. El propio Edgardo vivirá luego traumatizado entre la fidelidad a su familia y al catolicismo. Se convertirá en sacerdote, nunca abandonará las órdenes e intentará hasta el final convertir a su madre.

Similitudes con la guerra en Ucrania

El caso, que también muestra el antisemitismo del Papa Pío IX, interesó a Steven Spielberg, el director de “La lista de Schindler”, que pensaba en Mark Rylance para el papel del Papa. Bellocchio ha denunciado incansablemente a las instituciones y a la Iglesia, pilar de la sociedad italiana, especialmente en 2002 con “La sonrisa de mi madre”, presentada en Cannes.

Cuando la AFP le preguntó sobre las resonancias entre el secuestro contado en la película y los de los niños ucranianos en Rusia desde la invasión, Bellocchio dijo que estaba “muy impresionado”, si bien “Rapito” fue pensado como proyecto mucho antes de esta guerra. “Es política o religión, pero en ambos casos hay violencia objetiva”, razona.

Pueblos autóctonos de Brasil

El festival de Cannes acogió este martes el estreno de “Crowra”, una crónica filmada de la vida de los krahô y una reivindicación del papel de los pueblos autóctonos de Brasil. Los dos realizadores, el portugués João Salaviza y la brasileña Renée Nader Messora, documentan el pasado, el presente y los desafíos de futuro de este pueblo, ubicado en el Cerrado de Brasil, una vasta región de sabana tropical.

“Lo que buscamos es traducir la sensibilidad, la poesía, la belleza de los krahô y ponerla en imágenes, en sonido, en montaje” dijo Salaviza en una entrevista con AFP. “No es un cine activista pero sí un cine profundamente político”, asegura el correalizador de esta película, a medio camino entre documental y ficción y en la que los krahô recrean su propia vida.

Su supervivencia se juega en el Cerrado, una zona de una gran biodiversidad bajo la presión del agronegocio y de un gobierno hostil durante la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022), en el poder cuando se rodó el filme. “Crowra”, una coproducción entre Brasil y Portugal, es el resultado de quince meses de rodaje y convivencia de los realizadores en cuatro aldeas diferentes de esta tierra indígena, una región que ambos conocen a fondo y donde viven desde hace años.

Toma de conciencia

“Sabíamos más o menos lo que queríamos contar, pero no teníamos idea de cómo lo íbamos a lograr y esto se fue construyendo con ellos”, apunta Nader Messora, que reivindica un cine “muy abierto” en colaboración con sus protagonistas. La cinta, presentada en la sección paralela Una Cierta Mirada, evoca también el alejamiento de los krahô de sus tradiciones, desde un padre que cambia la caza por el supermercado hasta la renuncia de los hombres a ir desnudos en las celebraciones tradicionales.

“No es que haya exactamente una pérdida [cultural], yo creo que hay una reconfiguración (...) Aprovechan lo que les sirve y echan mucho de lo que no le sirve de las novedades que traen los no indígenas”, llamados ‘cûpe’ en su lengua, apunta Renée Nader Messora. “Crowra” muestra también la toma de conciencia política de los krahô, cuando algunos de ellos deciden viajar a Brasilia para una gran movilización de los pueblos autóctonos contra el gobierno de Bolsonaro.

“Entendieron que hay muchos frentes de batalla y uno de ellos es aprender a ocupar los espacios de poder”, apunta Salaviza, que describe la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil este año como “un cambio de mundo”.

La película sigue a varios personajes, como Jotàt, una niña habitada por los fantasmas de sus antepasados que le recuerdan una masacre ocurrida en los años 1940. Mientras tanto Hyjnõ, el guardián de la aldea, lucha por evitar las incursiones ilegales de los ‘cûpe’ que roban loros en sus tierras para luego venderlos en la ciudad.

El filme también cuenta con la participación de Sonia Guajajara, responsable del nuevo ministerio de Pueblos Originarios, “un foco de esperanza” según Salaviza, que no duda en calificar de “régimen” los años de la presidencia de Bolsonaro. Los dos realizadores presentaron en 2018 en Cannes su primera película “Los muertos y los otros”, que ya trataba de la comunidad krahô y se llevó el premio de la sección Una Cierta Mirada de Cannes.

Homenaje a Carlos Saura

El festival de Cannes rindió este martes un homenaje al fallecido cineasta español Carlos Saura con la proyección en una pantalla gigante en la playa de su película “Carmen” (1983) y en presencia de su hijo Antonio. “Francia le dio a mi padre la posibilidad de ser libre, de contar la verdad sobre la cultura española”, dijo Saura hijo, recordando al director fallecido el pasado 10 de febrero a los 91 años que dirigió unas 50 películas a lo largo de una carrera de más de medio siglo.

Antonio Saura, también productor y distribuidor de cine, recordó como Cannes y Francia acogieron siempre las obras de su padre con “generosidad”, en momentos en que la censura de la dictadura del general Franco seguía vigente. “Carmen” (nominada al Óscar a mejor película extranjera) forma parte de la “trilogía flamenca” del director aragonés.

Narra la historia del director de una compañía de baile (interpretado por el bailarín y coreógrafo Antonio Gades) que está trabajando en el montaje de la “Carmen” de Bizet y cuya relación con la protagonista se confunde poco a poco con el argumento de la ópera. La hija de Gades, María Esteve, que también estuvo en el homenaje en Cannes en una playa llena a rebosar de espectadores, destacó “esa unión tan hermosa entre la danza y el cine” y que llevó al bailarín y al cineasta a colaborar en otras dos películas, “Bodas de sangre (1981) y “El amor brujo” (1986).

Saura está considerado uno de los grandes del cine español y es conocido sobre todo por sus películas que retrataron los males de la sociedad española en pleno franquismo, con títulos emblemáticos como “El jardín de las delicias” (1970) o “Cría Cuervos” (1975). Su relación con el festival de Cannes fue determinante en la proyección internacional de su obra, con la presencia constante de sus películas a lo largo de los años y premios especiales del jurado para “La prima Angélica” (1973) y “Cría cuervos”.

“The Idol” cumple promesa

Con un cóctel de sexo, drogas y música pop, la serie televisiva “The Idol” cumplió con la promesa de crear escándalo en el Festival de Cannes, donde se estrenó mundialmente. “Sabemos que estamos presentando un show provocativo. No se nos escapa”, dijo este martes su director y cocreador, Sam Levison (“Euphoria”) en rueda de prensa, al día siguiente de la proyección de los dos primeros episodios.

