Los importantes incrementos logrados desde el Ministe­rio de Economía, específica­mente por la Dirección Nacio­nal de Ingresos Tributarios ( DNIT) de más de 457 millones de dólares en estos días, resulta auspicioso, por un lado, y por el otro, también puede con­vertirse en un problema.

Por un lado, el aumento de la recau­dación es una forma de calzar los gastos previstos en el presupuesto del mismo modo que contribuye a la reducción del déficit fiscal, hecho que impacta sobre la inflación puesto que se podrá pagar los gastos públicos con dinero genuino sin tener que apelar a la emisión monetaria.

No obstante, y por otro lado, sucede que cuando la recaudación aumenta también puede convertirse en un pro­blema si eventualmente el ingreso de los nuevos fondos obtenidos se vuel­can a financiar las solicitudes que llegan al Congreso que terminan en reprogramaciones presupuestarias.

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De manera que estamos ante un hecho en el que merece ser congra­tulado el Gobierno. Se está haciendo una labor eficiente en esa perma­nente búsqueda de conseguir recur­sos para el cumplimiento del plan de trabajo establecido en el Presupuesto de Gastos.

La atribución recaudatoria por parte del Estado en categoría de aumento de los ingresos sin tener que aumen­tar la carga impositiva, esto es, sin tener que apelar al aumento de los tri­butos pagados por los contribuyentes, significa que la actividad de la DNIT está mostrando eficiencia recauda­toria propia y necesaria en cualquier lugar del mundo.

Aumentar los ingresos tributa­rios mediante la creación de nuevos impuestos o subir los existentes en ningún modo es un camino correcto para un país que necesita crecer más allá incluso del 6 por ciento anual del producto interno bruto (PIB).

Dicho esto, también resulta que por la coyuntura propia de la política similar en todos los países ocurre que cuando aumentan los ingresos en las arcas estatales se da inmediatamente un sinnúmero de solicitudes para dis­poner de esos nuevos fondos ingre­sados.

Esto no es de extrañarnos porque como sabemos la política responde a los requerimientos de sectores que desean disponer de dinero. Lo que sí debe ser una cuestión a tomar muy en serio es que los requerimientos no se conviertan en una herramienta para disponer del nuevo dinero ingresado para actividades donde claramente no se están usando de modo transpa­rente los recursos de los que se dis­ponen.

Especialmente el Congreso debe mostrarse responsable por lo que el Ejecutivo va logrando como lo es este caso el aumento de nuevos ingresos; caso contrario, se estaría dando una situación donde volveríamos a estar en el mismo lugar desde donde se par­tió para que el déficit fiscal se vuelva a subir.

De darse esta situación, lamentable por cierto, entonces quiere decir que el esfuerzo no solo del poder adminis­trador en manos del Ejecutivo sino de los mismos contribuyentes que pagan sus obligaciones tributarias sería un sin sentido y provocaría en poco tiempo problemas para la economía nacional.

El déficit fiscal volvería a subir para así preparar un camino peligroso por las solicitudes de más y más gastos sin correspondencia y rendición de cuen­tas para finalmente encontrarnos ante el indeseable escenario de crear o subir los impuestos.

Celebramos el aumento de la recau­dación que lleva a cabo el Gobierno sin tener que aumentar tributos, pero también decimos que los nuevos fon­dos ingresados no sean comprome­tidos para financiar a sectores y pro­gramas, que primero deben rendir cuentas con transparencia del dinero del que ya disponen.

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