En total son seis episodios que incluyen desnudos, una foto íntima que se vuelve viral y masturbaciones explícitas. Y entre telones, un rodaje tumultuoso, con portazos sonados. El público tendrá que esperar hasta principios de junio para descubrir en la plataforma HBO la historia de Jocelyn alias “Joss” (Lily-Rose Depp), estrella del pop que intenta volver a la cima después del bajón que supuso la muerte de su madre.

Aparece Tedros (Abel Tesfaye, el cantante The Weeknd), una especie de gurú que conoció en una discoteca y drogadicto, que trastornará sus planes. La serie se burla de todo tipo de clichés del mundo del espectáculo, por ejemplo, de la figura del “coordinador de intimidad” que intenta conciliar las exigencias del contrato de imagen de la cantante y el deseo de ésta de disponer como quiera de su propio cuerpo.

O el formato de la industria musical, que puede imponer una canción a un artista con el pretexto de que es un éxito potencial. “Cuando eres famosa, todos te mienten”: Jocelyn, que tiene dudas sobre la canción que se supone que impulsará su regreso, rápidamente se encuentra atrapada en la telaraña personal y artística que Tedros teje a su alrededor, a pesar de las advertencias de su amigo y asistente más cercano.

“No estamos tratando de contar la historia de una estrella del pop en particular, sino más bien la visión del mundo de las estrellas del pop y la forma en que se ejerce presión sobre ellas. (...) Es una vida muy solitaria. Todos buscan defender sus intereses, pero la fama corrompe a muchas personas. Es muy fácil rodearse de personas que te mienten”, dijo Levinson.

En cuanto a su personaje, Lily-Rose Depp, hija de Vanessa Paradis y de Johnny Depp, insistió en que su “desnudez física refleja su desnudez emocional”. Según la revista Rolling Stone, la producción sufrió muchos retrasos y reescrituras, a causa de Sam Levinson, que asumió la dirección a mediados del rodaje.

“Los colonos”

El director chileno Felipe Gálvez hurga en las heridas de la historia de su país “Los colonos”, una crónica descarnada de las masacres de indígenas que acompañó la conquista de Tierra de Fuego, presentada en Cannes. Es el primer largometraje de Gálvez, que requirió nueve años de gestación, la mitad de ellos buscando financiamiento dentro y fuera del país.

“Hacer cine en Chile es muy difícil, y esta era una película muy ambiciosa y muy grande, así que tuvimos que salir por todo el mundo”, explicó este martes en entrevista con AFP. La película se rodó en el extremo sur del país, en la Isla Dawson en el Estrecho de Magallanes, donde vivían los indígenas Selknam hasta la llegada de los colonos.

Con aires de wéstern, Gálvez expone la persecución de un grupo de selknam (Onas, para los colonos) que han matado y devorado unas ovejas del todopoderoso terrateniente José Menéndez (Alfredo Castro). “Prácticamente toda la Tierra del Fuego es de los Ménendez hasta el día de hoy. Y lo que no es de ellos, se lo regalaron a alguna comunidad católica para hacer un colegio”, explicó el realizador.

“Pudimos filmar donde nos abrieron las puertas”, añade. La película, que concursa en la sección Una Cierta Mirada, debería estrenarse a finales de año en Chile. “Yo creo que la reacción va a ser muy buena (...) porque mi generación, los chilenos menores de 50 años, están muy interesados en lo pasó, en esta historia oculta”, enfatiza.

Vivir de la caza

Gálvez asegura que antes de la llegada de los colonos los indígenas vivían en paz en Isla Dawson y en buena parte de la inmensidad de Tierra de Fuego. “Vivían de la caza, de comer guanaco. Con eso se podían vestir, construían sus casas. Con la construcción de cercos, el guanaco se alejó”, explica.

“Las ovejas son los otros colonos” de la historia trágica de esas tierras batidas por el viento y la lluvia buena parte del año, explica el realizador. Los nativos “empiezan a cazar ovejas sin entender el concepto de la propiedad privada, sin entender la idea de un cerco, sin entender que algo que da la tierra no les pertenezca”, añade.

Todos los protagonistas de la compleja historia chilena aparecen convocados para exorcizar el pasado: el guía mestizo y despreciado (Camilo Arancibia), un capataz del terraniente que colabora en los excesos (Benjamin Westfall) y el mercenario que los protagoniza, un exmilitar escocés (Mark Stanley).

Todos reciben su dosis de humillación, y nadie sale victorioso de este viaje al corazón de las tinieblas. Destaca también una actriz chilenoecuatoriana, Mishell Guaña, impasible testigo. Los Selknam forman parte de un peculiar folclore en Chile, asegura Gálvez.

“Hay muñecos [Selknam] para poner en la cuna de tu hijo, helados, chocolate, vino... Los transforman como un souvenir del país, sin asumir el genocidio, sin contar la historia”, denuncia. Al mismo tiempo, en Chile hubo indemnizaciones “para muchos pueblos indígenas, que se las merecen”, acepta Gálvez. Falta reconocer a los Selknam como un pueblo, como ya sucede en Argentina, asegura.

“Chile es un país que desprecia totalmente su historia. Ni siquiera le interesa reflexionar sobre la dictadura” de Augusto Pinochet, denuncia Gálvez. La Isla Dawson fue lugar de detención durante la dictadura pinochetista, recuerda este joven cineasta afincado actualmente en París tras terminar el montaje de “Los colonos”.

“Eureka” de Lisandro Alonso

El director argentino Lisandro Alonso volvió al festival de Cannes para presentar “Eureka”, su manera personal de descubrir el mundo indígena, en Estados Unidos y en América Latina, con una película que no respeta fronteras de tiempo ni de espacio.

Estrenada el viernes por la noche fuera de concurso, “Eureka” propone tres historias distintas y entrelazadas. La película se abre con corto western en blanco y negro, interpretado por el actor fetiche de Alonso, Viggo Mortensen, y Chiara Mastroianni, con la que el director coincidió hace años en un jurado de Cannes.

Con una elipsis totalmente sorprendente, el espectador pasa a una reserva de la tribu de los Oglalas Lakota, uno de los lugares más pobres de Estados Unidos, en Dakota del Sur, donde una agente de policía local se ve desbordada por la miseria y los problemas de sus congéneres. Y de ahí, en otro salto inesperado, a una tribu en la selva brasileña cuyos integrantes se cuentan sus sueños al arrancar el día, y donde la amenaza proviene de los buscadores de oro.

Tomar riesgos

“Yo sabía que no iba a ser una película común, compleja de diagramar y estructurar, y que no es una película fácil para la audiencia” confiesa Alonso en entrevista con la AFP, tras el estreno. Rodada en inglés, en portugués y en lenguas indígenas, de 2h30 de duración, “Eureka” exige la atención del espectador.

“Bueno, para mí esa es la idea: hacer cosas que me exijan un poquito más y tratar de tomar algunos riesgos y probar, aunque sea mucho más cansador”, añade. Nueve años le tomó al director nacido en Buenos Aires (1975) concretar un guión que se gestó al terminar el rodaje de “Jauja”, un western que llamó la atención en Cannes, donde Alonso ha presentado en una u otra sección todos sus largometrajes.

El covid complicó la carrera de Lisandro Alonso, como la de tantos otros cineastas. El rodaje más arduo, explica, fue en Dakota del Sur, en pleno invierno, donde todo el equipo se vio bloqueado por una tempestad de nieve. La comunidad lakota de Pine Ridge ha sido arrasada por los problemas de drogas y alcohol. Según datos oficiales, el 90% de sus habitantes no tiene empleo fijo.

“La gente está medio a la deriva, viendo lo que va a hacer al día siguiente, pero sin mucha dirección ni objetivos. Están bastante descuidados”, explica el director argentino, que conoció la comunidad a través de Viggo Mortensen. Destaca la interpretación de una joven sioux, Sadie LaPointe, que pasea una mirada serena en torno a la desolación que la rodea, y que es un personaje clave para la transición a la selva brasileña.

“Eureka” coincide en Cannes con otras películas de temática indígena, empezando por “Killers of the Flower Moon”, de Martin Scorsese, sobre una serie de asesinatos en una reserva indígena en Oklahoma, o “Los colonos”, del chileno Felipe Gálvez, sobre las matanzas de pueblos autóctonos tras la independencia. “Puede que este sea el momento de poner arriba del escritorio el tema: ya no se puede mandar más abajo la alfombra porque están muriendo muchos” declara Alonso.

“Como un teatro”

El actor británico Jude Law, que destacó en el Festival de Cannes con una interpretación escabrosa del rey Enrique VIII en la película “Firebrand”, declaró este lunes que veía a la monarquía de su país “como un teatro”. “Veo todo esto como un teatro, aunque el teatro me obsesiona un poco más”, declaró en rueda de prensa, tras la gala de estreno la víspera de “Firebrand”, dirigida por el brasileño Karim Ainouz y centrada en la última esposa del rey, Catalina Parr.

“No sigo todo esto realmente, lo veo como un capítulo intrigante de la historia”, añadió. “No me interesan particularmente los cotilleos”, añadió, en alusión a las tensiones en la actual familia real británica. Al mismo tiempo, “hay algo realmente admirable en esas imágenes como de ceremonia medieval, cómo se conecta con la actualidad”, añadió en alusión a la coronación de Carlos III.

“Firebrand” es la primera película en lengua inglesa del realizador brasileño de origen argelino Karim Ainouz. La interpretación del legendario rey inglés ha sido unánimemente elogiada en el festival. Jude Law aparece como un ogro obeso, paranoico y voraz sexualmente, con una gangrena en la pierna que lo atormenta.

En la rueda de prensa Law reveló que para “recrear” esa herida utilizó los servicios de un perfumista, que mezcló “olor a pus, sangre, material fecal y sudor”. “Al principio lo utilicé discretamente”, explicó, pero Karim Ainouz se entusiasmó con la idea y utilizó la mezcla todo el rato. “Cuando llegaba al rodaje era simplemente horrible”, bromeó Alicia Vikander, que interpreta a Catalina Parr, la única esposa que sobrevivió al rey.

Reencuentro con Víctor Erice

El Festival de Cannes volvió a reencontrarse este lunes con el cine del español Víctor Erice con el estreno de “Cerrar los ojos”, un largometraje fuera de concurso que recogió fuertes aplausos, medio siglo después de la histórica “El espíritu de la colmena”. Erice, con 82 años, no pudo acudir al estreno, explicó el delegado general del Festival, Thierry Frémaux, que sí saludó en cambio a los principales actores de la cinta, entre ellos José Coronado, Ana Torrent y María León.

“Cerrar los ojos” narra a lo largo de casi 3 horas el misterio que rodea la desaparición de un actor, Julio Arenas, mientras filmaba una película en los años 1990. Un programa de televisión quiere revivir el caso, tres décadas después. La película marca un inesperado giro en el estilo de Erice, con un argumento que se va desarrollando y manteniendo el suspense hasta el final, alejado del tono meditativo del cineasta.

Erice es autor de una breve pero fecunda obra cinematográfica, que arranca con “El espíritu de la colmena” en 1973, precisamente con Ana Torrent, una niña que fascinó al público y que ahora vuelve de la mano del veterano director en este nuevo largometraje. “El espíritu de la colmena” ganó la Concha de Oro en San Sebastián y participó en la Semana de la Crítica de Cannes.

El director vasco volvió diez años después con “El Sur”, en la competición oficial. Y finalmente “El sol de membrillo” se llevó el Premio del Jurado de Cannes en 1992. Aún volvería a pisar la alfombra roja diez años después con “Alumbramiento”, fuera de competición, un episodio dentro de una obra colectiva.

Erice ha ido espaciando en las últimas dos décadas sus obras cinematográficas, más bien centradas en reflejar la obra de pintores o escultores, colaborando con otros autores, o haciendo cortos para museos. Pero el eco de su cine, meditativo y lleno de poesía, sigue resonando en España, donde cada nueva generación lo cita como una referencia visual ineludible.

Sin pretensiones políticas, pero con una mirada llena de sensibilidad, Erice fue uno de los cronistas más profundos de la España convulsa tras la guerra civil (“El espíritu de la colmena”). Su cine, parco en palabras, apelaba a la mirada inocente de los niños para exponer los silencios de los adultos, llenos de secretos relacionados con la trágica historia del siglo XX español.

“El Sur” volvía a poner la mirada infantil, de una hija para con su padre, en el centro de la trama del largometraje. “El sol de membrillo” era en cambio un ensayo cinematográfico sobre el pintor Antonio López, que decide un día pintar un árbol membrillero en su casa, una tarea mucho más laboriosa de lo que parece.

Segunda semana de competición

La competición oficial para la Palma de Oro entró este lunes en su segunda semana con “Club Zero”, de Jessica Hausner, y “Fallen Leaves” de Aki Kaurismaki. Hausner cuenta en su largometraje la historia de una maestra encargada de supervisar la alimentación de los estudiantes en una escuela de élite, y que rápidamente se convierte en una gurú. El finlandés Kaurismaki, autor de “El Havre”, cuenta en “Fallen Leaves” la relación entre una mujer y un hombre solitarios, con ternura y mordacidad al mismo tiempo.

Y el glamur sigue al mismo tiempo en la alfombra roja. Este lunes estaba prevista la aparición del cantante canadiense The Weeknd y de Lily-Rose Depp, hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis, para presentar una serie televisiva, “The Idol”, del creador de “Euphoria”, Sam Levinson. Un total de 21 películas concursan por la Palma de Oro, que será anunciada el sábado 27 de mayo.

Cine con pocos alardes

Dos directores, la austriaca Jessica Hausner y el finlandés Aki Kaurismaki, mostraron este lunes en Cannes su capacidad de hacer cine efectivo con pocos alardes técnicos, para exponer problemas profundos que afectan a la sociedad occidental. Ambos compiten por la Palma de Oro de la 76ª edición de Cannes, que será anunciada el sábado.

“Club Zero”, de Jessica Hausner, muestra a una profesora de una escuela elitista, Miss Novak (Mia Wasikowska), contratada para introducir hábitos alimenticios sanos entre los alumnos. Rápidamente la profesora se convierte en gurú de un grupo de “elegidos”, a los que conduce al extremo de su razonamiento: es el “Club Zero”.

Kaurismaki muestra por su lado la pequeña odisea de un hombre con problemas de alcoholismo y una mujer deprimida (Jussi Vatanen y Alma Pöysti) para poder conocerse realmente. La puesta en escena es igualmente cuidada en ambos casos. La escuela y la mayoría de familias de “Club Zero” son de clase alta, pero Hausner no necesita gran cosa para convencer al espectador de que la riqueza no es sinónimo de felicidad.

La atmósfera es glacial, los personajes casi nunca se tocan, nunca pierden la compostura ni alzan la voz, pero su angustia es profunda. El estilo de Hausner recuerda al de Ruben Östlund, que ganó dos veces en Cannes con sus sátiras despiadas (“El triángulo de la tristeza” fue la Palma de Oro del año pasado), y que este año es presidente del jurado.

Pero Hausner opta por un humor mucho más árido en esta segunda candidatura de su carrera, después de “Little Joe” en 2019. Los jóvenes hacen régimen para sentirse especiales o para salvar el planeta, pero sus ansias de cambio esconden problemas graves. Y los padres están desamparados o ausentes.

Kaurismaki ya ha competido cuatro veces por la Palma de Oro. Con “Fallen Leaves” su estilo depurado se pone al servicio de unos personajes entrañables, pobres y perdidos en la soledad de la gran ciudad. Los diálogos son breves como en “Club Zero”, pero hilarantes. Sus personajes también se mantienen a un metro de distancia, pero el espectador les toma cariño inmediatamente.

Aislados en sus respectivos hogares, la banda sonora de sus vidas son las canciones kitsch finlandesas, o las lúgubres noticias de la guerra en Ucrania. Pero ambos se empeñan en volverse a ver, a pesar de la mala suerte que les acompaña. Finlandia es, según un índice anual de la ONU, el país más feliz del mundo, por sexto año consecutivo.

Joven siux desmonta clichés

Cuando el director argentino Lisandro Alonso buscaba actores indígenas para rodar su película “Eureka” en uno de los lugares más pobres de Estados Unidos, la reserva de Pine Ridge (Dakota del Sur), la joven siux Sadie LaPointe postuló sin dudarlo. Al fin y al cabo, ella vivió justo al lado, en la reserva de Rosebud, y conocía de cerca los terribles problemas de sus vecinos de la tribu Oglala Lakota.

Y además esta joven universitaria de 20 años tenía veleidades de actriz desde pequeña, hasta que se presentó a las audiciones de la película “Killers of the Flower Moon” de Martin Scorsese, una de las sensaciones en el Festival de Cannes.

“Hace como diez o doce años me presenté a las pruebas de esa película, pero no sé qué pasó, la fueron posponiendo y nunca llegué a formar parte de ella”, explica en Cannes en entrevista con AFP. “Ahora ya tengo la entrada para verla aquí [en Cannes]. Me encanta que haya contado con indígenas reales, que haya más indígenas en la industria” del cine, añade con una sonrisa.

Indígena y estadounidense

LaPointe vio una segunda oportunidad en el cine con una película totalmente distinta de la megaproducción de Scorsese. “Eureka” es una especie de ensayo visual sobre la suerte de los indígenas en el continente. Y Sadie LaPointe juega un papel esencial en la historia, con una mirada limpia y serena sobre el terrible abandono de sus congéneres, hasta que toma una decisión transcendental.

“Supongo que en el fondo siempre quise [ser actriz]. A medida que me iba haciendo mayor, más interesada estaba en el cine”, explica. La película de Lisandro Alonso, que ha presentado toda su filmografía (seis cintas) en Cannes, fue presentada fuera de concurso.

Junto a la película de Scorsese, y “Los colonos” del chileno Felipe Gálvez, “Eureka” forma parte de un grupo de producciones que abordan frontalmente la problemática indígena en el continente americano. Pero en realidad LaPointe, que estudia una maestría en administración de empresas, tiene orígenes mestizos. Una parte de su familia desciende de franceses, como evidencia su apellido.

“De acuerdo con nuestro gobierno, tenemos que ser etiquetados. No sé muy bien cómo es mi árbol genealógico, pero sé que fue en los años 1800 cuando hubo esa colisión entre franceses y americanos”, explica. “Y aquí me tienes”, añade.

Sadie LaPointe se considera por igual siux y estadounidense, indígena y mestiza. “Me siento totalmente representante de la nación Lakota”, a la que pertenece su tribu de Roseewood, declara. “Y también me siento muy feliz de representar mi lado estadounidense”, añade.

Optimismo imbatible

Su papel en la película refleja ese optimismo imbatible. Sadie es una “actriz nata”, explica Lisandro Alonso a AFP. “Y conoce muy bien esos problemas”, añade. A través de los ojos de Sadie LaPointe y de una policía local (que interpreta su propio papel en “Eureka”), el espectador contempla el embrutecimiento de una comunidad donde el alcoholismo y las drogas han hecho estragos.

“Lisandro me permitió cambiar lo que quisiera del guión y fue muy respetuoso a la hora de reflejar a los indígenas de Dakota del Sur”, asegura esta joven, a quien le gustaría ser fotógrafa más adelante. “Es una película que permite que lleguemos a nuestras propias conclusiones”, indica.

Cuando acabe sus estudios quiere volver un tiempo con sus padres. “Los estadounidenses nativos no piensan mucho en el dinero ¿sabe? Somos muy felices con nuestra familia. [En Dakota del Sur] no tenemos muchas cosas, restaurantes o cosas así, pero el paisaje vale la pena”, añade, a modo de recomendación turística.

Sexualidad femenina

La cineasta española Elena Martín Gimeno presentó este lunes en Cannes “Creatura”, una exploración de la sexualidad femenina a través del personaje de Mila y su búsqueda del deseo, una carrera de obstáculos en un entorno que lo reprime de manera más o menos explícita. “Desgraciadamente, muchas mujeres han vivido violencias más explícitas de las que ha vivido Mila” dijo en una entrevista con AFP Martín, también actriz, y que interpreta al personaje central en la edad adulta.

El filme, el segundo de la realizadora, arranca con la mudanza de Mila y Marcel a una casa junto al mar. La falta de deseo por su pareja lleva entonces a la protagonista a revisar sus experiencias sexuales de la infancia y adolescencia. El relato enfrenta al espectador a su propia incomodidad ante la sexualidad femenina y a los prejuicios sociales, desde el rechazo de unos padres a aceptar que una niña descubra libremente su propio cuerpo hasta el estigma de “chica fácil” de una adolescente que solo aspira a vivir sus primeras experiencias.

“En la película ponemos el foco en todos esos comportamientos que están absolutamente normalizados”, con el objetivo de “desnormalizarlos”, apunta Martín. “Creatura”, presentada en la Quincena de Cineastas, una de las secciones paralelas del festival, aúna las experiencias de la propia directora, pero también las que recogió en entrevistas con otras muchas mujeres.

“Una, cuando vive su vida, también para sobrevivir y para ser feliz, no se para en todos esos momentos, sino que los integra como algo normal. Hasta que llega un momento en la vida que dices, ‘¿Y por qué?’”, afirma. “¿Por qué sufro tanto cuando tengo que ir a la playa y ponerme un bikini?, o ¿por qué no sé cómo acceder al placer cuando quiero tanto a esa persona?”, se pregunta.

Hombres perplejos

La cinta apunta también a la perplejidad y la incomprensión de los hombres ante el deseo de Mila, tanto su pareja, incapaz de aceptar que pueda desear a otro que no sea él, como el su padre, incómodo ante las muestras de afecto de su hija ya adulta.

“Era muy importante para nosotras no tener a buenos y malos, (…) Estos hombres en la película también son víctimas del sistema, seguramente desde una mayor comodidad o un mayor privilegio, pero sufren también las consecuencias de su propia educación emocional y sexual”, apunta la realizadora.

Martín, de poco más de 30 años, coescribió la película junto a la guionista y directora catalana Clara Roquet, que presentó hace dos años en la Semana de la Crítica de Cannes una historia de amistad femenina, “Libertad”. “Creatura” aborda también la cuestión de la familia y como los perjuicios sobre la sexualidad femenina no son exclusivos de una u otra clase social.

“No queríamos hacer el retrato de una familia especialmente católica, conservadora (…) Es una familia que parece progresista, que seguramente vota a partidos de izquierdas, pero es importante entender que es algo transversal”, asegura.

Elena Martín debutó como directora en 2017 con “Júlia ist”, donde interpretaba a una joven estudiante de Erasmus en Berlín que vive por primera vez su independencia. Forma parte de una nueva hornada de directoras catalanas (“más una comunidad que un movimiento artístico”, apunta) que, igual que Roquet o Carla Simón (ganadora en 2022 del Oso de Oro del festival de Berlín por “Alcarràs”), se están abriendo paso en el panorama cinematográfico internacional.

Dinastía de los Tudor

El cineasta brasileño Karim Ainouz se atreve con la dinastía inglesa de los Tudor en su nueva película, “Firebrand”, estrenada este domingo en Cannes, una cinta que reivindica la figura de Catalina Parr, la última esposa del rey Enrique VIII, interpretada por Alicia Vikander.

Catalina Parr (1512-1548) sobrevivió gracias a su astucia a un rey irascible, que ordenó cortar la cabeza a dos de sus esposas anteriores (Ana Bolena, Catalina Howard), y que no dudó en abrir un cisma con Roma para conseguir divorciarse de Catalina de Aragón. Llegó a ser regente en un periodo de guerra, con su esposo en Francia, y escribió y publicó bajo su propio nombre un par de libros religosos.

Autor de películas rodadas en Brasil, Argelia (por sus orígenes familiares) y Europa, Ainouz demuestra de nuevo con esta película, a concurso por la Palma de Oro, que es un cineasta sin fronteras ni cortapisas históricas. “La cuestión es más bien... ¿por qué no? Cuando los estadounidenses filmaron ‘Cleopatra’, nadie les hizo esa pregunta”, responde al ser cuestionado sobre su interés como brasileño por un periodo muy particular de la historia británica, y muy filmado.

Luego reconoce que “Firebrand” es un encargo que recibió en 2020, en un momento en que sus proyectos habían sido suspendidos en Brasil. “No sabía nada de los Tudor”, confiesa en entrevista con AFP, en alusión a la dinastía de Enrique VIII. “Me encontré con esta maravillosa productora que me habló de Catalina Parr, y empecé a estudiar el personaje”, explica.

“Era una oportunidad de hacer algo diferente, pero al mismo tiempo, hay tantas similitudes entre ella y otros personajes (femeninos) míos”, recuerda. Ainouz ganó el premio de la sección Una Cierta Mirada de Cannes en 2019, por “La vida invisible de Eurídice Gusmao”, una historia sobre mujeres ambientada en una familia brasileña de los años 1950, dominada por la figura del padre. Esta nueva película “para mi es como una canción contra el patriarcado, no solo debemos acabar con él, tenemos que matarlo”, asegura con una sonrisa.

“Extremadamente inteligente

Catalina Parr “era una mujer extremadamente inteligente, extremadamente agresiva” añade en otra entrevista Alicia Vikander (“Ex Machina”), para explicar su atracción por el personaje. Vikander encarna una reina con sus propios puntos de vista reformistas, en una época de caos religioso en toda Europa.

Su interpretación es si cabe más destacable en la medida en que tiene enfrente a un formidable Enrique VIII encarnado por Jude Law, casi irreconocible como un rey obeso, paranoico y voraz sexualmente. “Obviamente Jude y yo hablamos mucho, porque las escenas son muy violentas. Pero lo interesante, mientras rodábamos, eran las escenas más sutiles, por ejemplo, cuando cambia de humor”, explica.

Jude Law había manifestado en el pasado su interés en interpretar a Enrique VIII, una de las figuras más controvertidas y temibles de la historia británica, y de todas las casas reales europeas. “Para mí es ahí cuando ocurre la magia: cuando tienes el personaje delante tuyo, más allá del vestuario”, añade Vikander. La joven actriz de origen sueca destacó en 2014 con la interpretación de un androide en “Ex Machina”. Ambos roles no son tan diferentes, asegura Vikander. “Era lo mismo en el fondo: encontrar la verdad y el aspecto humano en ellos”, explica.

Carta de amor a Nueva York

El director español Pablo Berger presentó en el 76ª Festival de cine de Cannes una “carta de amor” a Nueva York, ciudad en la que vivió 10 años, con “Robot Dreams”, una película animada para grandes y pequeños. En 2012 Berger (59 años) cosechó un gran éxito con una versión en blanco y negro y muda de “Blancanieves”, ambientada en una España de aire vetusto, con toreros y una Maribel Verdú en el papel de villana.

“Blancanieves” cosechó 10 premios Goya en España y un gran éxito internacional, pero Berger demostró luego que es un director heterogéneo, con “Abracadabra” (2017), en clave de humor. Y ahora “Robot Dreams”, una película de dibujos animados que requirió cinco años de gestación y la colaboración de todo un equipo multinacional.

La película pone en escena a un perro, Dog, que para combatir la soledad en el Nueva York de los años 1980 se compra y monta un robot. El día que el robot se queda tirado en una playa de Long Island deberá tomar una decisión. “Robot Dreams” no cuenta con diálogos, pero sí con una eficaz banda sonora de los años 1980.

“Es sin dudas mi carta de amor a Nueva York”, explicó en entrevista este domingo con AFP, tras la presentación de la película. Berger se ha labrado una reputación de iconoclasta en España desde su primer largometraje, lleno de humor negro, “Torremolinos 73″.

“Nunca planifico mi carrera, siempre ha sido un poco lo contrario de lo que se esperaba, y me ha ido bien en mis decisiones”, explica. La decisión de rodar esta película surge de la lectura de una novela gráfica estadounidense, dibujada por Sara Varón.

“La animación no estaba en mis planes. Yo era un director de imagen real. Pero el cine es lo único que sé hacer”, y esa adaptación se convirtió en una obsesión, explica. “Quería hacer una película adulta para los niños y para el público adulto quería hablar al niño que tienen dentro”, añade.

El final de “Robot Dreams” no es el que se espera de una conclusión feliz, al estilo Disney. Pero en absoluto es triste. “Al acabar la película los padres y sus hijos van a poder tener un ‘cine fórum’, y hablar de lo que acaban de ver”, explica con una sonrisa.

Juegan al escondite

Las actrices estadounidenses Julianne Moore y Natalie Portman juegan al escondite en la película “May December”, dirigida por Todd Haynes, que entró en competición en el 76º Festival de Cannes. Julianne Moore, de 62 años, encarna a Gracie, una actriz cuya vida se vio transformada cuando cayó totalmente enamorada de un chico de 13 años.

A pesar del escándalo, y de que Gracie fue fichada como pedófila, la pareja resistió todos los embates y siguen juntos, incluso con hijos. Años después, una actriz de aires obsesivos, Elizabeth (Natalie Portman, 41) desembarca en sus vidas con el proyecto de una película sobre ese drama. Meticulosa, la actriz se inmiscuye en sus vidas para entender qué pasó, pero al mismo tiempo altera irremediablemente la situación.

“El comportamiento moralmente ambiguo amplía el espectro de posibilidades (de representación) de las mujeres”, explicó Natalie Portman en una entrevista con la AFP. El punto de vista de Haynes es “considerar a las mujeres como seres humanos, y por lo tanto ofrecerles toda una paleta de comportamientos”, añadió.

“Me irrita mucho escuchar a la gente que dice ‘ah, si las mujeres gobernaran el mundo sería mucho mejor’. No, las mujeres son seres humanos y son igual de complejas”, enfatiza. La negación es una manera de sobrevivir a episodios incomprensibles o dolorosos, explica por su lado Todd Haynes. “No hay ningún lugar donde puedas mirarte de manera totalmente honesta, es una ilusión. Reprimimos muchos deseos por buenos motivos. Así es como una sociedad civilizada existe”, añade.

Con un guión afilado, y un estilo visual que se burla de los telefilmes, “May December” pretende ser de esas películas “que plantean preguntas y debaten dilemas morales”, añade Haynes. “Es algo vital, pero cada vez cuesta más hacer ese tipo de películas”, indica. La sociedad “ya no se siente a gusto sintiéndose incómoda. Creo que es en cierta manera la muerte del pensamiento, de la crítica social”, añade.

Todd Haynes es el autor de una filmografía original en la que ha alternado películas de ficción (“El precio de la verdad” --”Aguas oscuras” en España--) con biografías fílmicas atípicas (“I’m not there”, sobre Bob Dylan, interpretado por actores distintos) y documentales, como uno sobre el grupo de música “Velvet Underground” que presentó en Cannes hace dos años. En 2015 también causó sensación en Cannes con “Carol”, una historia sobre una relación lesbiana imposible, interpretada por Cate Blanchett.

Dejar competir a otros

El director estadounidense Martin Scorsese, que presentó fuera de concurso en el Festival de Cannes “Killers of the Flower Moon”, declaró este domingo a AFP que ha llegado el tiempo de “dejar el turno a otros” para competir. A sus 80 años, el legendario director volvió a entusiasmar en el festival donde ha sido premiado en dos ocasiones con un drama policíaco llevado con gran fuerza por Leonardo DiCaprio y Robert De Niro.

“Es tiempo para otros. Tengo que pasar el turno. Hay chicos esperando”, declaró riendo el veterano director. “Me gustan las estatuillas doradas. Me gustan mucho”, añadió. “Pero ahora pienso más en el tiempo, la energía y la inspiración es lo más importante”. Según los organizadores de la 76ª edición del Festival, la participación de esta historia de 3H30 en torno al asesinato en serie de unos indígenas en el estado de Oklahoma fue sopesada hasta el último minuto.

La película, ensalzada por la crítica, aborda un episodio doloroso de la historia de Estados Unidos: los misteriosos asesinatos que se abatieron sobre un pueblo de la etnia osage, en Oklahoma, cuyos habitantes se habían hecho millonarios gracias al descubriiento de petróleo. “Quizás si aprendemos a conocer nuestra historia y a entender dónde estamos, podemos cambiar las cosas y estar a la altura del país que se supone que tenemos”, reflexionó.

No acercarse a los caballos

Scorsese confesó que tenía ganas de hacer una película en el Medio Oeste desde hacía mucho tiempo. “Estaba muy entusiasmado cuando vi a los caballos” explicó. “¡Pero no me acerqué a ellos, por supuesto!”. La idea de esta película llevaba años en gestación, explicó Scorsese, al punto de que había considerado la idea de aplazar su anterior película “El Irlandés” para centrarse en “Killers of the Flower Moon”.

Pero “El Irlandés” requirió un proceso de “rejuvenecimiento” digital del rostro de Robert de Niro, Al Pacino y de otros actores. “Bob [de Niro] me dijo que tendríamos que rejuvenecer a todos si esperábamos otros dos años”, explicó riendo. El autor de “Taxi Driver” y “Casino” también confesó que soñaba con rodar una escena en un bar de estilo western, pero la película está ambientada durante la época de la “ley seca”. “Me imaginé grandes escenas en un saloon, pero no fue posible”, explicó.

“Lleno de perseverancia”

Los elogios al veterano director llovieron de todas partes desde el estreno de la película el sábado por la noche, y sus actores no anduvieron a la zaga. Scorsese está lleno de “perseverancia y ferocidad para contar la verdad, por muy fea que sea”, explicó DiCaprio, que encarna a Ernest Burkhart, que se casa con una indígena, Mollie (la actriz indígena Lily Gladstone), y que es manipulado por su tío, un magnate ganadero (Robert de Niro) para que se quede con el dinero de ella.

A juicio de Scorsese, Estados Unidos “sigue siendo un país joven, aún sufre sus heridas de juventud. Y esta película es una manera de reconocer eso”, aseguró. “Yo soy de una época, la América de los años 1950, en la que no se podían decir muchas cosas”, hasta que una nueva generación de cineastas “se enfrentó de esos temas”.

Scorsese se ha labrado una reputación mundial con sus películas sobre la mafia, las consecuencias de la guerra de Vietnam, la inmigración o los asesinatos célebres. “Nací en una familia de inmigrantes (de origen italiano) donde había libros, así que mis primeras informaciones las hallé en la calle, y luego en el cine. Las películas me condujeron a la música, y a los libros”, explica. “Mostremos la historia tal como es, y veamos lo que pasa”, añadió, como mensaje para las próximas generaciones.

Asesinatos de indígenas

El director estadounidense Martin Scorsese volvió a exhibir este sábado sus dotes de mago del drama policíaco con “Killers of the Flower Moon”, sobre la misteriosa serie de asesinatos que sacudió a una comunidad indígena en Oklahoma en los años 1920. Para esta película, que mantiene al espectador pegado al sillón durante 3H30, el veterano cineasta (80 años) apeló a dos de sus actores preferidos, Robert de Niro y Leonardo DiCaprio.

Scorsese es una de las leyendas del cine estadounidense y un consumado cronista de la parte más oscura de su país: la mafia, los asesinatos célebres, los dramas sociales o raciales. “Killers of the Flower Moon” narra el inesperado maná petrolero en una reserva indígena (los Osage) perdida en un rincón del estado de Oklahoma a principios del siglo XX.

De la noche a la mañana, los Osage se vuelven millonarios con las concesiones para explotar petróleo. Y sus mujeres pasan a ser objeto de codicia de hombres blancos, dispuestos a casarse con ellas para quedarse con el dinero, por todos los medios. Producida por Apple, la película será estrenada en cines, pero su formato parece ideal para la plataforma televisiva, con la posibilidad de hacer pausas en una historia densa y llena de giros.

Sensación en la alfombra roja

Leonardo DiCaprio encarna a Ernest Burkhart, que se casa con una indígena, Mollie (la actriz indígena Lily Gladstone), y que es manipulado por su tío, un magnate ganadero (Robert de Niro). La presencia del trío Scorsese, DiCaprio y De Niro volvió a provocar sensación en la alfombra roja de Cannes, donde desembarcaron otras estrellas como Kirsten Dunst (casada con uno de los actores de la película, Jesse Plemons), Salma Hayek, Cate Blanchett y Tobey Maguire.

A sus 80 años, Scorsese vuelve a la Croisette, pero esta vez fuera de competición. En 1976 obtuvo la Palma de Oro con “Taxi Driver”, en 1986 logró el premio al mejor director por “Después de hora” (“Jo, ¡qué noche!” en España), y en 1998 fue el presidente del jurado del festival.

Natalie Portman y Julianne Moore

La película se rodó en el lugar real de los sucesos. El guión se revisó hasta el último día de rodaje, según Scorsese, que quería “hacer lo correcto” con los indígenas. “Killers of the Flower Moon” forma parte del pelotón de películas de larga duración que han sido una de las tendencias en esta edición del Festival de Cannes.

De las 21 películas que compiten por la Palma de Oro, otras que superan las 2H30 son la china “Youth (Spring)” (3H32), la turca “About dry grasses” (3H17) y la francesa “Anatomie d’une chute” (2H31). “May December”, del también estadounidense Todd Haynes, tenía la difícil misión de rivalizar en la alfombra roja con la megaproducción de Apple. Para ello contaba con un dúo de estrellas femeninas, Natalie Portman y Julianne Moore, protagonistas de una relación entre dos actrices.

Todd Haynes es el autor de una filmografía original en la que ha alternado películas de ficción (“El precio de la verdad” --”Aguas oscuras” en España--) con biografías fílmicas atípicas (“I’m not there”, sobre Bob Dylan, interpretado por actores distintos) y documentales, como uno sobre el grupo de música “Velvet Underground” que presentó en Cannes hace dos años.

En 2015 también causó sensación en Cannes con “Carol”, una historia sobre una relación lesbiana imposible, interpretada por Cate Blanchett. La joven francosenegalesa Ramata-Toulaye Sy, de 36 años, aportó la nota de frescura con su ópera prima “Banel et Adama”, un retrato cuidado de la rebeldía de una joven ante toda una aldea en Senegal.

Reivindicar a la mujer africana

La directora francosenegalesa Ramata-Toulaye Sy, la más joven competidora para la Palma de Cannes, presentó este sábado “Banel et Adama”, el retrato de una mujer demasiado rebelde para su aldea. Esta película, filmada totalmente en lengua peul, fue rodada en el norte de Senegal, un lugar semiárido donde una sequía prolongada puede devastar a todo un pueblo.

Banel y Adama son una pareja joven, atractiva y emprendedora, que se topa con la resistencia de todo el pueblo a ciertos cambios. La sequía irá poniendo a prueba la solidez de la pareja. “La historia de amor es un pretexto para explicar la historia de Banel”, declaró la realizadora a la AFP. “Tenía ganas de explicar la complejidad, la profundidad de esta mujer, sus preguntas y su sufrimiento”.

“Banel es un personaje que cayó del cielo, que no tiene su lugar en esa aldea”, explica la directora de 37 años, una de las siete mujeres que compiten en la sección oficial. Ramata-Toulaye Sy nació en Francia y escribió el guión en 2014, cuando estudiaba cine. Pero confiesa que “necesitaba” hacer su primera película en Senegal.

La luz, los colores y el lento pasar del tiempo bajo un sol cada vez más inclemente son partes esenciales de esta película, de fotografía muy cuidada. Estar en Cannes “es intimidante”, confiesa. “La competición puede ser muy dura, las críticas también. Pero bueno, aquí estoy, y es un gran orgullo”, explica esta directora novel.

“Retratos fantasmas”

Cines que desaparecen, calles desérticas en el centro, edificios vacíos... El director brasileño Kleber Mendonça Filho presenta en Cannes “Retratos fantasmas”, un “mapa sentimental” de Recife, su ciudad natal, y un emotivo homenaje a las salas oscuras del séptimo arte.

El documental recorre los lugares que han marcado la vida del cineasta, empezando por el barrio en el que creció en Recife (nordeste) y la casa familiar, tan presente en algunos de sus filmes. En una primera parte, Mendonça abre las puertas de la casa de su juventud y da rienda suelta a sus recuerdos, comentando imágenes de archivo personales, en alternancia con escenas de películas suyas.

Rinde también un sentido homenaje a su madre, historiadora y fallecida prematuramente a mediados de los años 1990. “La relación de ella con nuestra casa es algo que siempre me tocó mucho”, dice el director en una entrevista con la AFP este sábado. “Ella me transmitió mucho una idea de Brasil, una idea de la historia de Brasil. Creo que inevitablemente esto forma parte de mis películas”, agrega.

“Templos”

Pero estos “Retratos fantasmas” son sobre todo una mirada, nostálgica, de Recife, especialmente a través de sus salas de cine, muchas de ellas ahora desaparecidas y que el cineasta frecuentó durante años. En un momento del documental, Mendonça muestra su “mapa sentimental” de la ciudad, con algunas de las salas de cine que se encontraban en el centro, como el Art Palacio o el Sao Luiz, el único que sigue activo.

Para él, estos lugares eran clave para mantener vivo el núcleo de las ciudades, y cuando empezaron a desaparecer, se fue perdiendo un poco la vida en las urbes, que se fueron llenando de centros comerciales. Algunas de estas salas de cine, a los que a veces Mendonça se refiere como “templos” o “catedrales”, han acabo convertidas finalmente en centros de reunión de los evangelistas.

En este sentido, le interesaba la idea de mostrar “personas congregadas para oír historias, ya sean de religión o de cine”. También son conmovedoras las imágenes dedicadas al proyeccionista Alexandre, del Art Palacio, antes de su cierre, que recuerdan forzosamente al Alfredo de “Cinema Paradiso”.

Un país “normal”

Mendonça, de 54 años, es un asiduo de la Croisette. Compitió por la Palma de Oro con “Aquarius”, en 2016, y con “Bacurau”, en 2019, con la que obtuvo el Premio del Jurado (‘ex aequo’). Dos años después, también fue miembro del jurado. Con “Retratos fantasmas” está en liza para el Ojo de Oro, que recompensa el mejor documental de todas las secciones.

Cuando decidió hacer esta historia, el cineasta admite que no tenía claro el formato. “Nunca pensé en el filme como un documental o una ficción. Pensé en una posibilidad de hacer hablar mi voz”, dice. El director, abiertamente de izquierdas y que durante la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) no dejó de criticar su política, se regocija con la vuelta de Luiz Inácio Lula da Silva al frente del gigante latinoamericano.

“Estoy feliz que Brasil vuelva otra vez a ser simplemente normal, porque en los últimos siete años Brasil no era normal, era una situación bien atípica y poco natural”, afirma. Pero, insiste, que quiere ver esta situación actual con “naturalidad”. “No es algo anormal, anormal era lo que sucedió en los últimos siete años”, ya desde el mandatario de centroderecha Michel Temer (2016-2018).

Fuente: AFP.

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